Seis de cada diez pacientes ni siquiera consultó a su médico.
Solo el 7% de los pacientes que está en tratamiento con marihuana accede a los productos con la firma de su médico, como aconseja la ley de regulación. El resto acude a las vías ilegales —como la compra a terceros, por Internet o en el exterior—, o a las que carecen de control de calidad —como el autocultivo o los clubes cannábicos.
El problema, explicó el investigador Gustavo Robaina, de la Universidad de la República, es que "la baja cifra da cuenta de que la mayoría está accediendo a un producto sin control de calidad, sin saber la cantidad de psicoactivo, de residuos de agroquímicos y metales pesados, de las condiciones higiénicas de secado, de la asesoría de un médico que informe y evalúe…". Y agregó: "Se corre riesgo de que se logre el efecto contrario al deseado".
Así como el cannabis puede generar alteraciones, abrir el apetito o cambiar el humor en una persona sana, en alguien "enfermo" funciona como un regulador del sistema. Pero, como sucede con un remedio psiquiátrico, para cada caso y dependiendo de la patología, hay que conocer el tipo de producto, la cantidad de cannabinoides y los efectos secundarios. Seis de cada diez pacientes que se acercaron al consultorio de la última "Expo Cannabis" no consultaron a su médico. Y de los que lo hicieron, cuatro de cada diez se encontraron con el escepticismo, disconformidad o desconocimiento del profesional de la salud.
Los datos son parte de la primera "Caracterización de la demanda de cannabis medicinal en Uruguay", una investigación que encabezó Robaina junto al equipo de Monitor Cannabis y que fue presentado hace un mes en Dinamarca.
Si bien las encuestas realizadas a 95 personas no son estadísticamente representativas, "sí son el primer acercamiento a una realidad invisibilizada", dijo Mauricio Coitiño, integrante del grupo de investigación. Suena paradójico, pero en Uruguay el proceso de regulación comenzó a la inversa que en los modelos extranjeros y se optó por darle mayor protagonismo al uso más impopular: el recreativo.
Dos tercios de la población, según cifras oficiales, ven con buenos ojos el uso medicinal de la marihuana. Sin embargo, esta opción "quedó postergada hasta que comience la venta en farmacias para fines recreativos —a priori la primera quincena de julio", señaló Robaina.
En cuando al uso médico, "la ley aprobada en 2013, que obliga al Estado a asumir un rol de productor de cannabis medicinal, choca con un sistema pensado para la gran industria farmacéutica (con sus intereses y controles)", dijo el investigador. En Uruguay, indicó, se sigue colocando al cannabis en la lista uno de sustancias controladas: no se le reconoce potenciales médicos ni de uso científico.
Además, la normativa del Ministerio de Salud exige un ensayo clínico a todo producto de uso médico, cuyo valor asciende a US$ 5 millones y que "no es viable para la forma de producto vegetal", explicó.
El cannabis medicinal puede venderse como un fármaco convencional, de esos a los que uno accede en una farmacia o en la mutualista (si es que ellas asumen el costo, de unos US$ 300 por mes) o como producto vegetal controlado (similar a la homeopatía). Por ahora, el sistema no está preparado para cualquier de las dos vías, concluye el informe.
"Claramente los tiempos del Estado no son los del dolor de las personas", las que "van perdiendo su calidad de vida", comentó Robaina. En la encuesta, los investigadores aplicaron un índice que elaboró la Facultad de Medicina y se reveló que la calidad física de quienes han consultado en la Expo Cannabis es 13 puntos debajo del nivel medio de la población, en una escala del uno al 100, y la calidad mental está nueve puntos deteriorada frente a la media.
Muchos pacientes "llegan a las consultas desesperados", contó Robaina. A él le ha tocado entrevistar, para esta investigación, a un hombre con esclerosis múltiple que no podía hablar ni controlar los esfínteres antes de probar la eficacia del cannabis. Otros tienen familiares con varias convulsiones diarias y resulta "angustiante no poder encontrar una solución", explicó. El 55% de los pacientes aduce "dolor crónico multicausal" y el 16% problemas neurológicos (es especial epilepsia).
CONSUMO REGULADO