Inspector de puerto, profesor de historia, “el mejor pizzero” y frontonista hasta los 79 años

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Osvaldo De Camilli. Foto: Gentileza Mercedes De Camilli

CORONAVIRUS EN URUGUAY

Osvaldo De Camilli fue la víctima número 15. Pero detrás de esa cifra hay una historia de vida. Y así la recordó su hija Mercedes, en una breve charla con El País.

El 25 de abril de 2020 no será una fecha más en el almanaque para Mercedes De Camilli. Ese día, su papá Osvaldo falleció a causa del coronavirus. Su muerte fue la número 15 desde que el COVID-19 ingresó oficialmente a Uruguay, el 13 de marzo. Pero detrás del dolor que deja la pérdida de un ser querido, quedan recuerdos, anécdotas, el amor de dos hijos y una historia más profunda que una estadística, más viva que un número frío.

Osvaldo murió con 91 años. Pero hasta el último día de su vida fue un hombre activo. “Papá fue un hombre que amó el deporte toda su vida. Fue frontonista hasta los 79 años. Y cuando no pudo jugar más por una lesión en el hombro, se dedicaba a caminar. Siempre muy activo”. No sufría enfermedades crónicas u otros problemas de salud al contraer la enfermedad, más que la avanzada edad y un normal deterioro mental.

De joven, Osvaldo jugó al fútbol en La Luz Fútbol Club. En esa época, recuerda Mercedes, era hincha de Peñarol. “Pero ya más de grande cambió para ser hincha de los que llamaba cuadros chicos, porque decía que había que apoyarlos”. El deporte y la actividad física siempre estuvieron presentes en su día a día. En la voz de Mercedes se nota el orgullo hacia esa característica de su padre. Y ella heredó esa pasión, que ahora se vio menguada por el coronavirus, enfermedad que también padece y sobre la cual espera el resultado de un segundo hisopado que le confirme que superó el virus. Tiene confianza que así será.

Y sobre su salud dice solo eso. Prefiere seguir hablando sobre un hombre que marcó su vida. Osvaldo fue profesor de historia. También enseñaba dactilografía. “Escribía muy bien. Tenía un gran manejo de la lengua. Hacía unos discursos preciosos. Siempre nos decía: ¿no sabés lo que querés decir? Andá al diccionario. Teníamos una colección y ahora yo también tengo una”, recordó entre risas Mercedes.

Era también “el mejor pizzero” y les preparaba unos bizcochitos cuando eran pequeños que el hermano de Mercedes renombró como “renondos”. Ambos padres estaban muy presentes en la educación de sus hijos. “Papá nos llevaba a la escuela, nos controlaba los deberes”, agregó orgullosa su hija. Su madre era maestra. Falleció hace varios años ya a causa de diabetes.

Mercedes también recuerda con gran afecto la responsabilidad que su padre tenía hacia el trabajo. Además de la docencia, trabajó como inspector de puerto. “Ni un día llegó tarde a trabajar. Solo faltó cuando tuvo una caída y le dieron 15 días de licencia médica”.

También lo recuerda como una persona “generosa de alma” que siempre ayudó a su familia y al prójimo en todo momento que tuvo la oportunidad.

Osvaldo estaba internado en el residencial Dolce Vita, dónde se detectaron varios casos de COVID-19. Pero Mercedes no tiene palabras negativas hacia el hogar. Al igual que otros familiares está conforme con la atención del geriátrico. “Vivíamos cerca del hogar y cuando él venía a casa, al rato me pedía para volver. Quería volver”, dijo la mujer. “Tenía un apetito voraz y comía todo lo que le llevaba y lo que le daban ahí”, finalizó.

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