En esta época del año, tratamos de cumplir con todos las exigencias y compromisos sociales. Es común sentir que disminuye nuestra energía vital, baja nuestra vibración y, en consecuencia, convivimos con un cansancio generalizado, donde muchas veces, no logramos ver cuál es nuestra meta. Esto sucede porque los seres humanos no somos solamente un cuerpo físico, sino que somos también un cuerpo energético.

Habitualmente, culpamos al exterior por sentirnos cansados y cargados, pero muchas veces esto tiene que ver con algo que hacemos nosotros mismos.

Tener pensamientos negativos, por ejemplo, baja nuestra vibración y permite que ingresen a nuestro hogar las energías densas del ambiente. También pueden ocurrir episodios recurrentes, que denominamos como “mala suerte”.

Lo bueno es que mediante ciertos ejercicios y rituales sencillos, podemos descargar estas energías y volver al equilibrio y vibración que queremos. Para cuidar y limpiar nuestro campo energético, podemos realizar algunos sencillos rituales.

Protección. Antes de salir de tu casa, sin importar cuál es tu creencia, siempre es necesaria una protección; el solo hecho de salir a la calle nos contamina de las energías que están en el aire. Podemos invocar a nuestros Guías, a nuestro Arcángel, podemos hacer oraciones de Cábala o simplemente posicionarnos frente al espejo, mirarnos, pensarnos dentro de una burbuja azul fuerte y empoderarnos para salir.

Descargar energías. El ritual de descalzarse al ingresar a un lugar sagrado viene desde muy antiguas tradiciones. Nuestro hogar es nuestro templo. Al descalzarnos al entrar, eliminamos los iones positivos que son perjudiciales para nuestra salud, como así también, conectamos con la tierra.

Este ritual funciona, aunque vivas en un apartamento y también es muy fructífero hacerlo —una vez a la semana— sobre la tierra misma, en un parque, en una plaza o en un patio. Posiciónate con los pies descalzos algún lugar sagrado de tu casa, apoyá bien los pies sobre el suelo, tomá varias respiraciones profundas y visualizá que la energía negativa se va por las piernas bajando hasta la planta de los pies y al suelo.

Purificar. Los baños purificadores son claves. Si tenés bañera, podés colocar en el agua las esencias que gustes y sumergirte. Si no tenés, podés utilizar una jarra y al terminar de ducharte, tirarte encima la preparación del cuello hacia abajo.

Como elemento purificador puede emplearse sal y vinagre, esencia de flores, romero, salvia blanca, laurel o lavanda. Descubrí con qué esencia conectás más y preparará con ella tu poción sanadora.

Otro ritual de fácil preparación para purificarse es el Sahumado. Esta es una de las prácticas más antiguas. El humo purifica y libera males y energías densas. Para realizarlo necesitas un sahumador o un cuenco de cerámica, donde colocarás un carbón vegetal y una hierba para encenderlo. Ubicá el sahumador a tus pies y dejá que el aroma de la hierba cubra todo tu campo.

Armonizar. Los sonidos sanan, limpian y liberan. Para armonizarte, podés usar mantras, instrumentos como sonajas, tambores o cuencos.

Los sonidos nos conectan con frecuencias cerebrales más amplias, allí se abren posibilidades infinitas de sanación. Cuando escuches la música o hagas sonar el instrumento, concentrate y repetí lo que quieres soltar y que no permanezca dentro de tu campo.

Es importante que recuerdes que al hacer cualquiera de estos rituales, debés visualizar lo que deseás o lo que querés soltar, y siempre enviar el mensaje con una oración en positivo. ¡Somos el resultado de nuestros pensamientos y responsables de lo que intercambiamos con nuestro entorno!

*Tatiana Balostro es arquitecta y experta en Feng Shui.