Por Agustín Magallanes
A partir de la pandemia de covid-19, “el mensaje del yoga para promover el bienestar físico y mental de la humanidad nunca ha sido más relevante”, señaló Naciones Unidas. La práctica de esta disciplina nacida en India hace miles de años, que significa “unión” en sánscrito y que apunta a conjugar mente y cuerpo, tiene varias dimensiones, no solamente la espiritual vinculada al hinduismo.
En algunas escuelas uruguayas -públicas y privadas- se aplica técnicas de yoga laico, que buscan impulsar la inteligencia emocional de los jóvenes, reducir la violencia en las aulas y hasta el bullying. Hay casos destacados en la región y otras zonas sobre esta práctica, que vuelve a extenderse tras la pandemia, y es controlada por las autoridades educativas para evitar mensajes religiosos.
La presidenta de la Asociación Uruguaya de Yoga, Camila Zappia, destacó a El País que la variante que se utiliza en los centros educativos es el yoga deportivo, en el que se aplican secuencias de posturas, técnicas de respiración y de concentración. En estos casos, dijo, se hace mediante talleres con una técnica diferente a los adultos, que en general lo practican sentados y con determinada respiración. “Lo que se busca no es inculcarle una religión a los niños, sino un beneficio a nivel físico, respiratorio, emocional, más allá de la creencia que cada uno tenga”, destacó sobre el trabajo que realizaron en unas 10 escuelas en el último tiempo.
La maestra de yoga Lorena Tello, actual secretaria de dicha asociación, comenzó con esta práctica en la Escuela 125 (Peñarol) hace siete años. El CEIP habilitó su proyecto “Yoga en las escuelas” en junio de 2016, al considerar que detrás está la organización rectora del yoga en todo el país, de acuerdo al Ministerio de Educación y Cultura. El objetivo de esta práctica, con el aval del centro, implica juegos acordes a las edades, para “enfatizar en la concentración de los niños a las tareas mediante el aprendizaje de una correcta respiración y postura”.
Sin embargo, esta no fue la realidad en los demás centros, recordó a El País la exconsejera de Educación Inicial y Primaria, Irupé Buzzetti. Años atrás recibieron denuncias de que en algunos centros, alumnos recibían contenidos que podían considerarse religiosos. Contó que en la escuela Grecia una madre denunció que su hijo hablaba de chakras (centros energéticos).
Con este escenario, una resolución de enero de 2018 fijó que “no sean autorizados” los proyectos que no cuenten con el aval del CEIP y de la oficina técnica. Buzzetti recordó que para tomar esta definición consultaron a Marta Machado, excoordinadora de Educación Física, y a inspectores del área para ver “qué tipo de yoga se podía enseñar”. Y coincidieron que se podía aplicar yoga deportivo para mejorar la convivencia.
Zappia destacó que “no es que cualquier persona puede ir y dictar porque se le ocurrió”, sino que quienes llevan adelante las técnicas deben contar con un certificado. La maestra de yoga puntualizó que hay “muchos colegios privados que lo tienen dentro de la currícula, como si fuera gimnasia”.
Y valoró como algo “bueno que desde pequeños se les enseñe a desarrollar la inteligencia emocional y afectiva”.
Otro enfoque
La asociación, que apuesta en 2023 a ampliar los programas en Inicial y Secundaria, no es la única autorizada a dictar talleres del estilo. El Instituto Govinda Mandala lleva adelante desde hace cinco años un proyecto de yoga y educación, que no está enfocado en lo deportivo.
Yolanda Bruzzese, directora del centro y formada en Calcuta, coordina desde 2018 el programa que busca “generar un espacio recreativo donde se combine las herramientas del yoga con las artes (plástica, música, danza y cuentos)”, para “facilitar y aumentar la concentración, atención y memoria”, entre otros objetivos. Lo aplican practicantes del instituto en unas 10 escuelas del país, entre ellas la Mahatma Gandhi (Punta Gorda). Además hay quienes trabajan estas técnicas en colegios privados. “Me llaman directores de escuelas para llevar practicantes, pero no hay tantos. Van una vez por semana, una hora o más a una escuela y no todo el mundo tiene esa disposición”, destacó a El País.
Ambas organizaciones han registrado menos talleres producto de la pandemia, que son evaluados por inspectores de Primaria. Zappia dijo que maestros de grado se han formado en yoga en la educación y lo han implementado, lo que también explica menos talleres. Estos lo llevan adelante voluntarios, que no insumen un gasto al Estado.
Las dos organizaciones harán el trámite para continuar. Tello destacó que hay “muchos profesores”de yoga interesados en volver a las aulas este año.
Diferentes visiones sobre yoga en aulas
La directora general de Primaria, Graciela Fabeyro, puntualizó a El País que el yoga en la educación “no está en la currícula, ni se trabaja sistemáticamente”, y que hoy “no es un tema importante en Primaria”. Por otro lado, la directora ejecutiva de Políticas Educativas, Adriana Aristimuño, destacó a El País que “es muy saludable y muy bienvenido” el yoga deportivo, y afirmó que “ojalá se utilice más porque ayuda mucho”. No obstante, aclaró que se hará “en la medida que los estudiantes lo pidan y los centros educativos puedan organizar talleres”. A partir de la reforma educativa, se trabajará en el “Desarrollo emocional y social”. En ese sentido, valoró que el yoga deportivo es una opción que podría formar parte del trabajo anual de docentes de Educación Física y no “necesariamente” a través de talleristas.