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Los paisajes nevados, tan tradicionales en los inviernos del hemisferio norte, representan una auténtica rareza en el Uruguay. Tanto, que cada vez que nevó en esta tierra, fue noticia.
Ya en el siglo XXI, también se reportaron casos parecido en los departamentos de Colonia y Maldonado. Por ejemplo, en agosto del año pasado copos de nieve se depositaron en lo más alto de las sierras de Maldonado y Lavalleja, en particular en el Cerro Catedral, el punto más elevado del país. Mientras tanto, en zonas del sur y el este cayó graupel, una especie de granizo suave, como si fueran pelotitas de hielo.
¿Y por qué no nieva más seguido en este país, pese a que las temperaturas gélidas son habituales en invierno?
Porque para que caiga nieve se necesita que se combinen varios factores: una masa de aire polar, la inexistencia de viento, la presencia de nubes bajas y una presión atmosférica alta. Y esa conjunción no resulta común en estas tierras, que tampoco poseen cadenas montañosas, donde el frío es más intenso.
A menudo se puede confundir las nevadas con el aguanieve, la mezcla de lluvia con copos de nieve, que terminan derritiéndose antes de tocar el suelo. Y hace imposible construir muñecos en el jardín como los que se vieron años atrás en Uruguay.
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