Buena parte de los "cerebros" más destacados del país estuvieron ayer en el Teatro Solís, en la celebración de los diez años de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

Esta institución, que es coetánea del Plan Ceibal y la Agencia de Gobierno Electrónico (Agesic), destinó en una década US$ 279 millones a 6.000 proyectos productivos y de generación de conocimiento.

¿El resultado? Se crearon más de 2.100 puestos laborales —a razón de tres por cada uno de los 700 proyectos de innovación— y Uruguay pasó de tener unas decenas de investigadores, a la salida de la dictadura, a más de 1.700 en la actualidad.

"Es un logro, pero es poco", reconoció Fernando Brum, presidente de ANII. El país cuenta ahora con 540 investigadores cada un millón de habitantes cuando, según los estándares globales, debería superar los 2.000 para tener reconocimiento internacional.

Por eso la de ayer fue una cita de emociones encontradas. Por un lado, se celebró el impulso al sistema de pesquisas, al acceso gratuito a la literatura científica a través del portal Timbó y el acercamiento entre la academia con las necesidades de las empresas.

Por otro, se criticó la faltante de inversión en estas áreas que, según el programa del Frente Amplio, debería llegar al 1% del PIB hacia 2020 y aún no alcanza la mitad de lo prometido.

Brum justificó que el tiempo transcurrido es "muy poco". De hecho el presidente Tabaré Vázquez, presente en el evento, usó una frase que tiene más de 500 años: "La ciencia sin conciencia es la ruina del alma". Se trata de un dicho de François Rabelais que el mandatario ya había usado al inaugurar el I Foro Abierto de Ciencias de América Latina y el Caribe.

El presidente de la ANII dijo que imagina que los problemas que hoy se plantean "sean superados en los próximos 10 años" y concluyó que hoy hay que "festejar la continuidad a los apoyos: los investigadores o emprendedores saben en qué época del año se abre las convocatorias y esperan para eso".

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