DÉBORAH FRIEDMANN
Medir la capacidad de funcionamiento del corazón y del aparato respiratorio permite predecir patologías y tomar acciones para evitarlas. Para aumentar la esperanza de vida el "gran paso" es dejar de ser sedentario.
Llega al consultorio un paciente de entre 20 y 35 años sin ningún síntoma de importancia. El médico le pide que se suba a una bicicleta o a una cinta y le mide su aptitud cardiorrespiratoria (capacidad funcional). El resultado puede ser, por ejemplo, cinco, siete o 10 equivalentes metabólicos, llamados METs, término que representa múltiplos de la energía metabólica consumida en reposo, y que sirve para valorar el consumo energético durante el ejercicio.
"Las personas que tienen cinco tienen más chances de convertirse en diabéticos, hipertensos o de tener el colesterol alto. Los de siete tienen más chances que los de 10 y menos que los de cinco", explica el cardiólogo Pedro Amonte a El País. "O sea que la capacidad funcional disminuida está prediciendo en gente joven que le van a aparecer patologías", añade.
En los rangos de mayor edad, por ejemplo entre 40 y 70 años, las personas que presentan una capacidad funcional disminuida "se mueren más, van a hacer más infartos o a necesitar cirugías de revascularización o angioplastias".
Habitualmente, la capacidad funcional se mide en Uruguay sólo a los pacientes enfermos. "A mí y a todas las generaciones nos enseñaron a hacer una Medicina de camilla y a usted le hacen una tomografía. Es la estructura pero nadie mide cómo funciona", señala Amonte.
"Queremos difundir que la capacidad funcional es un predictor de patologías, y que por lo tanto, sea parte del examen común y corriente. Porque además es muy barato. Yo quiero educar a la gente para que lo pida", añade.
Mejora. En los últimos años numerosas investigaciones epidemiológicas habían mostrado que cuanto mayor era la aptitud cardiorrespiratoria se producían menos enfermedades cardíacas y muertes. Con esa premisa, un grupo de científicos decidió estudiar la relación cuantitativa entre la capacidad funcional y las patologías del corazón.
"Una mejor capacidad funcional se asocia con un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa, y en particular por enfermedades cardiovasculares", concluyeron en el trabajo publicado en la revista de la Sociedad Médica de Estados Unidos, Jama. A su vez, cuando la persona logra aumentar un MET su capacidad reduce 13% su mortalidad por cualquier causa y 15% por patologías cardiovasculares.
"Sugerimos que la aptitud cardiorrespiratoria, que puede ser fácilmente evaluada con una prueba de esfuerzo, podría ser útil para la predicción de enfermedades coronarias y determinar el riesgo de mortalidad, especialmente en la atención primaria", señalaron los científicos en su análisis.
La buena noticia es que la capacidad funcional puede mejorarse, y con ella reducir el riesgo de morirse, o como prefieren presentarlo los especialistas, aumentar la sobrevida.
"Lo que estamos proponiendo es el ejercicio físico. Lo que es tremendamente perjudicial es ser sedentario", afirma Amonte.
El "gran salto" para aumentar la capacidad funcional y la esperanza de vida es pasar de ser sedentario a caminar cuatro horas por semana. El tiempo es acumulativo. Eso implica, que por ejemplo, puede caminar dos días una hora y otros cuatro 30 minutos. La clave es hacerlo a un ritmo constante y no como si paseara, señala el cardiólogo.
sedentarios. En los adultos mayores la mortalidad varía sustancialmente entre quienes son o no sedentarios, señala el especialista.
Un estudio efectuado en Australia, analizó la mortalidad global de 4.677 hombres y 4.563 mujeres de entre 70 y 75 años. En las mujeres, el riesgo de fallecer era el doble para las sedentarias respecto a aquellas que sí efectuaban actividad física.
En los hombres, en tanto, también la diferencia era sustancial aunque menor. La más evidente es entre aquellos que tenían bajo peso: el riesgo disminuía de 4,15 a 3,25.
Los investigadores estudiaron además cuál es el valor de Índice de Masa Corporal (IM) que se relaciona con la más baja mortalidad en ancianos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define cuatro categorías principales: bajo peso (menos de 18,5 kilos por metro cuadrado), peso normal (entre 18,5 y 24,9), sobrepeso (de 24,5 a 29,9) y obesidad (más de 30).
"El estudio demostró que en las personas que sobreviven hasta la edad de 70 años, el mínimo riesgo de mortalidad se observa en las que tienen un IM considerado como sobrepeso, según la clasificación de la OMS", concluyeron.
Incluso, las personas con bajo peso y con peso normal tenían un mayor riesgo de mortalidad que aquellos con sobrepeso.
"Los ancianos con sobrepeso no tienen mayor riesgo de mortalidad y no parece justificado administrarles dietas hipocalóricas. Por el contrario, la pérdida de peso puede ser perjudicial", consideraron los investigadores.
La cifra
15% Es lo que se baja el riesgo de morir del corazón mejorando 1MET la capacidad.