INVESTIGACIÓN
Estudio en San José muestra retrasos en el desarrollo de niños que nacieron con menos de 32 semanas o con menos de 1.500 gramos.
Los motivos de algunos fracasos escolares podrían remontarse al momento de dar a luz. Porque el solo hecho de nacer antes de tiempo o con bajo peso incide en el desarrollo futuro del niño: desde cómo toma un lápiz hasta cómo se comunica con sus compañeritos. Así lo demuestra un estudio de neonatología que será presentado en el Congreso Uruguayo de Pediatría.
En Uruguay nacen cada vez menos niños. Pero, al mismo tiempo, cada vez sobreviven más niños. El avance de la ciencia y los controles del embarazo hicieron que cayera la mortalidad infantil. Los niños se salvan con más frecuencia, incluso cuando nacen antes de tiempo. Uno de cada diez nacidos vivos en el país lo hace antes de la semana 37, el tiempo de permanencia necesario en el vientre materno para que los órganos vitales se desarrollen. Y “todo indica que cada vez habrá mayor proporción de prematuros”, explica la neonatóloga Laura Pérez, autora principal de la investigación.
La ciencia progresa y hace que los llamados “bebés milagro”, esos que pesan la mitad que una bolsa de azúcar, puedan sobrevivir con más frecuencia. Los padres postergan la edad en la que tienen su primer hijo, muchos de ellos recurren a métodos de fertilización asistida que, a la vez, aumentan las chances de un embarazo múltiple (mellizos, trillizos). Y los embarazos a edades tardía como los múltiples tienen más posibilidad de desencadenar en un nacimiento antes de término.
Que un niño se salve no significa que no vaya a tener secuelas. Eso es algo que los pediatras lo saben: por eso las clásicas mediciones del peso, la altura, la capacidad auditiva o la visión. Pero “cuando llegan a la escuela, ya no se tiene en cuenta que un niño había nacido prematuro”, advierte la doctora Pérez. Por eso, en su trabajo monográfico de neonatología se propuso indagar cuál es el resultado en neurodesarrollo de preescolares y escolares que habían nacido con menos de 32 semanas o con menos de 1.500 gramos.
Fue así que se centró en aquellos que habían sido atendidos en la única unidad exclusivamente neonatal del interior de Uruguay: el CTI de la Asociación Médica de San José.
A los niños que hoy tienen entre cuatro y ocho años, y que habían nacido prematuros, se los entrevistó y aplicó el inventario de Battelle, un instrumento que permite conocer el grado de desarrollo infantil. De los 20 menores analizados, la mitad tuvo un desempeño insuficiente para lo esperado a su edad o ni siquiera fue capaz de completar la prueba.
El diagnóstico dejó por fuera a dos niños que tenían patologías previas que inferían su desarrollo. No obstante, de quienes sí hicieron la prueba se llegó a encontrar retrasos de hasta un año respecto a las capacidades que se esperaría para su edad.
“De acuerdo a la edad gestacional se encontró que todos los niños menores de 30 semanas obtuvieron puntajes por debajo de lo esperado. Todos los niños mayores o iguales de 32 semanas obtuvieron puntajes esperados, a excepción de dos casos” con bajo peso al nacer, concluye el estudio.
De los 20 entrevistados, 13 tenía descendido su desarrollo cognitivo, doce su capacidad motora, diez su capacidad adaptativa, nueve el desarrollo personal y cuatro el comunicacional. Entre los preescolares se nota dificultades motoras en más del 60%.
“Ninguno de estos niños viene de un contexto desfavorecido o no tuvo acceso a especialistas”, dice Pérez, quien ahora hará un comparativo con la población que nació a término.
“Queda en evidencia que el sistema educativo debería tener cierta atención y la prematurez ser tenida en cuenta más allá de un consultorio pediátrico”, concluye.