"La demografía obligará a subir la productividad"

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Juan José Calvo. Foto: Marcelo Bonjour

Juan José Calvo es docente y representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Uruguay y uno de los principales expertos sobre la demografía uruguaya.

Sostiene que el envejecimiento de la población es irreversible y que es sinónimo de creciente desarrollo, aunque obligará a incrementar mucho el gasto en salud y un sistema nacional de cuidados que deberá atender a una población con cada vez más ancianos.

¿Por qué Uruguay tuvo una estructura demográfica temprana de país desarrollado y qué implicancias tiene eso?

— Uruguay tuvo una historia demográfica muy inusual en América Latina y el Caribe. Fue muy precoz en varios sentidos. Fue uno de los primeros países que realizó una transición demográfica, esto es el pasaje de un régimen de alta natalidad y alta mortalidad a un régimen de baja natalidad y baja mortalidad. Hay distintas razones pero una que es bien importante es que, sin desconocer la importancia histórica, cultural, que tenían los pueblos que se encontraban ocupando el territorio en el momento de la conquista, desde el punto de vista cuantitativo es muy pequeño su peso demográfico. Y los uruguayos, como dice el dicho, somos básicamente descendientes de los barcos. Gran parte de los migrantes eran europeos —también vinieron africanos forzados— y ya traían un comportamiento demográfico moderno. No es la única razón. También hay que entender que Uruguay procesó muy tempranamente un conjunto de reformas que otorgaron grados de bienestar importantes a la población desde el punto de vista sanitario. Todos esos factores confluyen en que la mortalidad descendió tempranamente y también la natalidad, pero ya desde puntos de partida relativamente bajos si los comparamos con otros países de la región. Nosotros nunca observamos esas altísimas tasas de fecundidad que hasta muy poco tiempo atrás se observaban en algunos países del continente. A inicios del siglo XX la demografía uruguaya era bastante similar a la demografía de los países desarrollados. Uruguay transitó la caída de la fecundidad, la caída de la mortalidad, el envejecimiento de la estructura por edades, el enlentecimiento del crecimiento demográfico, la urbanización muy temprana y el recostamiento de esa población en las áreas costeras. Esto está pasando en el planeta. Uruguay está, si uno quiere ponerlo en una especie de ranking, en la región sin duda como líder y en el mundo muy cercano a los pioneros en todos estos procesos. La diferencia está en que los países pioneros acompasaron este proceso demográfico con un desarrollo y un crecimiento económico que en Uruguay no fue en ese volumen y eso genera problemáticas, genera desafíos. Uruguay enfrenta desafíos demográficos modernos con un contexto económico que no ofrece el mismo colchón de oportunidades que sí han tenido los países desarrollados.

— ¿Debe preocupar el envejecimiento?

— Quiero ser claro: el envejecimiento es bueno. Envejecemos porque estamos generando las condiciones de desarrollo que permiten que la estructura de la población envejezca. No solamente porque se extendió la esperanza de vida, sino también porque las personas se están acercando efectivamente al número de hijos que desean tener y al momento en el que los quieren tener. Esto produjo una caída de la fecundidad importante que es el principal factor explicativo del envejecimiento, que es una consecuencia producto del ejercicio de un derecho. El envejecimiento se da en todo el planeta. El siglo XX fue el siglo del crecimiento demográfico. El siglo XXI es el siglo del envejecimiento demográfico. No se va a detener ni en Uruguay ni en ninguna parte, a menos que aparezca una pandemia de algo que hoy es imposible de predecir. Dicho todo esto, el envejecimiento produce desafíos sin ningún tipo de dudas, de toda clase. Hay tres desafíos económicos producto del envejecimiento: el mantenimiento de los sistemas de jubilaciones y pensiones, la necesidad de costear los sistemas nacionales de salud y el establecimiento del sistema nacional de cuidados. Probablemente va a tener cada vez más peso el cuidado de los adultos mayores.

— ¿Esto va a llevar a la necesidad de ajustar permanentemente la seguridad social?

— No hay otra que estar permanentemente monitoreando y ajustando el sistema. La única solución de largo plazo que permite el mantenimiento de los sistemas de seguridad social, dada la demografía, es el incremento permanente de la productividad. La salida no es demográfica. Quiero aclarar esto porque cada tanto aparece la tentación de decir que si el principal factor demográfico de envejecimiento es la caída de la natalidad, se debe intentar tener políticas pronatalidad. No son compatibles con una concepción moderna del ejercicio de derechos. Los países que han intentando practicar esto no logran modificar sensiblemente el tema. Una visión moderna de los derechos humanos es que la gente tenga la cantidad de hijos que quiere tener. En los sectores medios y altos hay una ligera distancia entre la fecundidad deseada y la observada. La principal razón es la postergación de la fecundidad por el costo de oportunidad de tener hijos y criarlos versus avanzar en la carrera profesional. No debiera ocurrir. Una mujer no tendría que ganar menos. O ser postergada en su ascenso porque quede embarazada. También está la insatisfacción por el otro lado, el de la gente que tiene más hijos de los que desea.

— ¿Pero entonces cómo abordar la presión que aparece sobre la seguridad social?

— La "salida" por inmigración no es una solución de largo aliento para el mantenimiento de los sistemas de seguridad social. Deberían ser flujos permanentes continuos y de mucho volumen a lo largo del tiempo para que uno pudiera reacondicionar esa estructura...

— ¿Deben cambiarse las edades de retiro?

— Es un campo espinoso porque esas reformas son altamente impopulares. Las administraciones de gobierno van a tratar de evitar tomar esas medidas porque evidentemente se sufre políticamente con esas reformas. Si uno mira históricamente, esos ajustes se producen cuando es inevitable hacerlo. Si vamos a tener menos trabajadores en relación con las personas dependientes, esos menos trabajadores tienen que generar más riqueza. Esa mayor riqueza se genera con trabajadores más calificados, con mayores capacidades que en buena medida están vinculadas a la extensión de su educación y a una matriz productiva distinta. La solución a largo plazo es generar más riqueza per cápita.

— ¿Y si la mejora de la productividad es lenta y el envejecimiento va más rápido?

— En lo que son las simulaciones de corto plazo, de aquí a 2030, y esto ha sido testeado y auditado externamente por las Naciones Unidas, el sistema es firme.

— ¿No hay urgencia entonces?

— No es una urgencia. Todo esto, claro, bajo hipótesis razonables de crecimiento de la economía. Estas son proyecciones y toda proyección tiene cierto grado de incertidumbre. La solución pasa por el lado de que no podemos perder un solo trabajador. Son un recurso escasísimo en nuestra demografía futura. Y eso lo quiero atar a un asunto que parece alejado, pero no está nada alejado que son las altísimas tasas de embarazo adolescente.

— ¿Cómo se vincula el embarazo adolescente con esto?

— Esas adolescentes se desafilian antes del sistema educativo y tienen muy débil inserción al mercado de trabajo. La evidencia muestra cristalinamente que la probabilidad de ser madre adolescente si se ha tenido una madre adolescente es mucho más alta que en otros casos. Si queremos evitar que esas potenciales trabajadoras se desafilien de la educación y no se inserten en el mercado de trabajo cuando vamos a precisar que todas las personas que estén en condiciones aporten a la generación de riqueza, tiene que bajar el alto nivel de fecundidad adolescente. Hay algunas acciones que recién se están implementando como los implantes subdérmicos que claramente son la opción principal por la que se debe optar en el país para la población adolescente. Hay una estrategia nacional de prevención del embarazo adolescente en curso.

— ¿Está dando resultado?

— Si uno mira las estadísticas vitales se ve que desde el año pasado a este hubo un descenso importante en el número de nacimientos por embarazo adolescente. Pero un año no es una tendencia. Se debió comenzar mucho tiempo atrás.

EMIGRACIÓN DESDE EL CAMPO ES IRREVERSIBLE

Para Juan José Calvo la emigración rural es una tendencia mundial irreversible. "En 2008 por primera vez el mundo tuvo más personas viviendo en el medio urbano que en el rural. La tendencia es total. El mundo se urbaniza a gran velocidad. Es más, el crecimiento urbano es mayor que el crecimiento total. Toda la población que crece, crece en el medio urbano y además se produce emigración del medio rural. Y se concentra en las áreas costeras.

Hoy las ciudades son el centro económico mundial. Los pocos países que intentan revertir eso no tienen el menor éxito. Sería más fácil hacer agujeros y tirar la plata y taparla", sostiene.

"Lo que tenemos que desarrollar es un sistema de ciudades en lo que comenzó a trabajar la OPP que ayudaría mucho a que las personas de localidades medias y pequeñas pudieran acceder a servicios y ciertos elementos de confort y bienestar cuya falta puede muchas veces estar por detrás de la migración interna. También acceder a servicios de ocio y esparcimiento que no es algo menor. El esparcimiento es importante y es un derecho, porque si no es como decía la canción de Lou Reed que dice "si has nacido en un pueblo pequeño lo único que tienes que hacer es irte". ¿Por qué le vamos a decir a la gente joven que su deber patriótico es quedarse? Quieren vivir. Prenden una pantalla y ven cómo viven los jóvenes en todas partes", señaló.

"Los franceses se han planteado que es una cuestión de idiosincracia nacional importante conservar cierto volumen de población rural. Si quiero que exista tengo que hacer transferencias importantes para que el granjero tenga acceso a internet de alta velocidad, tenga buenas carreteras para viajar y sus hijos puedan ir a la universidad".

EL MAYOR GASTO EN SALUD MANTIENE ALTA LA PRESIÓN TRIBUTARIA.

A mediados de siglo empezaría la caída de la población local.

— ¿En algún momento bajará la población uruguaya?

— Las proyecciones indican que casi a mediados de este siglo es probable que comience cierto descenso. Cada vez será menor la cantidad de niños. Va a haber menos personas en capacidad de tener hijos aunque se mantenga la fecundidad. A Uruguay no le va a pasar nada distinto a lo que va a pasar en el mundo porque es la tendencia mundial.

— Con más ancianos ¿qué pasará con el gasto en salud?

— El gasto en salud se concentra en edades mayores. Hay dos caminos. Un camino es generar más riqueza y otro pasar de sistemas de salud basados en la asistencia a otro basado en la prevención. La reforma del sistema de salud tiene esa base filosófica: no solamente vivir más años sino más saludables como forma de bajar el gasto. Si fuera un ministro de Economía sería un fuerte promotor de un enfoque de vida saludable. La tercera pata que Uruguay acompaña de manera precoz en América Latina y el Caribe es la implementación del sistema nacional de cuidados. Hasta ahora hemos envejecido los sectores de ingresos medios y altos y esos sectores han tenido bolsillo para hacer frente al cuidado de los adultos mayores brindándoles dignidad y prevención del dolor. La diferencia demográfica principal es que ahora envejecemos todos. El asunto es que ahora van a envejecer sectores que no tienen bolsillo.

— Esto tiene un costo e implica que a largo plazo no pueda bajar la carga tributaria.

— No creo que pueda bajar. Si uno observa lo que ocurre en países desarrollados con sistemas de protección social más maduros las cargas tributarias son mucho más altas. Será una discusión complicadísima. Si se quiere ser Finlandia, hay que mirar su carga tributaria.

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Juan José Calvo. Foto: Marcelo Bonjour

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