MUJERES
La psicoanalista brasileña Manuela Xavier (33) es furor en su país, en sus cuentas acerca a la academia a un lenguaje llano para despertar y fortalecer a las mujeres.
La psicoanalista brasileña Manuela Xavier (33), decidió salir de los límites de su consultorio y en 2019 empezó a producir contenido para redes sociales. Hoy, desde Río de Janeiro, comparte con más de 400.000 seguidores enInstagram, entre ellos famosos del medio artístico y académico, un trabajo que suma a la mirada del psicoanálisis unaperspectiva feminista.
“Como académica siempre hice articulaciones con mi condición de mujer que siente el peso de la misoginia y del machismo en la sociedad que vivimos. Entendí que eso no podría estar fuera de mi producción profesional, porque era lo que yo vivía, pensaba y trabajaba en mi consultorio” contó.
En ese camino, la ex docente universitaria que coordinaba un grupo de investigación sobre psicoanálisis y cultura, también intenta deconstruir la imagen de una mujer académica. En sus redes aparece maquillándose con sus largas y llamativas uñas y, entre un tip de skin care y una foto de su outfit, explica términos como gaslight, hoovering y ghosting, y habla de la violencia hacia los cuerpos femeninos y del machismo estructural.
Otro eje de sus actividades son las lecturas dirigidas de obras como “El mito de la belleza”, de Naomi Wolf, y “Mujeres que corren con los lobos”, de Clarissa Pinkola. “La cuna del psicoanálisis es masculina, lo que leemos en la universidad son hombres, por eso los psicoanalistas de esta generación, debemos estar comprometidos en hacer esa intersección entre cultura y subjetividad, operar una resistencia. Porque si no, ¿de qué ciencia estamos hablando?”, cuestionó.
En redes Xavier se presenta como “Psicoanalista, feminista, doctora en psicologia y bagaceyra”. Hace cuestión de mantener este calificativo en su biografía para dar el tono de cómo quiere que se entienda su trabajo: accesible, lejos de los mandatos y del pedestal de intelectual. Una manera de comunicar que, sin embargo, incomoda a mucha gente.
“Cuando difundís contenido en Internet, necesitás masticar lo que está rebuscado para que todos entiendan. Sin embargo, para la academia eso es casi una ofensa, porque es un espacio de poder, y la intención de las personas que están en ella es mantenerla como ese espacio casi mítico, donde está la élite pensadora”, señaló.
Y agregó: “Para estas personas el trabajo que hago está muy mal visto. Existe un prejuicio explícito, que no debería estar, porque resumir, reducir y traducir es una invitación para que la academia se aproxime a las personas y que ellas reflexionen sobre estos temas. Lo que hago es justamente resistir a ese lugar seductor de ‘soy doctora porque hice un doctorado’. Necesito hacer mi devolución para la sociedad, si no, no tiene sentido”, afirmó.
La raíz del problema
El tema principal que aborda la profesional son las relaciones abusivas. El disparador para ese trabajo fue su propia experiencia. “No era un tema de investigación para mí, me parecía algo muy obvio, no entendía la anatomía de una relación abusiva, la trataba como una mala relación, hasta que lo viví. Y me dejó marcas y consecuencias que traigo hasta hoy, recordó.
La dimensión psíquica del abuso, la que no es física y explícita, es la más compleja de reconocer, según puntualizó. Son conductas tan enraizadas en la cultura y en lo cotidiano, que para muchas mujeres, es difícil identificar cuándo empezó y cómo llegaron a vivir un determinado nivel de violencia. Las pequeñas señales verbales, textuales o incluso corporales, ignoradas por el entorno, son alertas que la psicoanalista entiende como el origen de muchos problemas.
“Antes de que la pareja apriete el gatillo, muchos otros fueron accionados, como la baja autoestima y la dependencia emocional, entonces ¿por qué no hablamos de eso? Me di cuenta que no abordábamos el tema y empezó a molestarme cuando la gente se horrorizaba cuando una mujer era asesinada. ¿Cómo pódes pensar que eso es horrible, pero que tu vecina esté siendo maltratada no?”, sentenció.
"No existe revolución sin incomodidad. Y cuando digo revolución no hablo de nada utópico o poético. Para mí es revolucionario que vos, en un almuerzo de domingo digas ‘no me pareció gracioso eso que dijiste, esto es machismo, ¿sabés que eso legitima la muerte de muchas personas?’ Eso es revolucionario, porque es algo que no se espera de nosotras".
Entre las violencias ejercidas sobre una mujer, también está la patrimonial, de dependencia económica. En eso pensó Xavier al crear un espacio fijo en sus redes, bautizado “Emprega Loba”. Semanalmente ella postea el trabajo de mujeres que brindan variados servicios o que buscan empleo.
“Entendí que la relación abusiva era el destino impuesto a las mujeres y que nuestro silencio protegía esa dinámica. Claro que es un problema con múltiples orígenes, pero para mí hablar de relaciones abusivas es urgente”.
Su urgencia la lleva a explicar estas cuestiones con didáctica en su canal de youtube y en los cursos que imparte, como el de feminismo y psicoanálisis, por donde ya pasaron más de 10 mil alumnas.
Su objetivo, cuenta, es “despertar mujeres”. Sin embargo, para ella, no es solo la dificultad de identificar la violencia o reconocerse como víctima, las conductas abusivas son ignoradas en la pauta del día y encaradas como un problema privado porque hacen parte del tejido social y del engranaje que educa. Cambiar estas configuraciones es, quizás, el reto más grande.
“Mucha gente no quiere saber de eso, ¿sabes por qué? Porque nosotras vivimos, estamos viviendo o vamos a vivir una relación así, y mover esas estructuras es lo mismo que cuestionar toda la dinámica con la cual aprendimos a relacionarnos: dar por sentado que los hombres son más explosivos, que tenemos que obedecer, que si somos muy exigentes, vamos a quedar solas, nadie quiere hablar de eso porque es un lugar muy sensible” afirma.
Cambios sociales que incomodan
Por no eximirse de hablar de lugares sensibles, la psicoanalista fue demandada en más de una oportunidad y recibió amenazas de acciones jurídicas. La última llegó en febrero de este año, por analizar el comportamiento de un participante del reality show Gran Hermano. Ella considera que las tentativas de silenciar su discurso, son síntomas de una sociedad enferma.
Xavier entiende que su rol es diagnosticar estos síntomas y apuntar de dónde vienen, por eso hace denuncias y habla de cómo la violencia y el machismo afectan la vida de las mujeres. “Siempre enfrentaré resistencias, porque estos agentes promotores de esa violencia, se sienten atacados”, relató.
Dentro y fuera de las redes
El trabajo de Xavier no se limita a internet, también atiende como psicoanalista y sostiene una red de apoyo a mujeres. Creó el “Escuta Ética”, colectivo de profesionales que brinda apoyo psicológico gratuito y el “Nós Seguras” (nosotras seguras) grupo de abogadas que brinda asistencia jurídica a mujeres en situación de violencia. No piensa dejar las redes sociales, aunque le implique muchos desafíos. “Producir contenido en internet es bastante violento, necesitás moldearte todo el tiempo, adecuar tu contenido y yo no quiero adecuarlo. Es la lógica del TikTok, hay que bailar, entonces no hablemos de cosas aburridas, como la política. Quiero funcionar orgánicamente”, advirtió.
“El material que preparo, los cursos que dicto me mueven mucho. En la medida que siento eso en la piel, veo que a las mujeres que participan también y eso es muy bonito. Siempre remarco que no estoy acá para decir dónde deben ir estas mujeres, también estoy yendo. El objetivo de mi trabajo es cada vez estar más en ese lugar de construcción, de encontrarnos y pensarnos. Si entendemos quién somos, de dónde venimos, el lugar que la sociedad nos reservó, ahora que ya lo sabemos, ¿para dónde queremos ir?” finalizó.