EDUCACIÓN
En Uruguay no se le dedica tiempo a la reflexión y evaluación de textos, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Cuando Caperucita le dice al lobo que iba a visitar a su abuelita, ¿no estaría revelando demasiados datos personales? Cuando la casa del tercer cerdito, esa construida de ladrillos, sobrevive al soplido del lobo, ¿no estaría advirtiendo que el esfuerzo tiene su recompensa? El Patito Feo, ¿no será la muestra de que las apariencias, a veces, engañan?
Un texto -ese cúmulo de letras, signos de puntuación y espacios en blanco- permite bastante más que decodificar los sonidos y los grafemas. Admite bastante más que la comprensión literal o inferencial. Abre un abanico de reflexiones. Tal vez por eso, Jorge Luis Borges decía: “Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído”.
Pero un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) evidencia que, tras analizar los currículos escolares de 18 países, en Uruguay no se le dedica tiempo a la reflexión y evaluación de textos.
Tanto en tercero como en sexto de escuela, más de la mitad de los documentos y ejercicios de Lectura se centran en la diversidad textual: entender el tipo y género del texto. En este aspecto, Uruguay hace más énfasis que el promedio de la región. Lo mismo ocurre con la comprensión lectora.
Pero mientras en las escuelas de América Latina se le dedica un tiempo a la lectura crítica (8% en tercero y 14% en sexto), en Uruguay no aparecen ejemplos en ninguno de los años.
“Reflexionar sobre los textos es indispensable para estar bien informados y participar en las sociedades del siglo XXI”, deja en claro el reporte de Unesco.
En Matemáticas ocurre un escenario parecido: Uruguay le imprime más relevancia que sus vecinos al estudio de la Geometría, pero, en tercero de escuela, los alumnos no ejercitan en álgebra.
Más allá de letras y números, el reporte hizo un análisis regional de la presencia de contenidos sobre la educación para la ciudadanía mundial y la educación para el desarrollo sostenible, cuya inclusión en los currículos es central para avanzar hacia el cumplimiento de la Agenda de Educación 2030.
En esta línea, los programas escolares uruguayos son los que más énfasis hacen en el concepto de “libertad” y “equidad de género”. Sin embargo, no hay presencia del concepto de “responsabilidad” (el que aparece en el 84% de los currículos de la región). Tampoco aparecen la “tolerancia”, la “comunidad”, la “empatía”, el “pensamiento lógico”, la “felicidad” y la “fraternidad”.
Se trata de nociones “muy relevantes que están ausentes en varios países, lo que preocupa dado que estos ayudan a abordar uno de los principales desafíos de la globalización, acentuado por la pandemia: cómo vivir juntos”, dice el informe de Unesco.
En los conceptos asociados a la educación para el desarrollo sostenible, uno de los temas que más énfasis hace la proyección para el año 2030, Uruguay enfatiza en la biodiversidad y lo ambiental. Pero el cambio climático, por ejemplo, está menos presente que en el resto de la región. De hecho, no aparecen menciones al reciclaje, a la economía verde y al carbono.
“Con los hallazgos de este estudio, los países podrán revisar sus acciones para apoyar a los profesores en la implementación del currículum de cara a los aprendizajes de los estudiantes, más aún en contextos de complejidad como el actual, donde es fundamental priorizar los contenidos”, señaló Carlos Henríquez, Coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación.