Bienestar
Es importante conocer conductas comunes que nos llevan a aumentar de peso sin notarlo. Por ejemplo, mujeres que duermen con la televisión o una luz encendida tienen más probabilidades de ganar peso.
Sobrepeso y obesidad son apenas el puntapié inicial para otro tipo de afecciones para el organismo. Ambas pueden ser el origen de muchas enfermedades, como diabetes, hipertensión y diversos tipos de cáncer; causar un aumento del desgaste articular y del corazón e, incluso, se cuentan entre los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de las formas más graves de covid-19, solo por detrás de la edad.
Como muchas veces no somos conscientes de las causas de ese peso adicional, lo recomendable, en primer lugar, es consultar con el médico, para que nos ordene los exámenes necesarios para establecer el origen de esos kilos de más.
Más allá de eso también es importante conocer hábitos y conductas muy comunes, y otros no tanto, que nos llevan a aumentar de peso ¡y no lo sabemos!
Infortunadamente, la pandemia, los confinamientos y las actividades a través de plataformas tecnológicas han disparado hábitos que engordan en todo el mundo. España, por ejemplo, es uno de los países en donde este fenómeno se ve con preocupación.
Alimentación consciente, estilo de vida activo y tiempo para descansar son los tres pilares fundamentales para evitar subir de peso, según los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (Imeo). Todo esto debe combinarse con 40 minutos diarios de actividad física, al menos cinco veces a la semana, para potenciar la actividad metabólica.
Estos son hábitos que nos engordan sin que nos demos cuenta:
1. Mujeres: cero luces a la hora de dormir
Las mujeres que duermen con la televisión o una luz encendida en la habitación tienen más probabilidades de ganar peso, según un estudio publicado por el Journal of the American Medical Association (Jama), con base en una encuesta hecha con cerca de 44.000 mujeres estadounidenses y seguimiento durante cinco años.
Ellas fueron clasificadas según su nivel de exposición a la luz artificial durante la noche, proveniente de fuentes como pequeñas luces nocturnas, radios-reloj y luces de la calle, de la televisión o de la propia habitación. Uno de los hallazgos fue que las que dormían con una luz o con la televisión encendida en la habitación tenían 17% más de probabilidades de haber engordado cinco kilos o más durante el período de investigación.
Las coautoras del estudio, Dale Sandler y Yong-Moon Mark Park, del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud y el Medio Ambiente, en Carolina del Norte, sugirieron que la luz podría suprimir la producción de melatonina, lo que altera el ritmo circadiano y los patrones de alimentación.
Así también queda claro que la falta de sueño de calidad fomenta un aumento del peso corporal, debido a un desajuste que se produce a nivel hormonal. En concreto, se segrega menos leptina, hormona supresora del apetito, y se libera más cantidad de grelina (hormona del apetito). ¡Así que a dormir a oscuras!
2. Lo dicho: el estrés no deja nada bueno
Cada vez hay más evidencia de que el estrés juega un papel clave en el aumento de peso. El estrés crónico interrumpe nuestro sueño y desequilibra los niveles de azúcar en la sangre. Esto conduce a un aumento del hambre y a que comer se transforme en un escape emocional, dice el doctor Edward T. Creagan, de la Clínica Mayo.
Al estar bajo estrés es más difícil comer saludablemente. En momentos específicos de estrés muy alto se come con la intención de satisfacer necesidades emocionales. “Durante los momentos de estrés es muy probable que comas alimentos con muchas calorías, aunque no tengas hambre”, dice Creagan.
El estrés, además, lleva a una mayor interrupción del sueño, a niveles más altos de estrés y a valores aún más elevados de azúcar en la sangre. Con el tiempo esto puede conducir no solo a niveles insalubres de grasa corporal, sino a diabetes tipo 2.
Para prevenir el aumento de peso y reducir el riesgo de obesidad es importante mantener el estrés bajo control. Al sentir menos estrés y más control en la vida, será más fácil mantener una alimentación saludable y el hábito de hacer actividad física.
El médico recomienda: reconozca las señales de alerta del estrés, como ansiedad, irritabilidad y tensión muscular. Antes de comer, pregúntese por qué está comiendo: ¿Tiene hambre realmente o es por estrés o ansiedad? Si siente la tentación de comer pero no es por hambre, busque una distracción.
3. ¡Quietos ni para la foto!
Si al cuerpo entran más calorías de las que salen, la gente se engorda. Hasta ahora la mayoría de los estudios se centraban en el eje de lo que se come, pero investigaciones como la publicada en The Lancet Global Health demuestran que esta visión no es la correcta, porque el sedentarismo, al decir de estos expertos, respondería por más del doble de las defunciones que se le achacan a la obesidad.
De acuerdo con Ulf Ekelund, investigador de la Universidad de Cambridge, estar quieto por períodos prolongados incrementa el riesgo de morir hasta en un 59%, en un tiempo que corresponde a una jornada de trabajo de ocho horas.
Para este investigador, la evidencia es clara y realmente el único grupo que está protegido de enfermedades metabólicas, cardíacas y cerebrales es el de aquellas personas que se ejercitan a conciencia, al menos media hora cada día, durante cinco días a la semana. “De ahí para abajo, es decir, menos tiempo dedicado a la actividad física regular, se traduce en riesgos cuantificables”, agrega el académico.
4. A masticar bien
Algunos estudios han demostrado que las personas con sobrepeso mastican menos y durante tiempos más cortos que las personas con un peso normal.
Comer con prisa y sin pensar en lo que estamos haciendo es un hábito que hace que tengamos sensación de vientre hinchado, ganemos peso, nos lleva a sufrir estreñimiento, gases, colon irritable, hipo y otros problemas digestivos.
La digestión empieza en la boca, por eso es importante masticar bien los alimentos: para que se mezclen con la saliva y puedan empezar a digerirse. Así no se sobrecarga el estómago, pues la saliva, que ejecuta varias funciones, favorece la digestión y activa la primera barrera defensiva contra las infecciones bacterianas que llegan con los alimentos.
La saliva contiene amilasa, una enzima que da inicio a la digestión de los carbohidratos y ayuda a descomponer químicamente los alimentos. Si los alimentos no permanecen en la boca el tiempo suficiente, la amilasa no puede actuar correctamente, y si los alimentos llegan al estómago antes de tiempo, este tiene que trabajar más.
5. Trabajos que engordan
Algunas profesiones implican mayor dificultad que otras para llevar un estilo de vida saludable debido a las condiciones laborales determinadas.
Militares, cocineros, camioneros y oficinistas son los colectivos con más riesgo de subir de peso, según los expertos en nutrición.
Entre estos ‘trabajos que engordan’ están los que desempeña el personal de servicios de seguridad, los cocineros y manipuladores de alimentos, los camioneros y trabajadores en servicios de transporte, los oficinistas y también los cargos directivos que, en general, muestran más riesgo de aumentar de peso, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).
Ese mayor riesgo se debe a una serie de factores como trabajar en un espacio de trabajo reducido que limita la movilidad, y la falta de actividad física regular o su mala planificación, según este instituto (www.imeoobesidad.com).
De acuerdo con Imeo, quienes ejercen esas profesiones suelen tener hábitos que no son saludables, como fumar, dormir poco, trabajar bajo presión o estrés, alimentarse a base de menús suculentos, comida rápida, pasabocas y fritos; picar entre comidas y usar el tiempo libre y de ocio de modo más
sedentario.