Por Maite Beer
A lo largo de los años, la matrícula de Educación Primaria pública fue descendiendo y esto se debe, principalmente, a la disminución de la natalidad. En el año 2002, la matrícula de 1° a 6° de Primaria era de 306.500 niños, en 2010 descendió a 272.700 y en 2022 la cantidad de inscripciones fue de 244.000, según datos del monitor educativo de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
Esta tendencia también se replicó en Educación Especial, el conjunto de escuelas que atienden a los niños, adolescentes y jóvenes que presentan alguna discapacidad. Sin embargo, a partir de 2020 la curva que iba en caída tuvo un pico: en 2020 había 5.500 inscriptos, mientras que en el año pasado y el actual pasaron a ser 5.900 y 6.000. Hubo un aumento de 400 personas con discapacidad que ahora forman parte de este sistema.
Alejandra Clavijo, inspectora nacional de Educación Especial, explicó a El País que uno de los factores a los que se atribuye el aumento de la matrícula es la pandemia del covid-19 que potenció algunos trastornos, sobre todo el autismo. “Luego de la pandemia se han necesitado muchas más intervenciones pedagógicas”, indicó Clavijo. De hecho, la mayor demanda en Educación Especial proviene de esta población.
A su vez, otra de las cuestiones por las que aumentaron las inscripciones es que esta dependencia de Primaria ahora abarca más dispositivos, dado que se apuesta a la inclusión y por más casos de escolaridades compartidas (alumnos que van en la mañana a la escuela común y por la tarde a una escuela especial).
Justamente, la inspectora general detalló que se crearon más cargos de itinerancia para el apoyo escolar de esta población, sobre todo en jardines de infantes. Al tener en cuenta todas sus modalidades -clases, talleres y acreditaciones- Primaria atiende a 11.000 niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad.
El incremento de la matrícula no tiene que ver con la construcción de más centros de Educación Especial, que desde 2010 rondan las 80 en todo el país. Por el contrario, ANEP apunta a una educación inclusiva en la que el alumno con discapacidad esté en un aula con otros niños y adolescentes sin discapacidad y refuerce su aprendizaje con una maestra de apoyo.
“Nosotros siempre estamos apostando a la inclusión, pero también tenemos casos muy complejos de salud, personas con múltiples discapacidades o enfermedades”, dijo la maestra Clavijo y agregó que hay escuelas especiales en donde cuentan con tres enfermeras.
Gabriela Garrido, directora del departamento de Psiquiatría del Pereira Rossell, explicó a El País que a raíz de la pandemia se agravaron muchos cuadros de desarrollo de niños. Lo que sucede es que, por lo general, son las maestras las que identifican estos problemas de desarrollo, señaló Garrido, pero como en 2020 y 2021 hubo niños de dos y tres años que no fueron al Caif, la detección fue tardía.
“Hoy llegan con mucho rezago a las consultas”, explicó la psiquiatra, sobre todo en las habilidades lingüísticas y de relacionamiento social. Según la referente, las mayores complicaciones las tuvieron los niños con TEA y Síndrome de Down en cuanto a la falta de regulación emocional.
Censo busca identificar a las personas con TEA
El censo 2023 que realiza el Instituto Nacional de Estadística busca identificar a todas las personas diagnosticadas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) mediante una de las preguntas que realiza en la encuesta.
La Federación de Autismo del Uruguay y otras organizaciones que tratan el tema le entregaron en 2022 una proclama al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, para que se incluyera esa pregunta. El presidente de la Federación, Gustavo Parianni, argumentó que es “imprescindible” conocer cuántas personas tienen el trastorno para que los distintos ministerios puedan aplicar políticas adecuadas.
El referente también enfatizó que hace falta la incorporación de un asistente pedagógico en distintos casos en los que esto es necesario.