ENTREVISTA
Desde que el FA llegó al poder le ha tocado timonear el barco de la educación. Hasta octubre de 2012 lo hizo en UTU y luego como capitán del Codicen de la ANEP. A poco de una nueva elección, reconoce que no se llegará a las metas de egreso de bachillerato con las que preveía arribar a buen puerto.
De todos modos, Wilson Netto dice que aún se está navegando y que, para avanzar, se vienen dos cambios: la incorporación de la educación dual, en la que el estudiante compatibiliza trabajo y estudio, y la creación de un bachillerato general para aquellos que no quieren seguir una propuesta universitaria que requiera una especificidad.
-“Seis de cada diez jóvenes no terminan el liceo o la UTU”. Así titulaba el miércoles El País. ¿Qué le dice?
-El título es correcto. Pero hay más.
-¿En qué sentido?
-Si vamos a hablar de las metas, hay que hablar en su globalidad. La matriculación universal de los niños de tres años está concretada. No dejamos a ningún niño de tres años afuera. El único problema ahí es que la población no demandó en la medida en que pensábamos y, por tanto, la asistencia no crece tanto como la meta.
-¿Esa es la meta en que más perjudicó no haber alcanzado el 6% del PIB para la educación?
-No, lo que influyó fue la demanda de la gente.
-¿En el resto?
-La cobertura y, sobre todo, la inscripción a ciclo básico se fue solucionando. La universalización de Primaria se daba hace años, pero no en la media básica. Y ahí hemos avanzado un montón.
-¿Por qué cuesta tanto hacer crecer unas décimas esa cifra?
-Porque hay un mundo de complejidades: situaciones familiares, de salud de los niños. Hay un porcentaje al que es muy difícil llegarles. El haber alcanzado el 99% y que hoy estén en primer año de media es, para Uruguay, un éxito.
-En los adolescentes ya cambia la cosa y se nota que la asistencia no alcanza la misma universalización, ¿por qué?
-Nos propusimos que todo joven, hasta los 17 años, se encuentre en una propuesta educativa formal o no formal. ANEP solo mide lo formal. En la educación no formal hay más de 250 instituciones que atienden a más de 70.000 personas, muchos de ellos jóvenes.
-Sin embargo, la meta trazada por ANEP está ligada a la educación formal, y la ley de Educación establece la enseñanza obligatoria hasta los 18 años…
-Es verdad. Pero puede que haya jóvenes que nosotros no captamos y seguramente estén asistiendo a la educación no formal.
-En 16 y 17 años se nota una “meseta” en la asistencia de los dos últimos años, ¿le preocupa?
-Es clave ver qué pasa este 2019. Si continúa la meseta sí es un problema. Es que antes (de 2014 hasta 2017) hubo un crecimiento y hay que ver si las herramientas desplegadas están agotadas o si hay margen para seguir aumentando. Pensemos que la adolescencia es una edad complicada en el mundo, no es solo cuestión de Uruguay.
-Pero hay países que lo resuelven, ¿es un tema de que el liceo no es atractivo?
-Puede que el sistema no sea atractivo, pero también puede que las expectativas de las personas cuando ingresan a ese lugar sean muy distantes a lo que está bien que ese lugar ofrece. Puede que sea un tema de la propuesta o puede que sea una cuestión de expectativas (un tema cultural). En UTU suele pasar que la desvinculación más fuerte se da en el primer año de bachillerato porque los estudiantes se anotan pensando encontrar algo que no es.
-¿El sistema no debería ofrecerle una solución rápida a ese que se desmotiva?
-La construcción de lo común se desarrolla adentro del centro de estudio. Y por otro lado en el centro educativo también se desarrolla el placer por el aprendizaje, por el estudio. Hay que ver, para cada estudiante, qué está pasando.
-Parte del objetivo del centro de estudio, decía usted, es “la construcción de lo común”. Las cifras de cumplimiento de las metas muestran que los más ricos egresan muchísimo más que los más pobres, casi en una relación de siete a uno. ¿Entonces el sistema está poniendo en común solo para unos pocos?
-Hay un problema de la sociedad. ¿Cómo estimulo a quien en su contexto no ve la importancia de la educación formal?
-¿Está diciendo que la educación reproduce un problema social en lugar de cambiarlo? Porque eso sería acentuar la inequidad…
-No, no hay ningún indicador desde 2005 a la fecha que diga que hemos acentuado la inequidad.
-Pero si se gradúan más los más ricos y, por consiguiente, acceden a la universidad más los más ricos y, por consiguiente, acceden a mejores trabajos y calidad de vida más los más ricos…
-Una cosa es la foto y otra es la película. En estos últimos años creció mucho más la participación en el sistema educativo de los quintiles más pobres que los más ricos. Es verdad que los más ricos ya estaban casi universalizados. Pero también en el egreso crecieron los más débiles.
-Las cifras de la Encuesta Continua de Hogares muestran lo contrario: el quintil más pobre pasa de 14,9% a 15,6%, mientras que el egreso del bachillerato en el quintil más rico pasa de 71,7% a 76,3%.
-(Se fija en un documento) Tiene razón. En resumen: la cobertura ha crecido, no así el egreso al mismo ritmo.
-Respecto al egreso, usted mencionó que puede estar incidiendo la salida al mercado laboral. ¿A qué se refiere?
-Hay expectativas y también necesidades. Si tenés que salir a trabajar y tenés la posibilidad de ingresar al mercado laboral, se hace difícil compatibilizar esa necesidad y posibilidad con el estudio.
-Uruguay, según los cálculos del Ministerio de Economía, viene de años de crecimiento económico. ¿Cómo se explica esa necesidad? O, ¿cómo se explica que en la inmensa mayoría de países de la región, algunas con economías más débiles, haya más egreso de bachillerato?
-Para poder llevar adelante el crecimiento económico, tiene que haber oportunidades laborales. Hubo un período anticíclico: se generaron más puestos de trabajo e ingresaron más personas a los centros de estudio. Eso no ocurría antes de 2005: cuando subía uno, bajaba el otro.
-¿Un uruguayo, luego de los 15 años, se inclina por el mercado laboral sobre la educación?
-Estamos por encima de las 19.000 becas. Eso hace que el estudiante no tenga que estar pensando en el trabajo. También hay un desafío de hacer coincidir una propuesta laboral y el estudio. Por eso estamos con la idea de llegar a 2.000 jóvenes que articulen educación y trabajo (educación dual).
-El desempleo en los jóvenes uruguayos es mayor que para el promedio de las personas en edad de trabajar. En Alemania es casi igual. ¿Por qué?
-En Alemania el 70% elige un tipo de estudio dual, combinando trabajo y estudio.
-Bajo el modelo uruguayo, que no es el alemán, ¿tiene sentido que la educación sea obligatoria por 14 años?
-Que se haya votado 14 años de educación obligatoria está bien porque es el horizonte. En la práctica hay cuestiones materiales y conceptuales. En lo material, hoy hay condiciones de infraestructura, de cantidad de centros, de obras nuevas (a un ritmo de dos por semana) para que todos accedan a la educación media. La cantidad de personas que hoy están estudiando no tenían dónde sentarse antes de 2005. En lo conceptual es: ¿cómo convencemos que la educación tiene que ser para todos y completa, terminando el bachillerato? Por eso estamos siguiendo las trayectorias educativas. Mucho se habla de los primeros jóvenes en su familia en cursar la universidad, pero para que suceda eso tienen que haber sido los primeros en terminar el bachillerato.
-¿Eso lo atribuye exclusivamente a las políticas o hay algo de inercia?
-No, la inercia era quedarse en que la aguja no se movía.
-Desde la salida de la dictadura el egreso viene aumentando a un ritmo lento. En todo el período el egreso oportuno apenas superó los 15 puntos porcentuales. ¿Eso no es inercia?
-No, porque hoy hay entre 2.000 y 3.000 egresos anuales que están ligados a que hay programas de tutorías. Sin políticas no había esos egresos. En todo caso, el aumento se está dando, no en la celeridad que esperábamos.
-¿Qué se está haciendo para acelerar aún más esa subida?
-Decíamos que cuatro de cada diez terminan el bachillerato. Todos ellos salen de un bachillerato específico, diversificado. Sin embargo, al 69% de las carreras universitarias se ingresa sin una especificidad. Entonces estamos trabajando sobre la idea de un bachillerato general.
-¿Eso implica eliminar el bachillerato diversificado?
-No. Significa que por el 31% de propuestas universitarias que requieren de una especificidad, no podemos hacer que el 100% de los estudiantes sigan un bachillerato diversificado. La idea es consolidar las competencias generales que tiene que tener un bachiller. Y luego quien quiera una especialidad, que la siga.
-¿Serían dos tipos de egresos?
-Correcto: vamos hacia un bachillerato general y otro diversificado.
-¿Esa doble opción reduce la selectividad?
-A eso apunta. Hoy quien es bachiller, además de adquirir un montón de competencias generales, tiene que saber otro montón de cosas específicas. Esa especificidad, en gran parte de los sistemas educativos, se adquiere recién en la universidad. En Brasil, sin ir tan lejos, el bachillerato es uno solo.
-¿Hay algún otro enfoque nuevo?
-Lo otro es esa idea de educación dual: articular la educación y el trabajo en el mismo tiempo, sin que compitan. Que existan tutores en las empresas y que la labor, articulada con el sistema educativo, sea parte del estudio.
-¿Sería viable extender eso o algún sindicato de docentes dirá que se “está privatizando la educación”?
-Esto ya está avalado por el Pit-Cnt y las cámaras empresariales. Lo que en principio queremos hacer es llegarles a 2.000 estudiantes. Esta modalidad Uruguay no la tiene extendida: sí pasa en Alemania, en Suiza, en Finlandia.
El capitán responde a las claves
-¿Para qué educamos?
-La educación tiene que promover la liberad y el desarrollo. A los estudiantes no los podemos tratar como pacientes sino como agentes. Tenemos que formar jóvenes para que sean agentes de cambio con libertad y creatividad. No es el marcado de trabajo lo que da esto, sino poner al estudiante en el centro. Por eso decir que vincularse al mercado de trabajo es ser funcional, es un error conceptual.
-Si pudiera capitanear el barco otra vez, ¿con qué sueña?
-Entre los años 2005 y 2018 la educación media sumó 48.500 estudiantes nuevos. La modalidad de educación actual satisface a algunos, pero no a todos. Yo he sido profesor en el bachillerato nocturno y veía cómo los estudiantes llegaban fundidos luego de un día de trabajo. En el primer mundo, en cambio, se compatibiliza ese trabajo y el estudio. La creación de polos tecnológicos en el interior va en este sentido. En la época en que se construyeron los liceos departamentales fue una revolución. Ahora estamos haciendo esa revolución con polos tecnológicos. Yo no sé cómo tomará Uruguay el hecho de que el estudiante trabaje y estudie combinado, pero deberíamos ir hacia ahí. La igualdad no la garantiza la uniformidad, sino la diversidad.