PLAN DE PRIMARIA GENERÓ POLÉMICA
El presidente del Codicen, Robert Silva, dijo que “hay que dejar de pensar en grados” y que lo importante es “el apoyo a las trayectorias educativas”.
El impacto del COVID-19 en las escuelas uruguayas podría calificarse de “regular” y “sote” a la vez. Porque así como la pandemia dejó a miles por el camino, trastocó los horarios y retrasó los programas, también aceleró la autonomía de los centros educativos, la virtualidad y, desde ayer, impuso un debate pendiente: ¿Las notas tienen sentido?
Todo surgió tras una propuesta de Primaria para que se eliminase la repetición y que los escolares pasen de grado sin calificación en este “excepcional” 2020. La iniciativa había nacido tras un cónclave entre inspectores, consejeros y los más altos cargos técnicos de ese subsistema. Pero, al momento del planteo al Codicen, empezó la tensión.
Robert Silva, presidente del Codicen, es de los que comparte “a título personal” la iniciativa y ya en su época de consejero había promovido “las evaluaciones por ciclo, el acompañamiento de trayectorias y el dejar de pensar en grados”. Pero, como “hubo consejeros que presentaron su discrepancia” dice que “todavía no hay una decisión final”.
LaLey de Urgente Consideración cambió -o al menos esa era su filosofía- la gobernanza de la Administración Nacional de Educación Pública. La normativa le dio más fuerza al Consejo Central y los llamados “desconcentrados”, que ahora pasarán a ser direcciones, estarán bajo el mando del Codicen. Entonces, lo que enojó a Silva fue “la presentación de un documento a la prensa sin pensar en clave ANEP”.
El consejero político Juan Gabito Zóboli, en cambio, tuvo una discrepancia conceptual: “donde se trabajó, tiene que haber un premio”. Y ese “premio” sería la calificación. Así lo explicó ayer a Telemundo.
¿La calificación es un premio? Según Graciela Loureiro, una de las especialistas uruguayas en evaluación y quien coordinó el Departamento de Evaluación de Aprendizajes del Codicen, “la nota no es un premio ni un estímulo”. Al contrario: “los estudiantes y los padres no tienen que correr detrás de la nota… lo que importa es lo que el niño aprende, y no un número o una letra que, por sí sola, no dice nada”.
Loureiro no es contraria a las calificaciones, pero, en “el contexto actual y mucho más con niños en edad escolar”, tiene que primar “la evaluación formativa”. Así lo dejó en claro en un libro publicado hace tres años, junto a los académicos Pedro Ravela y Beatriz Picaroni, en el que se argumenta que es hora de modificar la forma de “hacer las cosas”.
“La evaluación calificativa es necesaria, sobre todo en la universidad o en los últimos años de media. Pero la evaluación formativa, esa en la que el docente expresa en qué punto está el estudiante y qué le falta recorrer para llegar a la meta, esa que retroalimenta y que permite avanzar en el conocimiento es la que no puede faltar”.
Los países nórdicos, por ejemplo, ya lo resolvieron. En América Latina, Chile empezó a volcarse por lo formativo, Perú ya lo incluyó en la currícula y, según el pedagogo Áxel Rivas, en Argentina, Brasil y México “el primer grado tiene promoción automática y forma un bloque pedagógico con el segundo”.
El problema que se ha presentado en América Latina, reconoció Rivas, está centrado “en el qué dirán”. ¿Por qué? En la mentalidad pedagógica de los años noventa “se acusaba a los gobiernos de obligar a promocionar a los alumnos para que las estadísticas les cierren”.
Silva, como actual presidente del Codicen, es consciente de esa crítica: “hay que combatir el discurso tribunero de que se facilita el pasaje para mejorar la estadística. Lo que hay que mejorar son los aprendizajes”.
Antonio Romano, quien dirigió el Planeamiento de la ANEP durante el último quinquenio, dijo que “fueron los jesuitas lo que instalaron las notas bajo un supuesto: el estímulo para el aprendizaje se produce por efecto de comparación con los otros”. Eso, según el doctor en Educación, tiene un “presupuesto interesante que es que todos puede aprender”, pero, “esconde un problema no resuelto que es que los procesos de aprendizaje y los tiempos son individuales”. Y en esto último viene la “falla” de la calificación: “Se rige bajo la lógica de que todos pueden aprender todo al mismo tiempo y de la misma manera”.
Las nuevas políticas curriculares -léase las que ya aplica casi toda Europa, el sudeste asiático, la que planteó el colectivo Eduy21, la que inició la gestión de Wilson Netto y reafirmó el nuevo gobierno en su proyecto de Presupuesto- apuntan a que los estudiantes sean acompañados, que las evaluaciones sean por ciclos y no por años, y que esos ciclos vayan siguiendo una lógica durante toda la vida estudiantil.
Por eso para Renato Opertti, quien desde Eduy21 promovió un Marco Curricular Común, “esta no es una discusión entre calificar o no. Estamos teniendo un sistema educativo que no es certero en garantizar los aprendizajes entre ciclos. Y lo que tendríamos que discutir no es el pasaje de grado, sino la continuidad, la progresión y el apoyo de los aprendizajes”.
Las neurociencias, explicó Opertti, han demostrado que cada alumno “tiene su especificidad”, aprende a su ritmo y a su manera, y el desafío es “cómo lograr que progrese y que no quede excluido”. De ahí que para este académico sea más oportuno que no haya siquiera el salto “tan marcado” entre la escuela y el liceo.
En este sentido, su colega Loureiro concluyó: “Más que la decisión inmediata de 2020, el punto está en qué vamos a hacer el año próximo”.
Semana entrante definirán la habilitación de los comedores
Con el visto bueno del Ministerio de Salud y tras un relevamiento de las chances logísticas en las escuelas públicas, las autoridades educativas se aprontan para resolver, esta semana entrante, la habilitación de los comedores escolares.
Varios centros educativos retomaron, este mes, el horario presencial completo. Pero para el caso de algunos colegios y algunas escuelas de tiempo pedagógico extendido (esas que tienen espacio físico como para mantener la distancia requerida entre alumnos) sigue habiendo una dificultad: ¿Cómo y cuándo almuerzan los niños?
Por eso las autoridades no quieren dilatar más la aprobación del protocolo y están procurando ajustar la existencia de auxiliares de servicio para poner en marcha a los comedores (hasta ahora solo están habilitados en las escuelas rurales).
Según un relevamiento de Primaria, de las 837 escuelas urbanas con comedor tradicional, “23 no podrían abrir si no se refuerza” la cantidad de funcionarios, explicó el consejero Pablo Caggiani. Ocurre que hay auxiliares que son grupo de riesgo del COVID-19 y hay otras que pasaron de cocina a limpieza para mejorar esa tarea.
En los servicios tercerizados, a priori, las escuelas públicas no tendrían inconvenientes porque la atención corre por cuenta de la empresa contratada.
Según el informe sanitario de los científicos que asesoran al gobierno, se desconoce que los alimentos hayan sido vehículo de contagio del nuevo coronavirus. Pero la sugerencia es extremar las medidas de higiene y que los niños respeten el distanciamiento físico a la hora de almorzar.
Para no generar “falsas expectativas”, en especial a algunos colegios que ya han consultado por los comedores, el Codicen dio aviso que ni bien tome una resolución la hará circular entre las comunidades educativas.