DE NUEVE BARRIOS DE MONTEVIDEO
Por cada microgramo de plomo en sangre, los niños caen 0,13 puntos en las pruebas de vocabulario. Así lo comprobó uno de los tres estudios que lideró Natalia Agudelo en su tesis doctoral para la UC.
El plomo está prohibido como aditivo de los combustibles, vedado en las pinturas de uso doméstico y en los juguetes. Pero este existe y está en el cuerpo de varios niñosuruguayos. Y según una nueva investigación es uno de los culpables de los bajos desempeños en lectura, escritura y matemáticas.
Por cada microgramo de plomo en sangre, los niños caen 0,13 puntos en las pruebas de vocabulario. Así lo comprobó uno de los tres estudios que lideró Natalia Agudelo en su tesis doctoral para la Universidad Católica.
El trabajo -el primero de este tipo en la región- confirmó con escolares de primer año de escuela de colegios de nueve barrios de Montevideo que la exposición al plomo es neurotóxica y, por consiguiente, afecta en el rendimiento académico de los jóvenes.
El plomo es un metal que se conoce desde la antigüedad, al punto que en la alquimia estaba asociado con el planeta Saturno (por eso el envenenamiento con plomo se lo conoce como saturnismo). Y no son necesarias dosis elevadas de este metal para que su impacto se haga notar.
El plomo que se le agregaba al combustible -con el objetivo de mejorar el funcionamiento de los motores y que ahora está prohibido- se estima que fue el causante de la reducción de 800 millones de puntos de coeficiente intelectual acumulados en Estados Unidos desde la década de 1940. Al menos eso constató un estudio liderado este año por las universidades de Duke y la Estatal de Florida. Por eso los toxicólogos dicen que es un metal que “roba la inteligencia”.
“Es un metal innecesario y neurotóxico”, recuerda la investigadora uruguaya Agudelo. El problema es que está en el ambiente y, aunque se quiera, a veces se hace cuesta arriba evitar la exposición.
En Uruguay, por ejemplo, quedan cañerías de plomo, la pintura industrial (como la que se usa para los barcos) todavía usan ese metal y también algunas “plomadas” que se usan para la pesca.
Hace menos de diez años, cuando en Uruguay ya no se hablaba de los niños con plomo que vivían cerca de la refinería de Ancap en La Teja, el Ministerio de Salud Pública encontró una niña con 45 microgramos de plomo por cada decilitro de sangre. Para tener una referencia, el límite de alerta que acaba de fijar el Centros para Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos se sitúa en 3,5 microgramos por decilitro. ¿Cómo es posible tal contaminación? Su casa estaba forrada de maderas pintadas y con solo tocar la pintura ya se podía tomar contacto con el metal.
El plomo toma contacto con el cuerpo, circula por la sangre, pasa por órganos blandos como el bazo o los riñones, afecta al sistema nervioso central y se deposita por años en los huesos y dientes. Y si bien es más frecuente la contaminación en aquellos lugares en que los niños están expuestos a chatarra o industrias -agua contaminada, cercanía a puertos o deshuesaderos-, es probable que cualquier persona tenga cierto nivel de plomo en sangre.
En los niños que participaron de la investigación uruguaya -de los barrios Cerro, La Teja, Nuevo París, Ciudad Vieja, Aparicio Saravia, Camino Maldonado y Punta de Rieles- se encontró un promedio de 4,1 microgramos de plomo por cada decilitro de sangre.
Como todo promedio hay niños con niveles más altos y más bajos. En ese sentido, los niños que tenían más de cinco microgramos demostraban, por ejemplo, rendimiento inferior en composición de textos y en fluidez de lectura.
“En niveles bajos de exposición al plomo”, a su vez, se encontraron “diferencias en el rendimiento lector que parecen estar vinculadas al desarrollo cognitivo del niño y a variables del contexto familiar”, reza el documento.
Un segundo estudio de la tesis doctoral comprobó la afectación en el desempeño matemático: niveles altos de plomo equivalen a un rendimiento descendido en cálculo y fluidez matemática. Por ejemplo: los menos expuestos al plomo obtuvieron 1,8 más respuestas correctas que aquellos con más plomo.
“En nuestra sociedad hay desinformación y desensibilización del impacto de los metales que están en el ambiente e inciden en el desarrollo”, dice la investigadora uruguaya, quien propone que se estudie el plomo en sangre de los cordones umbilicales de los recién nacidos como medida de cortar cuanto antes con la exposición. Y concluye: “La desigualdad educativa también podría estar hablando de una desigualdad ambiental”.