¿Qué implica ser un ciudadano o ciudadana digital? ¿Cuánto ha variado esto en los últimos años? ¿Cuán importante es para el futuro de niños, niñas y adolescentes en Uruguay lograr convertirse en ciudadanos digitales? ¿Cuánto participa el centro educativo en esa transformación? ¿Y las familias? En este episodio de Aprendiendo del Futuro, el videopódcast de Ceibal, buscamos responder a estas y otras preguntas en una conversación con la jefa de de la Unidad de Datos, Oriana Galland, que es licenciada en Economía con un diploma en Sistemas de Información de las Organizaciones y Gestión de Empresas de TI, y con Pablo Pagés, sociólogo y jefe de Ciudadanía y Bienestar Digital de Ceibal.
La ciudadanía digital, explica Pagés, es un concepto que ha ido mutando a lo largo del tiempo, porque no implicaba las mismas habilidades o conocimientos hace diez años que los que implica ahora. “Hoy identificamos la ciudadanía digital como un espacio de desarrollo de derechos, de democracia, de participación, donde hay un consenso social que nos implica a cada una de las personas, pero no deja de ser un evento colectivo, la conformación de la ciudadanía digital. Entonces, cómo nos vinculamos, cómo participamos, cómo convivimos mediados por tecnologías, tiene que ver con la construcción de ciudadanía digital”, explica el sociólogo.
Ceibal ha sido parte de esa evolución. En ese sentido, Galland explica que 9 de cada 10 niños, niñas y adolescentes se conectan a Internet todos los días desde sus casas y 7 de cada 10 lo hacen desde el centro educativo. “Tenemos conexión a Internet en todos los centros educativos, los chiquilines tienen dispositivos para poder conectarse y los modos de aprendizaje también son en entornos digitales”, explica la experta y en seguida menciona la plataforma CREA de Ceibal, a la que define “claramente (como) un aula virtual en la que “conviven y se conectan” pero donde “además de aprender, también lo usan como una red social”. CREA pasó de ser usada por 45% de los estudiantes en 2020 a más de 80% de la matrícula de estudiantes y docentes en 2023.
Ser ciudadanos digitales, explican Pagés y Galland, implica también la construcción de “un pensamiento crítico” entre niños, niñas y adolescentes que les permita dudar de lo que tienen enfrente para poder construir mecanismos de verificación de los datos e informaciones con lo que todo el tiempo se cruzan en internet o redes sociales. “Prepararlos para pensar, entender, verificar la información, (establecer) de qué fuente de datos está llegando esa información”, asegura Galland.
Pero el concepto de ciudadanía digital ha seguido evolucionando, nos cuenta Pagés y habla de la importancia de lo que llama el “bienestar digital”, nombre del área que dirige en Ceibal. “Poner el foco en las personas, en cómo conviven, cómo intercambian, cómo consumen, pero por sobre todo en cómo se desarrollan en contextos mediados por tecnologías de forma saludable. Para nosotros la referencia del bienestar es una referencia muy clara de hacia dónde tenemos que dirigir las acciones relacionadas con ciudadanía digital”, explica.
El rol de adultos se vuelve fundamental -familias y docentes- para hacer un uso responsable y con sentido pedagógico de las tecnologías. Es así que Ceibal desarrolla materiales y recursos (desde una guía de pantallas en casa y podcasts, hasta cuadernillos para el aula, cursos y talleres para docentes) que buscan facilitar el trabajo en el desarrollo de un sentido crítico y, al mismo tiempo, que contribuyan a la participación y creatividad de cada niño, niña y adolescente.