Además del sufrimiento que implica el dolor físico, también se debe tener en cuenta que la vivencia del dolor puede ser traumática para el paciente, y tiene repercusiones a nivel emocional y psicológico.

La doctora Ana Goodson, psiquiatra de niños y adolescentes del Centro Hospitalario Pereira Rossell, explica que el dolor es una experiencia subjetiva y única. "Uno está solo en esa experiencia. Y cuando el dolor es importante, se convierte en lo central para la persona, no puede pensar en otra cosa. Por eso puede desorganizar su aparato psíquico", indica la psiquiatra.

El dolor crónico suele producir ansiedad y depresión, tanto en el niño como en el adulto. Si el dolor a largo plazo es mal tratado suele producir retraimiento, depresión, irritabilidad y conducta agresiva. Esto repercute en la vida cotidiana de la persona: disminuyen sus salidas de la casa, se deterioran sus relaciones afectivas y familiares así como su vida social, y también disminuye su capacidad de trabajar.

¿Cómo se puede afrontar esta situación? De acuerdo a Goodson, cada persona tiene una modalidad de afrontar el dolor: "en lo emocional no hay receta, pero sí es cierto que una persona con miedo al dolor y mucha ansiedad lo sentirá más aun". Por esta razón aconseja que en cualquier tratamiento se le explique a la persona qué deberá afrontar. "Debe tener buena información de lo que le pasa y así disminuye su ansiedad. Todo lo imprevisible da miedo y puede desorientar a la persona", explica la psiquiatra. Esto se aplica tanto para niños como para adultos.

Para los familiares que deben acompañar al paciente, Goodson aconseja que se aliente a que salga, no se aísle y que se distraiga, pero que tampoco deje de expresar lo que siente.