Codicen aprobó por tres a dos el documento base para la reforma educativa

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Niños en una escuela pública. Foto: Archivo El País

TRANSFORMACIÓN EN LA EDUCACIÓN

La nueva propuesta se basa en las competencias y en la centralidad de los estudiantes.

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El máximo órgano ejecutivo de la Administración Nacional de Educación Pública, el Codicen, aprobó el “documento base” para la transformación educativa. Y aunque la votación fue dividida -los tres consejeros políticos votaron a favor y se opusieron los dos representantes de los docentes-, el nuevo documento de 58 páginas sienta las bases -al menos en abstracto, como si fuera un gran paraguas- sobre qué se espera de la educación obligatoria en Uruguay: qué, cómo y para qué.

Imagine que Juan Pedro ya acabó el bachillerato y quiere irse a vivir solo. La decisión, por más cotidiana que parezca, implica la capacidad de saber administrarse, el conocimiento para la búsqueda del nuevo apartamento, la distinción entre la información falsa y verdadera para la mudanza, el manejo de la frustración cuando no se consigue la solución a tiempo, la comprensión de los sentimientos que padecerán sus padres, saber pagar por internet de manera segura, la aptitud de poder comunicarse con los nuevos vecinos que tienen una cultura distinta, saber cómo inventarse una cena con tres ingredientes que quedan en la heladera, organizar los tiempos y hasta ser capaz de argumentar en la reunión de vecinos.

Juan Pedro, quien egresó de la enseñanza uruguaya, debería tener las competencias necesarias para hacer frente a esos “problemas” de la vida real.

Ese es el espíritu que guía la transformación que impulsa el gobierno: dejar de lado la postura enciclopedista -esa en que el alumno memoriza un cúmulo de datos o en que los docentes intentan cumplir con las bolillas de un programa hermético- para pasar a un currículo en base a competencias (desde la educación inicial hasta el término del bachillerato).

Porque la noción de competencias - saberes, habilidades y comprensiones necesarias para resolver situaciones complejas- no es nueva: el programa de educación inicial ya las menciona, también la Formación Profesional Básica de UTU y hasta alguna propuesta de educación no formal.

El problema, reza el documento que aprobó el Codicen, es que jamás hubo una puesta a punto a escala global: el estudiante no se fracciona según el subsistema que transita, sino que es uno haciendo su trayectoria educativa.

“La propuesta curricular vigente es un factor de expulsión de miles de estudiantes en la Educación Media”, critica el documento aprobado. Porque se está ante “un sistema que no está resultando acogedor ni está acompañando el trayecto educativo de sus estudiantes”.

En ese sentido, el documento repite trece veces que la centralidad del nuevo currículo tiene que estar en el estudiante. Eso significa, por ejemplo, que los futuros programas tienen que tener una flexibilidad tal que le permita navegar por el sistema y no estancarse (lo que reabre la discusión de limitar la repetición, por ejemplo), y que el alumnos adquiera desempeños que le sirvan “para su vida”.

Ese cambio de postura -o mejor dicho el dejarlo por escrito- puede que sea demasiado abstracto para el común de los mortales o que tenga poco sex-appeal para la mayoría de los padres que hoy tienen a sus hijos en el sistema educativo. Pero se mete por completo en la discusión de si la educación “enseña para el mundo del trabajo” o para qué, y sobre todo, pone a Uruguay en el nivel del debate académico que acontece en otros países.

Finlandia, por ejemplo, fue uno de los principales promotores de los marcos curriculares en base a competencias. Ahora está ante un cambio de postura en que su currículo es cada vez más mixto: contenidos y competencias de la mano.

Para el caso uruguayo, el lineamiento es que haya diez competencias generales: competencia en comunicación (que va más allá de lo lingüístico), pensamiento creativo, pensamiento crítico, pensamiento computacional, pensamiento científico, competencia metacognitiva, competencia intrapersonal, competencia en iniciativa y orientación a la acción, en el relacionamiento con otros, en ciudadanía local, global y digital. La discusión que surge ahora es si algunas de estas competencias no engloban a otras (si son repetitivas) o bien si pueden ir en detrimento de los contenidos y disciplinas (“bajar el nivel”, como critica la consejera Daysi Iglesias). El otro debate es cómo pasar de estas referencias a cambios concretos y que no sean una mera expresión de deseo.

Transformación

La ANEP preveía que el documento, que se acaba de aprobar, estuviese consensuado el pasado diciembre. Es decir, el cronograma viene con atraso.

En mayo, según el mismo calendario, la Administración tendría que tener discutidas las progresiones y los perfiles de egreso. Debería presentarse qué se pretende que sepa cada estudiante al término de cada ciclo y cómo sería el avance de manera que, como ocurre con las capas de una cebolla, el siguiente nivel englobe a los anteriores. Esta discusión, ya lo avisó el presidente del Codicen, Robert Silva, pasará por la consulta a las asambleas técnico docente. El objetivo es que en el segundo semestre del año se piensen los programas de estudio para que a comienzos de 2023 se implemente la transformación. Por lo cual la Administración empieza una carrera contrarreloj.

Las cuatro claves que, según el nuevo marco curricular, debería lograr toda persona que finalice la educación obligatoria en Uruguay

- Expresarse y comunicarse con conocimiento, autonomía, respeto y empatía con otros en diversidad de entornos, escuchando y buscando la comprensión mutua, en situaciones diversas que se le presenten ya sean estas laborales, académicas, familiares y/o sociales, públicas o privadas.

- Conocer, pensar y actuar con conocimiento y responsabilidad, cuidándose y cuidando a otros (seres vivos y ambiente), respondiendo a un interés personal y/o comunitario, ya sea local, nacional o regional, fundando su accionar en conocimientos validados.

- Tener iniciativa y concretar proyectos, a través del desarrollo personal, en forma colaborativa y participativa, siendo capaz de lograr el bien común, como resultado del desarrollo de competencias en espacios interdisciplinarios en los que los intercambios y complementos de saberes generan el reconocimiento personal y colectivo. Ese bien común es resultado del aporte de todos, como consecuencia del saber individual que se ofrece y que se conjuga con otros saberes que exceden el específico de una disciplina.

- Desarrollar el bienestar propio y con los demás incorporándose con autonomía a los diferentes ámbitos de acción (social, laboral, cultural, etc.) aportando a su propio desarrollo y al desarrollo colectivo cooperando desde las coincidencias o diferencias, buscando el bienestar físico y emocional propio y de los demás, teniendo en cuenta las formas de evitar daños personales o materiales a otras personas y al ambiente.

Las voces en contra

Daysi Iglesias
Daysi Iglesias

Consejera electa por docentes

“Las competencias son controvertidas desde lo académico e incluso puede haber varias lecturas. Tal como está redactado el documento aprobado, se diluyen los contenidos y las disciplinas. Si se flexibiliza la evaluación, es un riesgo. Porque eso supone discusiones más profundas sobre cómo se acredita que un estudiante tiene determinados saberes, cómo es el pasaje de grado. Por ejemplo: ¿un estudiante que llega a tercero de escuela sin saber escribir, puede seguir avanzando porque tiene competencias si es incapaz de redactar?El mundo socialdemócrata hoy prioriza las competencias. Pero esto es variable”.

Julián Mazzoni.
Julián Mazzoni

Consejero electo por docentes

“La propuesta que votó la mayoría del Codicen es más de lo mismo. Es una reforma que se viene discutiendo desde los 90. La evaluación por competencias no es correcta. En todo caso se debe mejorar las disciplinas. La educación tiene más que ver con la libertad que con las competencias que el mercado pretende que se tenga para el trabajo. Esta es la culminación de un proceso de transformar la educación pública y que tuvo su punto máximo con la ley de urgente consideración. Se cercenó la autonomía de la ANEP y se limita la participación de los docentes”.

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