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Salud mental: la empatía como forma de ayudar al otro, niño o adulto, ante un cuadro de depresión

Natalia Trenchi explica que la depresión es un trastorno que incluye la tristeza pero que es mucho más amplio.

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Foto: Pexels

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la depresiónafecta aproximadamente a 280 millones de personas en el mundo, y es un 50% más frecuente en las mujeres que en los hombres.

Natalia Trenchi, médica jubilada, psiquiatra de niños y psicoterapeuta cognitivo-conductual, considera que “la depresión es un concepto que muchas veces se utiliza mal”. En ocasiones uno dice que está deprimido porque le pasó tal o cual cosa y eso no es estar deprimido, es tristeza o angustia y esas “son emociones normales y que forman parte del menú que uno normalmente siente como ser humano”.

La depresión es entonces un trastorno que incluye la tristeza pero que es mucho más amplio. En este pueden manifestarse además ciertos trastornos del sueño (hay gente que duerme mucho y otra que duerme menos), de alimentación (se come de más o de menos), hay desesperanza. “Hay algo que es muy importante en la fenomenología de la depresión, que es la anhedonia, la incapacidad de experimentar placer, de disfrutar cosas que uno antes disfrutaba”, explica.

Infancia

Como cada13 de enero mañana se conmemora el Día mundial de lucha contra la depresión con el objetivo de sensibilizar y concientizar sobre esta patología vinculada a la salud mental. Es importante tener en cuenta la anhedonia si uno sospecha de depresión en un niño; ver que deje de jugar a las cosas que antes le gustaba jugar es un indicador duro de depresión. Lo es más que el humor, porque es normal que a veces se esté más arriba y otras más abajo.

Hay diferencias en la depresión de niños y adultos. Esta puede de hecho existir desde los lactantes con un cuadro que se manifiesta por una alteración de la alimentación, del sueño; son bebés muy irritables, que lloran todo el tiempo, o que no lloran nunca, que es apático. Suele suceder como consecuencia de que los separen de la figura de apego primario, y puede llevar incluso a la muerte aunque por suerte no es frecuente.

Una diferencia que vale la pena señalar entre la depresión de niños y adultos es que en los primeros muchas veces se expresa con irritabilidad y enojo, más que con tristeza o un trastorno del humor. “Un niño que se enoja mucho, que nada le viene bien, muchas veces es porque está deprimido y no es que uno lo vea triste, sino que lo ve enojado”, agrega la especialista.

Ayuda

Si buscamos ayudar a alguien que sospechamos atraviesa una depresión, la clave no solo está en lo que podemos aportar sino en lo que es mejor no hacer.

“No hay que tratar de distraerlo o de decirle cosas como que la vida es linda, porque ese tipo de comentarios lo pueden hacer sentir peor. Primero, prueba que no lo entienden. Además lo hace sentir culpable porque objetivamente muchas veces se da cuenta que en realidad no es que haya mayor motivo y se está sintiendo horrible”, desarrolla Trenchi.

La depresión no siempre tiene un desencadenante del entorno o de la vida. “Hay gente que tiene alteraciones bioquímicas cerebrales y que se deprime porque se le alteran esos neurotransmisores. A veces nos cuesta entender que la salud mental no está en una nube etérea, está en nuestro cuerpo y que forma parte de nuestra biología tanto como cualquier otra afección”, asevera. Eso no quiere decir que el entorno o la experiencia no afecte, pero sí que no nos debemos olvidar que muchas veces la causa puede ser puramente bioquímica.

“Para situarse frente a cualquier dificultad del otro, lo primero es empatizar: intentar conectar, pero no para juzgar ni anestesiar sino para compadecerse. Si no lo puedo aliviar, lo puedo acompañar. Una vez que uno está en conexión empática, guiarlo hacia una consulta que es lo mismo que uno haría si alguien querido tiene dolor de estómago todo el tiempo. Hay que consultar porque además la depresión, que puede llevar a la muerte, es muy tratable, no es una afección que no tenga cura ni manera de ser tratada o controlada entonces es una injusticia que no se consulte por ella”, insiste la psiquiatra.

Sistema

Si bien Trenchi subraya que estamos mucho mejor que hace unas cuantas décadas, el estigma persiste. La experta asegura que hay mucha gente que piensa que al psiquiatra van los “locos”, o que el psiquiatra solo te va empastillar. No se entiende que este es el médico de la salud mental ,así como el gastroenterólogo es el del aparato digestivo y el traumatólogo el del sistema oseo-muscular. La psiquiatría es otra especialidad, forma parte de la salud.

“La salud mental queda como separada no solo en el estigma social, sino a nivel de la asistencia. A mí me duele mucho cuando veo las campañas que se están haciendo últimamente. Estas invitan a consultar, pero la realidad es que si buscas ayuda en la mutualista, quizás te dan una cita de 15 minutos de psiquiatra para dentro de dos o tres meses”, lamenta.

Si bien aplaude a aquellas organizaciones civiles que han desplegado recursos, entiende que la sociedad como tal no está dándole la misma importancia que a la salud física. “A nivel de la estructura, la salud mental sigue siendo una Cenicienta. Sigue considerándose algo de segunda. Tenemos mucho camino todavía para recorrer pero no en el discurso, sino en lo concreto”, sentencia.

“Hay cosas que no pueden prevenirse: si alguien tiene el switch genético de deprimirse o de hacer una esquizofrenia, un trastorno bipolar, la crianza no se lo va a corregir 100%. Pe todo es mejor si uno cría niños mentalmente fuertes y preparados para vivir la vida de verdad. Por ese lado es que nuestra sociedad tiene que trabajar. No creo que estemos criando niños con buena tolerancia a la frustración, con buena capacidad de resolver problemas, de manejar estrategias y habilidades sociales para resolver conflictos de manera no violenta”, concluye.

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