Gonzalo Baroni se muestra conforme con el hecho de que se haya instalado en la agenda la discusión en torno a la propuesta presentada por Álvaro Delgado -en la que él trabajó- de premiar con un bono de US$ 6 mil a aquellos estudiantes de los primeros dos quintiles que terminen el liceo o la UTU. El director de Educación, de hecho, se jacta de que el candidato del Partido Nacional es hasta ahora el único de los presidenciables que presentó una propuesta educativa concreta y de impacto. En entrevista con El País, el jerarca dijo que la apuesta es lograr resultados “en el muy corto plazo” y detalló los argumentos detrás de este planteo para mejorar el egreso.
-¿Cómo surgió la idea de dar un bono económico a los estudiantes de los primeros dos quintiles?
-En el proceso de unificación del programa de gobierno, luego de las elecciones internas, nos preguntamos cuáles eran las ideas fuerza vinculadas a lo educativo que podían generar un debate que no se estuviera dando.
-El programa de gobierno unificado de Delgado, que aún no está publicado en formato digital, no tiene explicitada esta propuesta.
-Es que, si te fijás, casi ningún programa de gobierno tiene planteos explícitos. Tienen postulados genéricos.
-Varios dirigentes y militantes blancos tuvieron como primera reacción un distanciamiento con este plan, por entenderlo como una política “asistencialista”. ¿No se la puede ver desde esa óptica?
-En la sociedad hay ciertos prejuicios sobre las transferencias económicas directas. El Estado uruguayo y los Estados en el mundo, de alguna forma u otra, casi todos, tienen alguna transferencia económica directa. Desde una asignación familiar hasta una beca. La diferencia es que nosotros estamos planteando un bono educativo al final. La discusión sobre el asistencialismo existió en Uruguay cuando se implementaron planes de emergencia sin que hubiera contraprestación o sin que se controlara. Acá tenemos una meta, que es que el 100% de las personas egresen de la educación formal obligatoria. Y para eso necesitamos un empuje. Porque la transformación educativa tiene varias líneas: mejora en la gestión, mejora en la calidad docente, un fuerte impacto con el marco curricular nacional, una vuelta de tuerca en el enfoque competencial, y estamos enseñando el pensamiento crítico, el computacional, el relacionamiento interpersonal. ¿Pero esto tiene hoy un impacto fuerte en los jóvenes que están en el final de su trayectoria educativa? Diría que es casi nulo, porque los programas de bachillerato recién se están empezando a aplicar. Entonces, o buscamos soluciones o no hacemos nada con jóvenes que en el 50% de los casos no termina la educación media, y que de los dos primeros quintiles solo lo hacen uno de cada tres.
-¿Tienen evidencia de que esto pueda funcionar en el corto plazo?
-En el muy corto plazo. La experiencia nacional más clara es la de Paysandú. Más Talento es un programa que coordinan la intendencia, Inefop y OPP, que transfiere dinero a jóvenes que estaban en proceso de abandono, y que son de quintiles bajos. Se trata de transferencias económicas directas con un acompañamiento, y además se les consultó en qué habían gastado la plata y en qué la estaban utilizando. Y los resultados son muy buenos.
-¿Y en qué evidencia internacional se basan?
-En algunas provincias argentinas, algunos estados brasileños y algunos ejemplos concretos que Chile. Y también hay alguna evidencia en Estados Unidos que lo demuestra. Lo que buscamos es una política de shock. La película es la transformación educativa. La foto es la transformación educativa con un shock. Entre el año 2005 y el año 2019 pasamos de un 32% de tasa de egreso al 43% de tasa de egreso. O sea, estás hablando de 11 puntos en 15 años. Nosotros aumentamos nueve puntos en algo más de cuatro años.
-Pero la reforma educativa implicó una flexibilización en los parámetros de repetición…
-Y en la anterior también. Siempre hay algún tipo de flexibilización. A lo que voy es que aumentamos 20 puntos en 20 años. A este ritmo, necesitamos esperar 50 años para tener al 100% de la población egresada. Tenemos un sentido de urgencia y esa es la discusión que queremos dar.
-El investigador Pablo Menese publicó un estudio años atrás que arrojó que las transferencias en bachillerato tuvieron resultado “negativo”. “En Educación Media Superior las Asignaciones Familiares tuvieron un efecto nulo previo a 2008, y negativo posteriormente”, afirmó. ¿Por qué esto sí funcionaría?
-Pero esto no es una asignación familiar. La asignación familiar no tiene ninguna contraprestación. Esto es una transferencia económica directa, igual que la asignación familiar o igual de una beca, pero con la contraprestación de que se culmina un ciclo educativo.
-¿Se evaluó la posibilidad de que este sistema de compensación derive en presiones o amenazas de parte del alumnado para lograr la promoción?
-¿Y cuál es la diferencia con las programas de becas que ya existen? Nosotros tenemos la beca Butiá que es cuatrimestral, que es una transferencia económica directa que está atada a las culminaciones y a la trayectoria educativa, y llega a 15 mil jóvenes. Y nunca hemos recibido una denuncia de que hayan presionado a un docente para no perder la beca.
-¿Los estudiantes que ya estén becados podrían recibir también este bono económico?
-Creo que el cruzamiento puede ser bajo, pero que sí podrían acceder al premio, porque son distintos incentivos: uno es al final y el otro es durante.
-¿Esto sería solo para el sector público o también está previsto que pueda aplicarse en algunos colegios privados?
-Está previsto para la culminación de bachillerato en general. Los datos reales muestran que los quintiles 1 y 2, que es a los que apostamos, tienen un acceso muy bajo a la educación privada.
-El plan cuesta más de US$ 30 millones, según dijo Diego Labat. ¿De dónde saldrán esos recursos?
-Estamos hablando de recursos extrapresupuestales; de reasignaciones de partidas, que se determinarían en la Ley de Presupuesto y luego en las Rendiciones de Cuentas.
-¿Cómo sería el mecanismo de pago? ¿Una transferencia bancaria?
-A través del Instituto Nacional de la Juventud (INJU). Estuvimos hablando con su director, Aparicio Saravia, que nos dijo que funciona muy bien el Programa de Educación Financiera, que es un acompañamiento a jóvenes para ayudarlos en todos los tipos de gasto. Entonces decidimos pedirles este curso obligatorio, que es semestral y lo imparte el INJU en todo el país, para poder recibir el bono. Y ellos tienen la Tarjeta Joven, que la puede sacar los menores. Es una tarjeta de débito prepaga.
-Carolina Cosse dijo que con esta propuesta Delgado cayó en la “demagogia”...
-No suelo estar de acuerdo con Cosse y en esto mucho menos. Primero, porque todavía no escuché ninguna propuesta del Frente Amplio, aparte de volver hacia atrás la transformación educativa.
-¿Pero no puede considerarse demagógico proponer un plan como este, que habla de plata para sectores populares en plena campaña electoral?
-El Frente Amplio no puede hablar de demagogia y entrega de dinero en campañas electorales. Creo que justamente están muy lejos de tener autoridad moral para hablar de demagogia y transferencias directas a la población.
-¿Por qué el plan no puede aplicarse este año?
-No tenemos presupuesto para eso ahora.
-¿Cuántos estudiantes se verían beneficiados?
-Hoy los que egresan de los quintiles 1 y 2, sin ningún incentivo, son casi 10 mil.
-¿Y cuántos serían luego del bono?
-Entendemos que habría un efecto reacción. Que en el primer año podría aumentar cerca de 2 mil y en el segundo podría llegara a duplicarse.
-¿Tendría una finalización el programa?
-Sí, no es estructural. Pretendemos llegar al final del quinquenio al 66% de jóvenes del sistema final con egreso. Sin este shock, llegaríamos al 61% al final del próximo período, en 2030.
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