EDUCACIÓN
Por primera vez, menos de la mitad de los alumnos de grado trabaja al mismo tiempo que estudia.
Por primera vez desde que hay registros, menos de la mitad de los estudiantes de grado de la Universidad de la República (Udelar) trabaja al mismo tiempo que estudia. Esta caída de la actividad laboral es el correlato de un crecimiento de los alumnos que no están ocupados, pero tampoco buscan un empleo (inactivos) y, sobre todo, de una suba del desempleo. Por primera vez, también desde que hay estadísticas comparables, más de la cuarta parte de la población estudiantil está en busca de un trabajo y no lo consigue.
Dicho así, parece una mala noticia: el desempleo entre los estudiantes universitarios aumentó más de 10 puntos porcentuales en menos de una década y la Universidad parece ser un espejo de la coyuntura del mercado laboral al que se enfrentan los jóvenes. Pero el decano de Economía, Jorge Xavier, explica que detrás de estas estadísticas se esconden algunos datos alentadores: “El crecimiento sin precedentes de la matrícula genera que la masa poblacional sea mayor y sea más difícil conseguir empleo”. El incremento de la matrícula, a su vez, “es el reflejo de una Universidad que da más oportunidades de acceso”: la mitad de los estudiantes de grado de la Udelar son la primera generación de su familia que alcanza la formación universitaria.
Hay otro elemento que, según Xavier, la Udelar podría capitalizar de la actual coyuntura laboral y sanitaria: el estudiante tiene más tiempo para estudiar. “Hay alumnos que me comentan: “Profe, ahora sigo las clases online, me ahorro la hora de viaje en ómnibus y compatibilizó el estudio con el resto de la rutina”.
Una investigación que encabezó la Dirección General de Planeamiento revela que la actividad laboral, en simultáneo con el estudio, es una de las variables que más incide en el abandono de la carrera. El año pasado, por ejemplo, un estudiante que trabajaba tenía un 53% de chances de abandonar los cursos, mientras que entre quienes no trabajaban ese porcentaje se reducía al 30%.
Mariana Caffa, quien representa al orden estudiantil en el Consejo Directivo Central de la Universidad, entiende que “no se puede aspirar a que la gente solo trabaje o solo estudie... hay veces que las experiencias laborales enriquecen la formación”.
El movimiento estudiantil aún no ha analizado los datos estadísticos pero, según Caffa, “es probable que las cifras sean un insumo que confirma un viejo reclamo: la necesidad de que los cursos se brinden en diferentes horarios y que exista más compatibilidad entre el trabajo y el estudio”.
En este sentido, el decano Xavier sostiene que “tras la pandemiaquedará un mandato: la Universidad tendrá que apuntar a formas híbridas de enseñanza en las cuales haya cursos asincrónicos y una mayor flexibilidad de tiempo y espacio”.
Mundos distintos.
La Universidad de la República tiene seis veces más estudiantes que Harvard u Oxford. En ese volumen de alumnos y de servicios universitarios cabe de todo: mientras que en Ingeniería, Economía o Música está desempleada menos de la quinta parte, en Arquitectura o Educación Física lo está cerca de un tercio del estudiantado.
En Arquitectura -donde, hasta el cambio del plan de estudios, en 2017, más de la mitad de los egresados demoraba 12 años en recibirse- “la carrera tiene cierta duración, incluye un viaje y eso va acumulando estudiantes más adultos que, por su edad y planificación familiar, buscan trabajo”, reconoce el decano Marcelo Danza.
El cambio de plan de estudios parece estar acortando esos tiempos. Pero hay otras razones que, a juicio de Danza, inciden en que esta carrera tenga un porcentaje de desempleo mayor a la media universitaria: “en el imaginario del estudiante está la idea de que, avanzado en los estudios, tiene que conseguir un puesto como dibujante o ayudante en algún estudio arquitectónico” y, a la vez, “es una carrera que padece los sobresaltos del mercado de la construcción”.
En buena parte de la última década, Uruguay había atravesado una intensidad de construcción, de volumen de viviendas e infraestructura. Fue un proceso que incluso hizo aumentar el precio del metro cuadrado. Pero “desde unos dos años antes de la pandemia y, sobre todo, desde la pandemia, esa intensidad bajó drásticamente y la salida laboral en el rubro se ha vuelto más dificultosa”.
El desempleo juvenil en Uruguay es “históricamente alto” y la coyuntura agravó el escenario. Eso repercutió “en todas las carreras”, pero no cambió los “podios” de servicios con más y menos ocupación. Economía es el ejemplo más claro: en los últimos dos años el desempleo pasó de 16,6% a 18,6%, pero el porcentaje sigue estando bastante por debajo del promedio universitario.
“Los estudiantes de Economía trabajan desde muy jóvenes: son estudiantes que tienen facilidades de acceder de manera muy temprana al mercado de trabajo, en especial a empresas que recurren a ellos por el tipo de contenidos y disciplinas que se abordan en la carrera”, explica el decano Xavier.
En este servicio, dice el académico, “no se promueve el trabajo estudiantil, pero sí se aceptan y se acuerdan prácticas laborales como parte de los créditos curriculares y puedo decir que, todos los días, firmo acuerdos con empresas y organismos”.
La titulación universitaria y, en particular, el estudio de posgrado, acerca al estudiante a trabajos vinculados a su disciplina. Prueba de ello, entre los alumnos de grado de la Udelar que están ocupados, más de la mitad se emplea en tareas que tienen “poca” o “nula relación” con lo que estudian. Entre los estudiantes de posgrado, en cambio, el 93% está ocupado y siete de cada 10 de ellos lo hacen en roles muy vinculados a su carrera.