En este caso, el archivo fotográfico es un cofre que guarda un verdadero tesoro sobre un episodio que sigue emocionando a los uruguayos, incluso a los nacidos mucho después del 16 de julio de 1950.

Las fotos de la concentración reflejan la juventud de los protagonistas, un detalle que tal vez se perdió en el tiempo transcurrido desde entonces. De los entrenamientos se puede comprobar también cómo cambiaron desde entonces las instalaciones que albergan la Copa del Mundo, así como la indumentaria, tan distante de las marcas deportivas del presente.

Del partido con Brasil se habló mil veces, y con razón, sobre el impacto que significaba el gigantesco estadio de Maracaná repleto. Pero una cosa es contarlo y otra comprobarlo en algunas de estas fotos, con el público apiñado, sentado en los balcones, dispuesto a ser testigo de un acontecimiento inolvidable… aunque no en el sentido que los brasileños esperaban.

Las fotos de los festejos apasionan todavía, con el fondo de asombro y desolación de los hinchas brasileños, las dos caras de aquel partido que hizo nacer la expresión Maracanazo como sinónimo de resultado inesperado y resonante.

Apenas terminó el partido en Río de Janeiro, las calles de todo el Uruguay se poblaron de festejos por varios días. Miles de personas fueron al Aeropuerto a esperar a los celestes a su regreso. Y no pocos de ellos se sumaron a la caravana ocupando todos los lugares del ómnibus.

La historia del triunfo uruguayo es tan grande que, siete décadas más tarde, sigue admitiendo nuevos relatos e interpretaciones. Y siempre aparecerá la foto que compruebe, una vez más, que la leyenda es cierta.

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