"El COVID-19 nos dio un sacudón para ir a tono con los cambios", dijo directora general de Primaria

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Graciela Fabeyro. Foto: Fernando Ponzetto
Gabriela Fabeyro, primaria nd20200612, foto Fernando Ponzetto - Archivo El Pais
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

HOY REABREN 850 ESCUELAS

"Lo que sucedía era que estaban más adelante los marcos teóricos que nuestras prácticas", señaló Graciela Fabeyro.

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Saco verde, pañuelo verde, collar con un pendiente verde, plantas verdes por el Día de la Madre y piedras con algo de verde “por eso del feng shui”.

El vestuario y la decoración del despacho de la novel directora general de Primaria parecen salirse del poema Verde que te quiero verde de García Lorca. Pero Graciela Fabeyro -68 años, doctora en Educación y la que luce el atuendo verde- bromea que tal vez es una referencia a Diego Torres, al color esperanza.

En lo que otros ven una crisis, ella observa una oportunidad. Fue así cuando huyó de su casa, con 15 años, porque la bala que su padre le tiró a su madre dejó un surco en la pared y en el alma. Ocurrió cuando estudió Magisterio porque “era lo único que había” en Trinidad. O cuando paró de revolear la bandera de la lista 40, en plena rambla de Pocitos, para timonear Primaria en medio de la COVID-19.

- La escuela de tiempo completo nace con los hijos de tuberculosos. Las escuelas abiertas, también. ¿Habrá una nueva escuela por COVID-19?

-Es probable que algunos profesionales, de la arquitectura o el diseño, ya estén pensando en un nuevo formato edilicio de escuela. ¿Cuál es la escuela para este siglo y para estas pandemias? Esto no parece ser algo de unos meses y tal vez surja una corriente arquitectónica que diseñe nuevos centros.

- ¿En la pedagogía qué cambia?

-Menos cantidad de niños en el aula, las pantallas encendidas… tal vez está ocurriendo lo que siempre quisimos los maestros: ¡qué todos podamos vernos las caras!

- ¿En qué medida la pandemia cambió las metas trazadas para su gestión?

-Ha habido cambios, pero el desafío está intacto.Los maestros, incluso los de mayor edad, hemos sido formados en teorías que apuestan al cambio y la modificación. Lo que sucedía era que estaban más adelante los marcos teóricos que nuestras prácticas. COVID-19 nos dio un sacudón para estar a tono con los cambios.

- ¿Un ejemplo?

-El trabajo colaborativo. Hace más de 20 años que se viene hablando de la gestión en equipos, de mirar al futuro, del uso de la tecnología al servicio de la enseñanza. En 1999 fui becada para formarme en educación a distancia. ¡Más de 20 años!

- En Primaria pesa la tradición, ocurre cuando se habla de cambiar la moña o los abanderados. ¿Esa tradición es una fortaleza o un palo en la rueda en esta coyuntura?

-Todo cambio genera miedo. Pero apuesto a que esta coyuntura nos movilice más rápidamente. La estructura de Primaria es densa. Eso fue parte del escudo protector. Pero ahora hay un viento a favor que nos va empujando al cambio. Nunca, en los 68 años que tengo, hubiese pensado estar en esta oportunidad.

- ¿Alguna meta ya quedó por el camino?

-No. Son cinco años de gestión, estimo que es un tiempo suficiente.

- Una de las metas más ambiciosas del Consejo anterior había sido la incorporación de los niños de tres años. ¿El camino a la universalización, a esa edad, es uno de los nudos más difíciles de desentrañar?

-Puede ser crítico. Pero la caída de la natalidad es una oportunidad para resolver la falta de espacios o de maestros para esas edades. El verdadero nudo crítico, hoy, es sexto año de escuela.

- ¿Por qué?

-Tenemos dificultades para retener a los escolares en el ciclo básico. En el primer año de liceo o UTU se pierde un tercio de los niños que ingresan. Vamos a tener que diseñar estrategias para fortalecer a esos estudiantes, sus aprendizajes y su capacidad de adaptación al nuevo ciclo.

- ¿Hay que leer entrelíneas que usted quiere eliminar del todo la repetición porque este tipo de experiencias son las que más repercuten en el abandono futuro?

-No. Para muchos chicos, en especial en las zonas más vulnerables, es muy difícil el salto de etapa. Implica salir del contexto en el que te movés todos los días, pasar de un maestro a once profesores, usar la biblioteca. No es lo mismo un niño que tiene a su papá y mamá que le dan bolilla, que van juntos al teatro, al cine, que ven el mar, que aquellos que no tienen esa compañía. A mí me ocurrió. Venía de una familia pobre, en el interior, y fueron mis maestros los que me demostraron que podía ser exitosa. Atravesar la portera, mi escuela tenía portera, y dar el paso al liceo es difícil para casi todos.

- ¿Cómo piensa desatar ese nudo crítico?

-Conversando mucho.

- El colectivo Eduy21 planteaba que hubiese un gran primer ciclo, desde los cuatro a los 15 años. El gobierno de turno no tomó esa idea. ¿Hubiese sido necesario?

-Con el tiempo se va a ir dando. Ya en educación prima la idea de no trabajar por años, por grados, sino los tramos más prolongados que potencien las habilidades, las competencias. El año lectivo es tan breve que a veces no permite nivelar. Fui maestra de primer año y puedo asegurar que seis meses de diferencia entre los niños, a esa edad, hacen la diferencia.

- “Seis meses, en primero de escuela, hacen la diferencia”. ¿Antes de que termine su gestión quedará saldado el debate de que los niños ingresen a la escuela con seis años cumplidos antes del 31 de diciembre?

-Esos meses hacen la diferencia. Cuando yo era maestra, por ejemplo, no existía la obligatoriedad de la educación inicial. En ese momento una ya notaba el bagaje entre quienes habían cursado el jardín y quienes no. Si la decisión estuviera solo en mí, cosa que no está, sería un paso a dar.

- ¿La discusión de la repetición le parece que ya está zanjada?

-Esta oportunidad (de pandemia) va a sumar para eso. Porque la evaluación ya no será la clásica, de rendimiento. Se dan aprendizajes muy interesantes: vivir con la familia, casi encerrados, las 24 horas.

- ¿Habrá secuelas por el otro tiempo de convivencia perdida, el grupo de pares?

-Sí. La adolescencia necesita de los pares, se refleja en los pares. ¿Cuánto impactó? No lo sabemos aún.

- Si “todo es un aprendizaje”, ¿por qué existe el consenso en Primaria de que se debe volver a la asistencia obligatoria?

-Hay un mandato, un derecho a la educación. Pero, sobre todo, es la manera de darle la oportunidad a todos que se acerquen a la escuela. El retorno paulatino es importante, pero más importante es que todos sean parte de la comunidad educativa. Después de Turismo teníamos 4,5% de niños que no se habían comunicado con sus maestras. Eso bajó al 1,26%. Es un gran avance, pero nos preocupa cada uno de esos más de 4.000 niños que representan el 1,26% de los matriculados.

- Uno de cada tres niños de Inicial ha tenido el año pasado una “asistencia insuficiente”. ¿Cómo va a revertir el llamado “talón de Aquiles” de Primaria?

-Hay Escuelas Disfrutables, Aprender, Maestros Comunitarios y un sinfín de equipos que crean comunidades. Si se fortalecen esas comunidades...

- Las estrategias que comenta ya existen, ¿qué falta? ¿Es una cuestión punitiva al estilo las suspensiones de las asignaciones?

-Mi mirada es socioeducativa. En algo las escuelas somos responsables, y en algo hay un desinterés de las familias. No es un desinterés por falta de voluntad, sino que las propias historias de vida los condicionan.

- ¿Esa no es tarea del Mides?

-Falta articulación. Hay mucha política social y profesionales trabajando. Un ejemplo es la trayectoria de los CAIF. Tal vez lo que está faltando es juntarnos más y escuchar más al otro. La palabra “persona” viene del infinitivo “personare” que significa “hacer sonar la voz”.

- ¿En las metas quinquenales aparecerá la baja de las inasistencias?

-Sí. La equidad educativa es una meta.

- ¿A cuánto pretende que descienda?

-No le hemos puesto porcentaje.

- ¿Pero sin metas cuantificables se hace difícil la evaluación, ¿no cree?

-La frustración de no alcanzar las metas causa sufrimiento en las personas y en las instituciones. Me rehúso a pensar en metas. Prefiero pensar por objetivos que se pueden traducir en metas. Por ahora estamos tomando el pulso de lo que pasa.

- COVID-19, dijo, no sería un obstáculo para los cambios. ¿Y el presupuesto?

-Es un tema a revisar. El servicio de alimentación en la emergencia es más costoso que el comedor tradicional. Para 30 días de funcionamiento, Primaria necesita 120.000 litros de hipoclorito y 120.000 de detergente. Es tal la dimensión que no había siquiera el stock.

- ¿Cómo están las cuentas de Primaria?

-Una ventaja de Primaria es que cuenta con el impuesto (de Primaria). Ninguna decisión presupuestal puede afectar el aterrizaje de la educación en los niños.

- ¿Pidió auditorías?

-Estamos empezando algunas. A priori estamos viendo la necesidad de un ajuste financiero, no un ahorro.

“Motivados” para etapa en que vuelven más alumnos”

Varios cientos de escuelas rurales están dictando clases presenciales a lo largo de todo el país con excepción de Canelones. Foto: Leonardo Mainé
Escuelas rurales están dictando clases presenciales. Foto: Leonardo Mainé - Archivo El País

Tres meses después, hoy reabren unas 850 escuelas. Son unos 240.000 alumnos, 16.000 maestros y 3.000 funcionarios no docentes los que están habilitados para retornar a la actividad presencial. Se trata de la etapa más masiva de esta “vuelta paulatina” a las aulas. Y en Primaria reina la ansiedad.

“Estamos motivados, pero no somos exitistas porque tenemos claro que algo puede fallar”. La directora general del Consejo de Primaria no esconde su alegría por la vuelta a clases ni tampoco su preocupación para que todo salga “mejor” que lo planificado. Por eso recuerda que “los directores tienen una partida por si falta algún artículo”.

Por fuera de lo sanitario, el retorno de hoy, que tiene como epicentro a Montevideo, es una prueba de fuego sobre cómo las escuelas usan la creatividad para el armado de grupos.

-¿Qué fue lo más rupturista?

-Hace unos días visité una escuela de tiempo completo en Canelones. Desde el escritorio, en Montevideo, nos preocupaba cómo funcionaría el retiro de alimentos en un doble turno. Los que van en la mañana no tienen problema: retiran la comida y se van a sus casas. ¿Pero y los de la tarde? En esa escuela de Canelones armaron los grupos según quienes necesitaban la alimentación. En la mañana los que retiran la vianda y en la tarde los que no.

La otra prueba -esa que más inquieta a los consejeros- es cuántos niños dirán presente. La concurrencia apenas supera a la mitad de los convocados cada día. Y eso, entiende Fabeyro, es una dificultad para “seguir bajando” el porcentaje de desvinculados.

Mientras en Florida todos los niños mantienen contacto con la escuela, en el centro de Montevideo hay 568 que, por ahora, parecen haberla abandonado.

Comedor: “Tal vez debería pagar un extra el que puede”
Directora de Primaria entiende que el país necesita este debate
Comedor escolar. Foto: Fernando Ponzetto (Archivo)

- El ministro de Educación, Pablo Da Silveira, cuestionó la inversión que el país hace en los comedores escolares. El exconsejero de Primaria, Héctor Florit, salió al cruce. ¿Cómo se posiciona Graciela Fabeyro?

-Cuando yo era pequeña iba a la escuela n°4 de Trinidad. Al comedor iban solo aquellos que “no podían” comer en su casa. En mi casa éramos tan pobres como ellos porque mi papá entendía que con los productos de la quinta la comida no nos faltaba. Un día hice una pataleta porque quería comer con el resto de la escuela. Me aceptaron. Allí salí con la cuchara en el bolsillo de la túnica, una cuchara vieja que me había dado mi madre porque me decía que la iría a perder. La polenta con tuco más rica que probé en mi vida era de los comedores escolares. Pero cuando tocó el ensopado, no quise volver al comedor. Abandoné porque tenía la opción, iban los que necesitaban.

- ¿Pero la idea del comedor no es también pedagógica? Que, como le ocurrió a la niña Fabeyro, aprenda a comer el ensopado...

-Como maestra vi que el enseñar los hábitos, los colores de la comida, la salud alimenticia, la nutrición es una función importante. Pero, otra vez, está bueno que se ponga en debate: ¿todos los niños necesitan comer, todos los días, en la escuela? Mi hija vivió en Valencia, España. Al principio, cuando no tenían ingresos, el ayuntamiento los becaba. Cuando obtuvieron trabajo, mi hija pagaba 80 euros para que mi nieta fuera al comedor. Si bien está para ello el impuesto de Primaria, es una gran inversión pública. ¿No podrán hacer un aporte aquellos que más pueden?

- Detrás de la túnica y la moña todos son iguales. ¿El comedor diferenciado no generaría desigualdades?

-Son decisiones a escala país. Tal vez se sigue comiendo en el comedor, todos lo mismo, pero que aporte un extra aquel que puede. Eso ya pasa en las escuelas rurales, aquel que tiene un exceso de cultivo da su aporte. Si la escuela pública es una construcción democrática y es el espacio de lo público, hay que articular miradas.

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