Cinco años de la muerte de Blanca Aguirre

Se cumplen hoy cinco años de la muerte de Blanquita Aguirre. Rápido corre el tiempo y su corriente, cada vez más impetuosa en el mundo de hoy, pronto se lleva los recuerdos en el seno de nuestras impaciencias y de los renovados desafíos de nuestra aventura vital. Se desliza sin embargo impotente cuando la vida que se lleva es la de una siembra callada y rica, porque entonces se hace ésta presencia que no pierde proximidad. Ya no sólo por la herida que nunca termina por cerrar, sino sobre todo por el ejemplo que nos inspira y nos acompaña.

Blanquita Aguirre en esta casa y en el seno de su familia es ese recuerdo, que se hace siempre cercanía en el simple andar cotidiano, como si sólo ayer hubiera partido. Porque a la periodista responsable, sagaz, talentosa con su página de la mujer, se agregaba esa su calidad humana de excepción, que irradiaba serenidad cualquiera fuese la gravedad de un problema, la tensión de un ambiente, la dimensión de una contrariedad...

Detrás de su rostro sonriente, de su físico pequeño, de su mirada vivaz, de su risa pronta, de su modestia, tenía una personalidad vigorosa, indoblegable, ese temple de las almas forjadas en el amor, en el deber, en el sacrificio. Centro del hogar supo vivir con sencilla alegría sembrando afectos, y con ejemplar entereza el tiempo de su dolorosa despedida.

Blanquita es y será una de esas entrañables sombras de este diario que forma parte de ese acervo, que da razón a su larga marcha con algo de milagro.

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