Anorexia y bulimia

| Son trastornos que han adquirido el perfil de una patología de tipo psico-social y cultural

Compartir esta noticia

Dr. Eduardo Casanova

Médico Internista de UCM

Los grandes problemas de alimentación en el mundo se relacionan con la desnutrición. Otros problemas menos conocidos son los vinculados con la disorexia que se expresa como anorexia nerviosa y bulimia.

Las disorexias son motivo frecuente y creciente de consultas médicas, sobre todo entre la población de adolescentes y fundamentalmente en el sector femenino de los países desarrollados. En ellos estos trastornos han adquirido el perfil de una patología de tipo psico-social y cultural que caracteriza nuestra época.

Si bien la obesidad se encuentra vinculada estrechamente con los trastornos de la alimentación, como una "hiperorexia" o trastorno vinculado a la ingesta excesiva de alimentos, no se trata propiamente de una disorexia, pues incluye otras patologías más complejas que se vinculan a determinantes genéticas, endocrinológicas, y fundamentalmente al sedentarismo.

ANOREXIA NERVIOSA. La incidencia en la población general es de 1 cada 100.000 personas, mientras que para la población adolescente femenina (entre 12 y 18 años) es de 1 en 200, sin incluir alteraciones alimentarias de tipo trivial. El crecimiento y desarrollo corporal que se produce en la adolescencia, junto a la maduración del psiquismo, crea una especial situación que favorece una preocupación excesiva por la figura.

En situaciones de inestabilidad emocional se precipita esa preocupación en forma obsesiva y patológica dando forma a la disorexia. La patología puede llegar a extremos graves de compromiso de la nutrición normal, pudiendo alcanzar extremos que hacen necesaria la hospitalización para su tratamiento.

Desde los primeros análisis epidemiológicos realizados se destacó un claro predominio de esta patología dentro de la cultura occidental, y en ella para la raza blanca, estando casi totalmente excluida de ella la raza negra.

Sin embargo, esta diferenciación no era atribuida a causas genéticas sino culturales.

Por ejemplo, sólo se veía en adolescentes árabes que habían emigrado e integrado a la cultura de Londres. Había una claro predominio de la enfermedad en poblaciones de Italia al norte (Milán) respecto al sur (Apulia).

El fenómeno se explicó en relación a un estilo de vida vinculado a un aprecio excesivo por el "éxito social" y el "éxito económico" unidos a una mayor competencia social. Ello explicaba también el aumento observado en Japón que corría en paralelo con el grado de "occidentalización" de su cultura.

BULIMIA. Su nombre deriva de buey y hambre, hambre de buey, según lo definió en el siglo XIX el New Dictionary of Medical Science,: "Un apetito atroz. Se observa en algunas ocasiones en la histeria y a lo largo del embarazo, pero raramente en otras circunstancias".

Durante mucho tiempo se confundió con la anorexia nerviosa.

Ello hizo que su identificación fuese más tardía como entidad independiente y su epidemiología sea menos conocida.

En tiempos de Galeno (131 - 201 DC) el "enorme apetito" sufrido se atribuía a patologías digestivas, idea que luego se reforzó por la frecuente asociación de vómitos y adelgazamiento.

Se planteó una parasitosis (la "lombriz solitaria") que impedía engordar.

La frecuente asociación con trastornos psíquicos, hizo que en 1903 Janet las relacionara con "psicastenias y obsesiones".

En 1980 se le llamó "bulimia nerviosa".

En 1985 se definió la frecuencia de períodos "voraces"que debían ser, al menos, dos episodios semanales promedio separados por intervalos anorexígenos y reiterados durante períodos no inferiores a los tres meses.

Las cifras oscilen entre el 4 y el 8% para una población de mujeres jóvenes, con un 13% para una población general considerando a hombres y mujeres en conjunto.

Más allá de estas cifras, el dato epidemiológico reciente más significativo está en relación con el crecimiento actual que se comprueba registrando episodios de bulimia durante la evolución de las anorexias nerviosas.

Un gran número de estudios coinciden en que, hasta en un 47% de los casos, las anorexias nerviosas padecen bulimia en algún momento de su evolución.

Fuente: GUILLEMOT A. y LAXENAIRE M., Anorexia nerviosa y bulimia. El peso de la cultura. Ed Masson SA, Barcelona, 1994

Rechazo o ingesta compulsiva

En los últimos años se comprobó un creciente número de consultas médicas, fundamentalmente psiquiátricas, motivadas por trastornos en la conducta alimentaria o disorexia, que consisten tanto en el rechazo del alimento como en la ingesta copiosa y compulsiva o bien en la combinación de ambos.

La falta de alimentación por anorexia nerviosa puede llevar al adelgazamiento con compromiso nutricional que puede ser grave. Es el trastorno estudiado desde hace más tiempo por lo que cuenta con mayores estudios epidemiológicos.

La bulimia por el contrario, se identificó mejor en los últimos 25 años, pues antes se le confundía con otras patologías, incluso con la anorexia nerviosa.

El rechazo alimentario de la anorexia es un síntoma expresado como simple inapetencia o bien como repugnancia más o menos selectiva para diferentes tipo de alimentos, por ejemplo la carne.

COMUNIQUESE CON UCM

UCM está a disposición de los lectores para aclarar dudas y ampliar información sobre éste y otros temas a través de nuestro correo en internet "cercanía@ucm.com.uy" o por carta en nuestra sede de José Mazzini 2957

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar