"Las artes visuales y la economía están muy vinculadas"

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Ricardo Pascale. Foto: Ricardo Figueredo

Hoy miércoles, el artista y economista uruguayo Ricardo Pascale será el invitado del ciclo cultural del Hotel Barradas. “El escultor de las finanzas” se titula el encuentro que el reconocido creador y ex presidente del Banco Central mantendrá con Diego Fischer desde las 20:00 horas, en Río Branco y Francia, Parada 9 de la Mansa, con entrada libre.

Pascale nació en Montevideo en 1942, desde los 13 años comenzó a vincularse con las artes plásticas, quiso estudiar medicina y arquitectura, jugó al fútbol en Peñarol, y terminó optando por la economía. En 1966 se graduó de contador público. Desde 1995 comenzó a exponer sus esculturas en madera.

—El crítico Jorge Abbondanza lo calificó a usted como un hombre de dos reinos, el contable y el plástico, el de la cátedra de finanzas y el del aserradero. También lo comparó con Figari, porque saltó del mundo universitario a la plástica y porque lo hizo después de los 50 años de edad

.—Yo había empezado a hacer cosas en el arte desde niño pero permanecía en un ambiente íntimo, de mis amigos, de los familiares más allegados. Cuando yo era ya maduro me puse a trabajar más.

—¿Quién lo conduce hacia el mundo del arte?

—Mi madre me descubre, a los 12 o 13 años; veía que dibujaba y me llevó a una profesora muy avanzada para la época, muy vanguardista, que dejabavolar a la gente, no quería pájaros de aljibe sino del espacio. Se llamaba Elsa Carafí. Después vinieron Nelson Ramos, Espínola Gómez, Testoni, Marco Maggi, grandes amigos de distintas épocas y con diferencias artísticas entre ellos. Lo importante de esto es la humildad y estar siempre aprendiendo. El problema viene cuando uno cree que sabe. Las obras no se terminan nunca, se paran en algún momento. Usted las agarra un tiempo después y dice: ¿por qué hice esto? Siempre hay que tratar de crear, renovándose.

—¿Hay en eso un punto en común con la economía?

—Están muy vinculadas las artes visuales y la economía aunque parezcan muy distantes. Cada vez más el economista requiere tener una mente muy abierta a la creación, en un mundo tan cambiante, lleno de incertidumbres y de sorpresas. Los manuales duros, escritos en acero, tienen que dar paso a cosas mucho más flexibles y más creativas. El drama que tenemos en la docencia académica es cómo preparamos a un alumno con la base científica pero a su vez con la capacidad de crear y adaptarse a las nuevas realidades del mundo .

—Con la asunción de Trump, y sus medidas proteccionistas, ¿puede haber una guerra comercial, como prevén algunos?

—Si el señor Trump puede llevar a la práctica lo anunciado en la campaña electoral, va a correr el reloj cincuenta años para atrás. Y los más perjudicados van a ser ellos.

—A la vocación por la economía que lo llevó al doctorado, y también por el arte ¿se suma alguna otra?

—Tengo varias vocaciones, algunas quedan en el tintero. La arquitectura y la medicina, por ejemplo. Creo que en el fondo a lo que uno aspira es a que el ser humano viva mejor. Intenté hacer medicina pero tuve algunas dificultades emocionales. De todos modos mantuve una vinculación muy grande, hasta dando conferencias en encuentros de médicos. A mediados de los 50, cuando el país comenzó a estancarse y tener inflación, me decidí por la economía.

—Después que la pelota que tiró Schiaffino se quedó en el barro, en el mundial del 54...

—Esa imagen está buena, el fútbol es otra de mis grandes pasiones. Pero mi padre me insistió en que lo dejara cuando estaba jugando en Peñarol. Lo hice sin ningún remordimiento, aunque me estaba entrenando en Los Aromos con el plantel superior, por el 61. Mi ídolo era el Tito Goncalvez. Papá era sastre y los jugadores se hacían los trajes con él.

—¿De qué jugaba?

—De centrohalf, pero ya el Tito era crack, yo jugaba un poco más retrasado, en el puesto que tuvo Gambetta en el 50, un back izquierdo más adelantado. Con Peñarol jugué hasta a la paleta, pelota vasca.

—Su primera exposición se hizo en 1995. Antes de eso había incursionado en pintura, con óleos o acuarelas.

—Primero el dibujo, que me apasiona; después los grabados, collages y óleo pastel, o con acrílico, con acuarelas.

—¿Cómo fue que Ramos le marcó el rumbo para que usted se volcara a la escultura?

—A fines de los 80 empiezo a ir a su taller y en un momento me dijo que no sabía si yo me daba cuenta de que me estaba saliendo del plano, de la bimensionalidad. "Sentite libre, porque te vas para el espacio", me dijo. Ahí me fui largando y él mismo me consiguió el lugar para la exposición del 95 en la Alianza Cultural. Yo había sido presidente del Banco Central cuando volvimos a la democracia, en el 85, y hasta el 90. Y en abril del 95 entro de nuevo al Banco Central. Un mes después me llamaron de la Alianza Uruguay-Estados Unidos para que no me olvidara de la muestra. Fue algo inusual, la Argentina estaba muy convulsionada, muy zigzagueante, estaba el doctor Domingo Cavallo, con unas teorías económicas un poco heterodoxas. Hacer una exposición de arte, estando en el cargo del Banco Central, requería estar muy atento, yo lo estaba, pero requería la aquiescencia del primer mandatario (Julio María Sanguinetti). Él ni me habló de ese tipo de preocupaciones, solo quería saber si para mí estaba bien la obra. En fin... y ese mismo año, siendo presidente también del Banco, hice mi primera exposición individual en Buenos Aires, en octubre del 95. El embajador era Juan Raúl Ferreira. En Argentina siempre me trataron con mucho respeto.

—¿Recuerda cuándo decidió dedicarse a hacer sus esculturas en madera?

—Lo recuerdo, en 1990. Como economista, en aquel tiempo era asesor de una curtiembre. Un día, con su dueño, estábamos pasando de un galpón a otro y veo unas maderas vetustas, llenas de colores, con las huellas que le dejaron los hierros, con óxido. Vi las maderas, muy duras, de lapacho, curupay, y ahí vi la obra que pensaba hacer. Me las regalaron, se las llevé a Nelson Ramos y él me dijo: "es esto, es el camino". Tomé a la madera como principal actriz, sin tocarla, componiendo nuevas formas con ella, tal como había sido encontrada cada una. Eso ocupó buena parte de mi trayectoria. Después me volqué hacia una madera que seguiría siendo la actriz pero no solo por su belleza, sino por la forma que yo quería darle.

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Ricardo Pascale. Foto: Ricardo Figueredo

RICARDO PASCALE

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