Enfermedades que más afectaron y cambiaron la vida de las familias reales

La hemofilia afectó a las monarquías europeas desde que la reina Victoria I de Inglaterra dio a luz a nueve hijos

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Reina Isabel
La reina Isabell II de pequeña
Foto: Archivo

El Tiempo (GDA)
Más allá de que a lo largo de la historia, las familias de la realeza se conocían por su poderío y las estrategias que aplicaban para seguir con su monarquía, lo más importante siempre fue mantener el linaje sin perjuicio de que eso significara contraer matrimonio con sus mismos vínculos sanguíneos.

Por ello, en muchas ocasiones era común la muerte en niños, discapacidad intelectual, locura, deformaciones y otras enfermedades que documentan historiadores debido al incesto.

La hemofilia empezó desde la tatarabuela de la reina Isabel II

Cuando hay un trastorno que impide la correcta cuagulación de la sangre, se diagnostica hemofilia. Con esta, el cuerpo no produce suficiente cantidad de una proteína que ayuda a detener el sangrado luego de una lesión, según la Clínica Mayo.

Este padecimiento afectó a las monarquías europeas desde que la reina Victoria I de Inglaterra dio a luz a nueve hijos fruto de su amor con el rey consorte, el príncipe Alberto. Pues era portadora del gen de la hemofilia y lo depositó a tres de sus hijos, además de a Alicia y Beatriz, dos de sus hijas.

Estas últimas, a su vez se la pasaron a hijos suyos que luego se casaron con miembros de familias reales de Rusia, España y Alemania. Los historiadores creen que la reina fue la que introdujo la hemofilia a su linaje y que contrajo el trastorno hemorrágico a través de una mutación genética espontánea.

La gota, enfermedad de reyes

La Clínica Mayo explica que es una forma compleja de artritis que se caracteriza por ataques repentinos y graves de dolor, hinchazón, enrojecimiento y sensibilidad en una o más articulaciones, a menudo en el dedo gordo del pie.

Un ataque de gota puede ocurrir de manera repentina y con frecuencia puede hacer que se despierte en el medio de la noche con la sensación de que el dedo gordo del pie está en llamas. La articulación afectada está caliente, hinchada y tan sensible que hasta el peso de la sábana puede parecer intolerable.

Hubo un tiempo en el que la gota se asociada a las élites porque, a pesar de que intervienen factores genéticos en su aparición, el desencadenante se relaciona con los excesos de comidas extravagantes con generosas cantidades de alcohol. Gustos a los que solo podían tener acceso las personas pudientes. Sin embargo, hoy cualquier tipo de persona puede ser diagnosticada con el padecimiento.

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