A unas dos semanas del regreso a clases, el consejero del Codicen Juan Gabito aseguró a El País que no habrá complicaciones extra pese al cambio curricular de la llamada Transformación Educativa, que impulsa el gobierno. Mientras se prepara todo para un nuevo año lectivo, los colegios analizan la nueva Ordenanza 14, que generó polémica por un artículo. Para Gabito, esta reforma no es un “cambio estructural”, pero sí “importante”. El consejero relató qué hubiera hecho diferente en la aplicación de la reforma y criticó planteos de la oposición. En el año que resta buscará trabajar con los presos, a quienes “el sistema educativo no les llegó”.
-¿Qué factores están detrás de los cuatro cierres de colegios en el último tiempo?
-Pensamos y coincidimos con directivos de Aidep y Audec que está incidiendo fundamentalmente una baja de matrícula general por baja natalidad, y puede haber cuestiones de gestión. Los cierres fueron en un 1% (del total), no le asigno una importancia especial.
-¿Esta situación derivó en un cambio de la Ordenanza 14, que ahora está a estudio?
-No es que se empezó a estudiar el cambio de esta ordenanza por el cierre de colegios, sino por una actualización general de las normas, un objetivo de gestión en 2020.
-Además de fijar un plazo de aviso de cierre, el borrador plantea que los colegios no pueden echar a los estudiantes que no paguen la cuota...
-Lo que se hace es preservar el derecho a la Educación del estudiante. En nuestra Ley de Educación está establecido como un derecho humano fundamental. El alumno tiene que mantener su acceso a la educación, y hay mucha literatura que establece que no debería perder el vínculo con su generación, su grupo, y debería poder terminar el ciclo anual en la misma institución, salvo en casos graves.
-¿ANEP avanzaría con esta medida aunque los colegios se opongan?
-Vamos a verlo. Para mí, eso ya existe, lo que pasa es que se ha establecido a texto expreso. Estamos en pleno diálogo. ¿Echar a un estudiante porque debe la cuota? No. Podrán no admitirlo el año próximo, pero para mí eso no está permitido.
-En unas dos semanas comenzarán las clases, continuando la implementación de la reforma. ¿Prevé un inicio complicado?
-Todos los años se da la misma situación de corridas, de tratar de que las cosas salgan, No veo una complicación agregada porque haya un cambio curricular.
-Los sindicatos mantienen su visión crítica de la llamada Transformación Educativa ¿Pueden truncar el cambio?
-Los sindicatos han sido muy exitosos en este periodo en lo que es inherente a su cometido básico: la reivindicación salarial. El acuerdo del año 2022 es muy bueno. Si además quieren opinar sobre cómo manejarían la administración, pueden hacerlo, pero no pretender gobernar, ni incidir, en nuestras decisiones. De hecho, creo que no lo han hecho más allá de la retórica.
-¿Esta es la reforma educativa que usted proyectaba?
-No proyectaba una reforma a título personal. Nunca creí que las personas se debieran atribuir méritos en base a proyectos individuales. En este periodo acordamos objetivos y los estamos desarrollando. Estamos llegando a la culminación del proceso y la próxima administración lo revisará, profundizará, modificará, o según algunos, lo cambiará radicalmente, pero a cambio de qué. Volver 20 años atrás no es el camino.
-De lo que se avanzó de esta reforma, ¿es lo que esperaba?
-Quizás desde el punto de vista estratégico hubiera hecho algunas cosas diferentes.
-¿Cómo cuáles?
-Abrir muchos frentes simultáneos es bravo. Por ejemplo, se podría haber cambiado el enfoque hacia lo competencial, manteniendo las asignaturas y las cargas horarias tal cual estaban, para que el impacto no fuera tan frontal. Pero es un ejercicio contrafáctico, que no conduce a nada.
-Esto, imagino, usted lo planteó en su momento...
-Vamos a hablar de futuro y no de pasado.
- Entre las críticas a la reforma, se dijo que es más cosmética que otra cosa.
-Es una gran contradicción decir que es cosmética, y por otro lado, plantear que es desastrosa. Si es cosmética, ¿para qué hacerle tanta oposición? Así que no lo es.
-¿Es un cambio estructural en la educación?
-Creo que un cambio estructural no. La concepción de la educación integrada la llevamos adelante con el EBI, pero la administración fragmentada no la podemos cambiar porque está en la Ley de Educación. Si bien la LUC cambió un poquito, no mucho en cuanto a la administración. Pero creo que el cambio (de la reforma) es importante.
-¿No faltó más debate y participación de los docentes?
-No, lo que pasa que el debate rápidamente se politizó, porque ese es otro problema: el sistema educativo público es una arena política. Hay quienes lo ven como una trinchera de lucha. Tuvimos mucha oposición, pero ninguna contrapropuesta.
-¿No es alarmante que en las pruebas PISA 2022 el 26% de UTU alcance un nivel mínimo en Matemática, en los liceos públicos 42%, y los liceos privados el 77%?
-Tal cual, pero ahí hay explicaciones. La extracción social del alumnado de UTU es de menor capital cultural que el de Secundaria, en promedio. En Secundaria, el sistema está hecho de modo que no puedo mandar a los mejores profesores al peor barrio, sino que tienen derecho a elegir. Hay que buscar el equilibrio, o admitir si el principio es primero el derecho del alumno y luego la necesidad del sistema.
-¿Qué asunto se puede abordar en el año que queda?
-Hay un vínculo muy claro entre las conductas disruptivas, que luego se transforman en criminales, y el éxito o fracaso del sistema educativo. Hay 40.000 o 50.000 personas, entre presos y más, que el sistema no les llegó. Tendríamos que tener la capacidad de detectar prematuramente esas alertas tempranas. Y además, que el preso al salir tenga la obligación de ir a un centro educativo con una tutoría. El sistema educativo ha estado más preocupado por reformar lo propio, que por atender esa cuestión periférica, que es compartida con otras carteras.