Desafío y riesgo: el reemplazo de genes

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En la década de los ’70, pocos científicos pensaban en la aparición de nuevas plagas. Pero el descubrimiento del SIDA hizo cambiar muchos parámetros en la medicina. Por otra parte, el nuevo conocimiento sobre el genoma humano ha abierto renovada perspectiva a la ciencia y algunos piensan que el genoma puede ser mejorado. Estos son los dos temas enfocados en la nueva entrega de la serie de artículos científicos de "Science Times", que El País publica en acuerdo exclusivo para Uruguay con el diario "The New York Times".

THE NEW YORK TIMES

Ahora que hemos decodificado el genoma humano, ¿por qué no lo mejoramos?

La pregunta es hasta el presente teórica, pero bien podría resultar el tema más difícil de todos los que involucran la bioética. Los biólogos habitualmente alteran los genes de los ratones con métodos que todavía no son aceptables para realizar cambios en la gente, pero un día los expertos en ingeniería genética podrían imaginar cómo aplicar parches seguros a la estructura genética de los humanos.

Todos querían tener hijos sanos, hermosos y talentosos.

Pero hay variaciones muy grandes de estas cualidades según las personas, dependiendo de los genes de sus padres y de la mera suerte del reparto en la concepción, cuando a cada niño se le asigna una selección fortuita de la mitad de los genes de sus padres.

La mayoría de los genes existe en distintas versiones en la población: resulta notable tener algunos de ellos; en otros casos, no lo es, en tanto otros son directamente nocivos.

La empresa Decode Genetics, de Islandia, descubrió en fecha reciente, tres versiones muy comunes del gen denominado BMP-2, cada una de las cuales aumenta considerablemente el riesgo de osteoporosis y fracturas en quien la posea.

Suponiendo que fuera posible borrar cualquier versión mala del BMP-2 y de todos los otros genes humanos, en un embrión, y se pudiera reemplazarlos por versiones buenas sin riesgo alguno para la salud. ¿Sería lo correcto?

Los padres que hicieran esa elección sabrían que han dado a su hijo el mejor comienzo posible en la vida.

BORRADA. Pese a lo costoso del procedimiento, en realidad resultaría barato a lo largo de la vida, ya que se ahorraría en gastos de atención médica, y estaría al alcance de todos. La injusticia más grande de la vida —la diferencia en las cualidades genéticas— se borraría desde el nacimiento.

"Algún día la gente podrá ver al sexo como esencialmente recreativo y la concepción como algo que se lleva a cabo mejor en el laboratorio", escribió el Dr. Gregory Stock en "Rediseñar humanos". Se podría empezar a pensar que "es imprudente y primitivo concebir un niño sin pruebas genéticas previas".

Sin embargo, hay argumentos de peso para no realizar cambios al genoma humano.

Desde el punto de vista práctico, muchos genes tienen más de un efecto, e intercambiar la versión mala de un gen puede tener complicaciones imprevisibles. Por ejemplo, el nuevo gen podría interactuar mal con los otros genes de la persona.

Pero, si la eliminación de variantes que causan enfermedades demostrara ser exitosa, no habría que hacer esperar a los padres que quisieran mejorar la fuerza y también la inteligencia.

Mejorar el imperfecto material humano está muy bien, pero manejar la transición entre la "supergente" y la variedad común promete ser difícil. Pueden surgir tensiones sociales, especialmente si la tecnología no logra hacerlo rápidamente y con tacto.

SOBREVIVE. ¿Trocar los genes para obtener un mejor coeficiente intelectual? Alterar los genes que dan forma a la conducta humana no es algo para ser tomado con liviandad. La naturaleza humana es una mezcla sutil de cualidades contrarias y es la única sobreviviente de los muchos y desastrosos experimentos de la evolución.

¿Qué podría justificar el riesgo de intervenir en una preparación tan delicada? ¿No podemos ser felices así como somos, así como nos formó la naturaleza?

"El cuerpo y la mente humanos, altamente complejos u delicadamente equilibrados como resultado de muchos años de exacta evolución gradual, están seguramente en riesgo por cualquier equivocado intento de ‘mejoramiento’", escribió el presidente del Consejo de Bioética de Estados Unidos, en un informe sobre los peligros de intentar mejorar los habilidades naturales del cuerpo humano.

Como producto de la evolución, la gente puede parecer grotesca si desafía la sabiduría de la evolución. Pero, por supuesto, la evolución no la tiene. Es un ciego proceso que depende del error constante para crear afortunados accidentes ocasionales.

Al eliminar a los desafortunados que posee malos genes, la evolución ayuda a mantener a los animales sanos y vigorosos hasta la edad de la reproducción y un poco más en las especies que brindan cuidados paternales.

DEBILIDAD. Pero, el rigor de la evolución, al favorecer a los genes buenos que actúan en los años iniciales de la vida, se refleja en la debilidad para eliminar a los malos, que actúan después de la edad de reproducción. Como consecuencia de esta debilidad, la evolución ha fracasado en eliminar las variantes de BMP-2 que llevan a las fracturas óseas y las malas versiones que actúan tardíamente de muchos otros genes en el genoma humano. Esta es la verdadera razón por la cual envejecemos y morimos.

Si la evolución no nos puede ayudar después de cierta edad, ¿por qué no debemos ayudarnos nosotros mismos? ¿Acaso, todo el mundo no debería tener el derecho a contar con las mejores versiones de genes en su herencia genética o, al menos, de nacer libres de los peores?

Sin embargo, si reducimos las diferencias genética, corremos el riesgo de que toda la población humana se convierta en un gigantesco clon, tedioso y privado de la variación necesaria para dar respuesta a los cambios exteriores. La búsqueda de la perfección, si se la lleva a extremos, es una receta segura para la extinción.

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