CLASES EN TIEMPO DE PANDEMIA
A casi un año de declarada la emergencia sanitaria, esa que cerró escuelas y convirtió al sofá o la mesa de la cocina en pupitres, empiezan a conocerse las primeras secuelas.
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En educación, dicen los maestros, no existe el tiempo perdido. Pero a casi un año de declarada la emergencia sanitaria, esa que cerró escuelas y convirtió al sofá o la mesa de la cocina en pupitres, empiezan a conocerse las primeras secuelas: los aprendizajes descendieron.
El doctor en Psicología Ariel Cuadro realizó, junto a su equipo del Departamento de Neurociencia y Aprendizaje de la Universidad Católica, un seguimiento de más de 300 escolares que, a la vez, asisten a los clubes de niños. Entre marzo y julio, cuando la presencialidad estuvo cortada, no observaron mejoras en el dominio de la lectura y la escritura. Distinto fue el último tramo del año que, en términos comparativos, “se pareció más a 2019”.
Pero lo más llamativo es que en los meses de escuelas cerradas y clases virtuales, solo el 15% de los alumnos pudo mantener el nivel o mejorarlo. Y entre estos pocos afortunados, la mayoría contó “con apoyo desde el contexto familiar”.
Cuadro, quien se ha especializado en el estudio de la adquisición del lenguaje escrito, ya había investigado el peso que tienen los adultos del hogar para que el niño aprenda a leer y escribir. El solo hecho de ver como los padres leen, el compartir cuentos en voz alta, una biblioteca nutrida, darse un tiempo para escuchar leer a un hijo o lanzar un debate terminan haciendo la diferencia. Y cuando las casas se convirtieron en aulas, por la pandemia, esa vieja evidencia quedó más al descubierto.
“Muchos padres, al verse acorralados por la situación y la necesidad de involucrarse en los aprendizajes de sus hijos, trataron de reducir los impactos negativos de la pandemia”, explica el investigador. Y eso, lejos de culpabilizar a las familias que no pudieron dedicarles más tiempo a sus niños, a veces por la simple falta de recursos, “podría a futuro incrementar la brecha de aprendizajes”.
En otra investigación del mismo equipo de la Católica, con escolares de primer año de colegios privados de Casavalle, La Teja y el Cerro, los académicos encontraron resultados similares. La mitad de los estudiantes no avanzó en los aprendizajes respecto al año anterior y el riesgo lector aumentó de 23% a 35%.
Eso significa que a algo más de un tercio de los escolares estudiados se les dio para leer 12 palabras sencillas (como “mesa”, “casa” o “flores”) y no supieron leer siquiera tres. O no fueron capaces de comentar todas las letras del abecedario, o no lograron leer: “la Luna se ve de noche”.
Aunque estas evidencias son puntuales y no representan necesariamente lo que sucedió a escala nacional, parecen ir en sintonía con las últimas publicaciones científicas. Ismael Sanz, docente de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos, en España, hizo una revisión de documentos académicos sobre los efectos del COVID-19 en los estudiantes. Una de sus conclusiones, en base a la Evaluación de competencias de adultos (Piaac), es que los actuales alumnos “perderán hasta un 2,6% de ingresos a lo largo de su carrera profesional como consecuencia de la pérdida de aprendizaje y habilidades generada por la pandemia”.
Sus cálculos han recibido críticas, sobre todo por parte de quienes sostienen que, así como hay pérdida de aprendizajes, podría haber mejoras en otros sentidos. Pero hasta los más detractores coinciden en que “es importante reflexionar sobre los posibles impactos”.
Uruguay carece de pruebas estandarizadas anuales que hayan estudiado el efecto COVID-19 a escala país. Las evaluaciones Aristas, cuyos resultados preliminares se conocerán el mes próximo, darán cuenta de los niveles de los alumnos de tercero y sexto a diciembre de 2020, pero la comparación se hará con 2018.
La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), por su parte, está analizando los resultados de las evaluaciones adaptativas. Son pruebas que, advierten los académicos, sirven para que el docente pueda ir tomándole el pulso a sus grupos y no tanto para los comparativos. Aun así, el primer borrador de resultados refleja que hubo un descenso marcado en matemáticas y no tan marcado en lectoescritura.
Haciendo cálculos.
La matemática no cambia: dos y dos son cuatro. Pero en los últimos años -sobre todo ante los magros resultados de las pruebas Terce en 2014- se modificó la manera en que se enseña matemáticas.
Ya no corre aquello del niño parado frente al pizarrón repitiendo la tabla del ocho. “Ahora los niños tienen que resolver problemas, como si fueran juegos, y luego el adulto reflexiona con ellos sobre cómo se llegó a esas conclusiones y resultados”, explica la inspectora Rosa Lezué, quien preside la comisión de enseñanza de Matemática de Primaria.
Los resultados del cambio de paradigma, admiten en Primaria, recién se podrán evaluar en tres años, cuando haya pasado toda una generación de escolares que estudiaron con los nuevos cuadernos de la disciplina.
La pandemia, sin embargo, supuso un desafío: los cuadernos de matemáticas y los libros de los maestros están pensados para alumnos y docentes. Las familias quedaron relegadas. Eso, sumado a la dificultad de algunos padres ante un problema matemático, podría explicar la afectación de este tipo de aprendizajes.
Cuadro no investigó sobre las matemáticas. Pero el especialista vuelve a su concepto: “Para las familias es más fácil trabajar en la lectura y escritura. Y para los maestros también ha sido más sencillo trabajar la lectura o la escritura en la virtualidad que el razonamiento más lógico... en matemáticas se ve más el efecto de la escuela”.
Estas apreciaciones están centradas en escolares de contextos económicos similares. En este sentido, la incógnita aún no resuelta es qué sucederá con la brecha. Previo al COVID-19, el Banco Interamericano de Desarrollo estimaba que, en la región, los estudiantes vulnerables tenían en promedio un rezago en aprendizajes de dos años de escolaridad con respecto a sus pares menos vulnerables. El mismo BID calcula que es posible que la brecha se haya ensanchado un 25%.
Un año récord en Plan Ceibal
Entre las dos plataformas de Matemáticas del Plan Ceibal (PAM y Matific), durante la pandemia, se completaron 40 millones de ejercicios y seis millones de episodios (con la participación de 291.512 estudiantes). La Biblioteca Digital alcanzó los 190.000 lectores y su catálogo contó con más de 8.000 libros de todos los géneros. Esto supone récord respecto al histórico. Por primera vez, además, hubo una prueba voluntaria de habilidades de PC. Participaron 7.000 alumnos.
Pese a la pandemia y al cierre temporal de escuelas, el aprendizaje de segundas lenguas parece haberse potenciado en tiempos del COVID-19. En la educación pública mejoraron los resultados en los exámenes internacionales y la participación en pruebas de Francés, Portugués, Alemán e Italiano. En algunos niveles incluso se duplicó la demanda.
En las pruebas internacionales de Francés, por ejemplo, la aprobación fue del 87% y en algunos departamentos superó el 94%. El examen más alto de Portugués, el que financia el gobierno brasileño, contó con todos los cupos completos y en las pruebas orales “la mejora fue significativa”. Todavía no están las calificaciones porque falta la corrección del escrito.
Inglés, la segunda lengua más extendida en su aprendizaje, también se vio favorecida, aunque con matices. Quienes rindieron las pruebas escolares de nivel principiante, mejoraron sus desempeños respecto al 2019. Pero la participación cayó a la mitad.
Según Aldo Rodríguez, director de Políticas Lingüísticas de ANEP, la tradición del uso de plataformas digitales para la enseñanza de idiomas y los acompañamientos durante la virtualidad podrían explicar la mejoría de resultados.
“En Inglés, hubo acompañamiento de tutores, de padrinos y madrinas, y eso, en tiempos en que los escolares estaban más en sus casas o con más tiempo ocioso, pudo haber ayudado”, dice Rodríguez. En ese sentido, agrega, “cuando vimos que no había presencialidad y desplegamos nuevas estrategias, ya contábamos con Inglés en Ceibal, Inglés Sin Límites y otros programas que apuestan mucho a la enseñanza remota”.