A 60 años de la tragedia atómica en Nagasaki

Japon - Tres días después de Hiroshima, Nagasaki conmemoró hoy el sexagésimo aniversario del bombardeo atómico del 9 de agosto de 1945, prometiendo ser el "último lugar del mundo sometido al horror de las armas nucleares".

Este pintoresco puerto del sur de Japón se inmovilizó durante un minuto, al son de las campanas y las sirenas, a las 11H02 (02H02 GMT), hora en la que la segundo bomba atómica fue lanzada contra la ciudad, matando a 74.000 personas.

Hablando ante unas 6.000 personas reunidas en el Parque de la Paz, el alcalde de Nagasaki, Iccho Ito, exhortó al pueblo estadounidense a denunciar la política nuclear de la administración Bush y a comprometerse en favor del desarme.

"Comprendemos su furia y su angustia por los terribles recuerdos de los ataques terroristas del 11 de septiembre", dijo.

"¿Pero, al fin y al cabo, su seguridad está realmente reforzada por la política de su gobierno, que almacena 10.000 armas nucleares, efectúa pruebas nucleares repetidas y prosigue el desarrollo de nuevas armas atómicas en miniatura?", planteó el alcalde.

"Confiamos en que la gran mayoría de ustedes quiera de todo corazón la eliminación de las armas nucleares", agregó Ito.

Como en Hiroshima hace tres días, el primer ministro Nunichiro Koizumi reiteró la voluntad de Japón de encabezar la campaña internacional a favor de la abolición de las armas nucleares y la no proliferación.

Koizumi, que viajó a Nagasaki a pesar de la crisis política en Japón, presentó sus condolencias a las víctimas y prometió respetar los "tres principios no nucleares".

En diciembre de 1967, Japón se comprometió solemnemente a no fabricar, poseer o dejar entrar en su territorio armas nucleares.

De su lado, el alcalde de Nagasaki llamó al gobierno japonés a "preservar los ideales de paz de la Constitución" de 1947 que excluye el recurso a la fuerza, y del que el gobierno desea la revisión.

Durante un emocionante discurso, Fumie Sakamoto, sobreviviente de Nagasaki, relató su calvario el día del bombardeo, cuando se puso a delirar.

"Cuando el médico vio mis jadeos convulsivos, dijo que no tenía medicamentos para alguien que se va a morir. Me habían enseñado que la medicina es un arte bondadoso, pero parece en que en tiempo de guerra, incluso los doctores pierden su humanidad".

"Mientras viva, juro por el alma de las víctimas del bombardeo atómico que seguiré pidiendo sin descanso que Nagasaki sea el último lugar víctima de una bomba atómica", prometió.

Poco antes de la ceremonia, once dignatarios religiosos, budistas, sintoístas y católicos, habían orado en una ceremonia ecuménica en honor de las víctimas de la bomba, delante del Monumento a la Paz.

Representantes extranjeros depositaron ofrendas florales.

Entre ellos, se encontraba Douglas A. Lenz, conservador del Museo memorial "USS Arizona" de Pearl Harbour, donde el ataque sorpresa de la aviación japonesa en diciembre de 1941 inició la Guerra en el Pacífico.

AFP

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