Con los hijos
Alicia Fernández nos propone reflexionar sobre la vinculación de cada una de las lesiones no intencionales tratadas en sus columnas con la edad de los niños
En este tiempo nos hemos referido a laslesiones no intencionales en niños y adolescentes con un enfoque dirigido a la prevención. Solo hablando una y otra vez lograremos que los padres, adultos responsables y ellos mismos de acuerdo a su maduración y capacidad de comprender, entiendan que prevenir es la única forma de evitar enfermedad, secuelas y muerte.
Nos parece oportuno en esta columna reflexionar sobre la vinculación de cada una de ellas con la edad. Repetir, alertar, recomendar es una obligación que tenemos los pediatras, por el bien de los niños, niñas, adolescentes y sus familias.
Diariamente, además de las noticias referidas a la pandemia de la COVID 19, las lesiones no intencionales ocupan la prensa oral y escrita; entre ellas la siniestralidad vial y los ahogamientos.
Una vez más reiteramos que desde el nacimiento el niño en su crecimiento y desarrollo, no solo tiene cambios corporales sino comportamentales, adquiere habilidades, desarrolla destrezas, explora y va modificando su forma de comprender ese mundo fascinante que lo rodea.
Deberíamos en forma ideal lograr un equilibrio entre la protección que estamos obligados a brindarles a nuestros hijos y la autonomía propia de cada uno de ellos, que será sin duda lo que les permitirá poco a poco, a medida que crecen, ir desarrollando conductas responsables. No deberíamos exagerar en la sobreprotección, pero tampoco caer en la falta de cuidados.
A lo largo de esta columna, a modo de repaso muy sucinto, iremos abordando de acuerdo a la edad las principales características que favorecen las lesiones y cómo podemos intentar prevenirlas.
Desde el nacimiento a los 6 meses.
Tiene dependencia absoluta de los adultos con los que viven. Las lesiones no intencionales fundamentalmente son:
* traumáticas por caídas (de los brazos, cambiadores, camas o por no estar correctamente sujetos en cochecitos),
* siniestralidad vial al no respetar el uso seguro de los sistemas de retención infantil (SRI),
* atragantamiento y asfixia (por utilizar cadenas, cintas , cordones, collares con cuentas pequeñas que pueden tironearlos, romperlos)
* intoxicaciones (por uso de tizanas o tés, dosis no adecuadas de medicaciones recomendadas por no comprensión o por utilización de otras medidas que no son las traen los medicamentos o el uso de productos como repelentes para insectos en la piel no recomendados en este grupo etario)
* quemaduras (por alimentos, agua caliente durante el baño o solares).
Un lugar especial ocupa el síndrome de muerte súbita del lactante al que nos referiremos en otra columna para hablar de las medidas de sueño seguro, haciendo enfoque fundamentalmente en algunos aspectos como las características de la cuna, la postura del bebé para dormir y la habitación donde duerme, además de la lactancia exclusiva en este período como protectores.
Finalmente para este grupo y para otros, recordar que debemos evitar tener estufas o braseros encendidos donde duermen nuestros hijos y siempre que calefaccionemos un lugar con estos, dejar una ventilación. No dejarlos solos dentro de vehículos y cuidarlos de las mascotas.
Desde los 6 meses y hasta los 18 meses de vida
Rápidamente comienzan a adquirir destrezas, se sientan con apoyo, rolan, gatean, se paran, caminan, corren, trepan, exploran, toman los objetos, se llevan todo a la boca, cambian las texturas de los alimentos que reciben.
Las principales lesiones a estas edades como ya referimos por la mayor movilidad son:
* las traumáticas (golpes, caídas),
* ahogamientos (en bañitos, baldes, piscinas inflables o domiciliarias, al quedar atrapados entre los barrotes de las cunas),
* quemaduras (en las cocinas, por agua caliente, por electricidad, solares siendo fundamental las medidas de protección no solo con productos, sino con ropa y gorros adecuados en horarios recomendados evitando estar expuestos entre 10 y 16 horas),
* intoxicaciones (si dejamos a su alcance productos tóxicos o si no ventilamos ambientes donde hay combustión ),
* atragantamientos (se llevan todo a la boca)
* siniestros viales por no tener los SRI adecuados cuando van como pasajeros de vehículos.
Recordar mantener cerradas puertas de cocinas y baños, proteger aberturas de escaleras y ventanas
Desde los 18 meses a los 6 años
Las destrezas cada vez son mayores, no solo motoras (suben y bajan escaleras, trepan sin dificultad) sino lingüísticas. Discriminan formas, tamaños, colores de los objetos, se relacionan con los demás, se creen el centro de ese mundo (en realidad lo son), imitan, expresan con acciones concretas sus emociones (rabietas cuando se enojan).
Usan el no para todo como forma de afianzar su identidad. Continúan llevándose todo a la boca y siguen siendo las caídas, intoxicaciones, atragantamientos, quemaduras, siniestros de tránsito y ahogamientos (por las mismas razones ya explicadas), las lesiones no intencionales más frecuentes.
Debemos intentar promover la seguridad para evitar lesiones y lograr ese equilibrio tan difícil entre la protección, vigilancia activa y la libertad para que puedan explorar. Debemos estar muy atentos no solo en el hogar, sino cuando van a otras casas que no tienen las medidas de seguridad (como las que alquilamos en vacaciones o en momentos en que hay alguna reunión familiar).
Las lesiones en este grupo son las mismas que a otras edades, pero en el tránsito también pueden lesionarse como peatones (triciclos o bicicletas, buggies, monopatines y todo lo que les permita desplazarse) debiendo estar vigilados y en ambientes seguros.
El papel de los padres es fundamental, los acompañamos en el descubrimiento de sus nuevas capacidades, siempre buscando minimizar los riesgos, pero dándoles libertad para descubrir el mundo. Es normal que nuestros hijos quieran hacer las cosas por sí solos, actitud que debemos potenciar para que construyan sus propias experiencias desarrollen sus capacidades, adquieran confianza en sí mismos y vayan poco a poco haciéndose responsables de sus actos, pero no debemos sacarles los ojos de encima. Debemos ser buenos ejemplos, ellos aprenden no por lo que se les dice que deben hacer, sino por imitación.
En todas las etapas de la vida del niño es juego es fundamental, pero tal vez sea en esta etapa más importante. Jugar les permitirá desarrollarse física, mental, afectiva y socialmente; no requieren juguetes caros o sofisticados, necesitan ese tiempo que debemos dedicarles para que puedan jugar y ser nosotros parte de ese juego.
El pensamiento en este periodo es intuitivo y mágico, siendo incapaces de diferenciar el mundo real del imaginario. Pero esto no significa que no comiencen a comprender que existen normas, que tienen límites, que no pueden tener todo lo que quieren y que deben comenzar a tolerar las frustraciones, lo que no siempre es fácil de lograr.
Prevenir en esta etapa implica enseñarles que se come sentado a la mesa, que no se corre cuando estamos comiendo, que hay objetos que no son juguetes como la bolsas de nylon o los globos que usamos en los cumpleaños y que tanto les gustan, que no pueden estar todo el tiempo mirando tele o en la computadora o con celulares. Es importante conocer qué pueden hacer y qué no pueden hacer y no exigirles ni por encima ni por debajo de sus posibilidades.
De los 6 a los 12 años
En esta etapa, el interés deja de estar centrado en la familia y pasa al ámbito de la escuela, los amigos, el club y el barrio. Los centros educativos pasan a ser donde transcurre gran parte de la vida, aprenden a relacionarse, adquieren conocimientos, aprenden el respeto por sus maestros.
El pensamiento mágico se pierde y comienza el pensamiento lógico; les interesa la realidad y comienzan a aceptar las frustraciones asumiendo las reglas en el juego. En eso los adultos debemos apoyarlos, deben aprender a ganar y a perder, a manejar las frustraciones que esto les provoca. Es importante que los padres y los educadores favorezcan el encuentro, los juegos y las buenas relaciones entre compañeros y amigos.
Las lesiones que se producen con más frecuencia son los golpes y caídas, muchas veces relacionados con la práctica deportiva, pero también son habituales las quemaduras, los ahogamientos y la siniestralidad vial como pasajero (deben continuar utilizando los SRI, lo que no siempre aceptan y viajar en el asiento de atrás en los vehículos, no andar en moto si no llegan a la zona de apoyo con los pies y usar casco adecuado en estas o en las bicicletas).
En estas edades, las medidas para evitar lesiones deben ir dirigidas hacia el conocimiento y respeto por las normas. Si nosotros no hacemos las cosas bien, ellos tampoco. Al igual que con los más chiquitos es importante ofrecerles un entorno seguro en casa, la escuela, el club, las plazas y los lugares de juegos.
A partir de los 12 años
Aquí desarrollan la capacidad de pensar y de buscar alternativas para solucionar problemas. Piensan no solo en lo real, sino en lo posible. Los adultos que los hemos cuidados y guiado somos desplazados por sus iguales. En la adolescencia y la juventud las lesiones por siniestralidad vial, los ahogamientos, el consumo de sustancias (alcohol, cigarrillo, marihuana u otras), son conductas de riesgo frecuentes.
La mayoría de las medidas que se deben adoptar para la prevención de lesiones ya se han comentado en etapas anteriores. Es muy importante que durante todo el desarrollo del niño se haya ido fomentando la autonomía y la responsabilidad, y se le haya enseñado a adoptar conductas seguras. También es importante que sean capaces de tomar decisiones y deben aprender a decir “no" cuando son presionados por los grupos de pares para asumir conductas de riesgo.
Los padres debemos aprovechar cualquier situación para analizar con nuestros hijos los riesgos y las medidas preventivas adecuadas, de modo que más tarde, cuando tengan que decidir por ellos mismos, sean capaces de hacerlo correctamente.
Disfrutemos cada momento en la vida de nuestros hijos, acompañémoslos en su crecimiento, seamos ejemplo adecuado de imitación, eduquémoslos para que sean libres y responsables de sus actos, hablemos de prevención cada vez que se dé la oportunidad de ello.
Me gustaría terminar con un pedacito de una canción de Joan Manuel Serrat que resume lo que son los niños y como nos comportamos los adultos con ellos. “A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción. Esos que se menean con nuestros gestos, echando mano a cuanto hay a su alrededor. Esos locos bajitos que se incorporan, con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres, y a los que por su bien, hay que domesticar. Niño deja ya de joder con la pelota, niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca….”
¡Hasta la próxima!
Médica pediátra
Coordinadora Área Programática de la Niñez
Dirección General de Salud
Podés seguir a nuestra pediatra de cabecera en Twitter como @AliFernandezUY