C. Notargiovanni y G.Trinidad
Un asesino fue capturado ocho meses después del crimen: la Justicia tardó, llegó, pero la viuda de la víctima no encontró el alivio que esperaba. Otras dos viudas aún buscan la verdad entre las ruinas del edificio que aplastó a sus maridos.
"Creí que cuando el asesino fuera detenido me iba a sentir mejor pero no es así. Por un lado me reconforta que pague por lo que hizo, pero el dolor es el mismo", articuló Gabriela Rodríguez de Munells, buscando las palabras para explicar cómo se sentía ayer.
Su esposo, Juan Pablo Munells, fue asesinado de dos tiros en una fallida rapiña el 12 de agosto de 2006. Lo mató un recluso del Tacoma que no debería haber estado ese día en la calle: todavía se investiga cómo un delincuente con el legajo de Federico Martínez estaba en salida transitoria.
A Juan Pablo lo siguieron desde que salió de su juguetería en Colonia y Germán Barbato. Era sábado de tarde y el domingo era el Día del Niño. En Martín García y Cufré, cuando dejaba en su casa a una empleada, dos delincuentes encapuchados bajaron del auto y dispararon al grito de "dame la plata". Un tiro lo alcanzó en el pecho y el otro en una mano. Herido de muerte intentó escapar marcha atrás pero chocó con un auto estacionado. Los asesinos huyeron sin llevarse el dinero.
Juan Pablo era muy apreciado por los empleados con los que trabajaba "codo a codo". El local -"Bebemi"- sigue cerrado desde hace ocho meses y es difícil que reabra. "Él había trabajado muchísimo en ese local. Había colocado cada mosaico del piso, cada góndola. Entrar a ese lugar me da escalofríos", contó Gabriela a El País.
El jueves al mediodía el homicida, Federico Michael Martínez Barreras, de 28 años, fue capturado en el barrio de San Justo en Buenos Aires, Argentina. Iba caminando por la calle hacía la pensión en que estaba instalado. Ahora se espera su extradición a Uruguay.
Después del crimen de agosto, Martínez volvió a Tacoma. Había sido identificado, y un equipo de Homicidios lo fue a buscar. Pero alcanzó a escapar.
"Yo hace ocho meses era feliz y Pablo también. Ahora tengo la vida destrozada. Cuando voy al cementerio me digo `yo estoy acá y él tres metros bajo tierra`", expresó Gabriela.
Con el procesamiento de Martínez, sumado a otros tres remitidos que ya están en la cárcel por coautoría de homicidio muy especialmente agravado, el crimen está policialmente resuelto. Pero para Gabriela el daño es irreversible y el hecho de que este asesino estuviera gozando de salidas transitorias para rapiñar cuando eso era impracticable desde el punto de vista legal, es profundamente indignante.
"Por una negligencia administrativa se destruyó a toda una familia", afirmó.
La tragedia que le tocó vivir también le permitió conocer pequeños gestos de solidaridad pero de enorme valor.
"Mis compañeros de estudio y de trabajo, mucha gente y también los policías de Homicidios, el comisario Enrique Mariño y el subcomisario Antonio Da Silva tuvieron conmigo gestos muy humanos, incluso cuando yo tenía alguna crisis de angustia y pasaba por Jefatura y me metía a preguntar desesperada cómo estaba la investigación", contó. Gabriela trata ahora de reconstruir su vida y se prepara para recibirse de médica en julio aunque duda que llegue a ejercer. "Pablo me conoció cuando era liceal todavía, hace ocho años. Me apoyó muchísimo para que siguiera mi carrera y por él es que la voy a terminar", explicó.
AS VIUDAS DE JUNCAL. Un tiempo atrás, cuando estaba a punto de cumplir tres años, una niña le dice a su madre: "mamá, quiero alitas". "¿Para qué?", preguntó su madre, desconcertada. "Para ir a buscar a mi papá, porque tiene que estar en mi cumple", respondió la nena. La madre es Claudia Tripicchio (24). El padre, Federico Quihillaborda, uno de los dos obreros muertos en el derrumbe del ex Hotel Juncal el 21 de setiembre del año pasado.
Desde entonces, Claudia y Silvia Martinovich -viuda de Eduardo Carrasco (31)- recorren cielo y tierra buscando una explicación. Sus vidas cambiaron radicalmente desde ese instante. Ellas no comprenden cómo, todavía, no se llegó a una resolución que explique los motivos por los cuales se vino abajo el edificio.
"Siete meses esperando puede ser que para ellos no sea nada, pero para nosotros es una vida... vivir el día a día sin ellos, aprontar un mate y no tener con quién hablar, escuchar a nuestros hijos chicos reclamar por ellos... nos falta el apoyo, el cariño... y nadie te dice el por qué, estamos acá en la nada", dice con firmeza pero con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas.
Esto no fue un accidente cualquiera, esto fue mala praxis"
Viudas de Juncal
Creí que cuando detuvieran al asesino me iba a sentir mejor pero no es así"
Gabriela Rodríguez de Munells
Ambas sostienen que existieron varias irregularidades en la custodia del predio. "Supuestamente no puede entrar nadie sin orden judicial pero yo misma entré un día a filmar. Le pedí permiso al policía y me metí. Las grabaciones que tengo son una prueba de ello", sentenció Claudia.
El dolor de la pérdida y el afán de conseguir información que pueda convertirse en prueba empuja a Claudia a ir al lugar de derrumbe. Va hasta tres veces por semana. "Vengo, me siento y miro. Llegué a venir a las 10 de la noche", dice.
Casi a coro las viudas afirman: "Queremos al responsable. Esto no fue un accidente cualquiera, esto fue mala praxis, por eso el edificio se derrumbó. Y acá es tan responsable el arquitecto como la IMM al autorizar un reciclaje de un edificio que no estaba apto. Son responsables los inspectores que tenían que venir y no venían. Y son responsables los obreros mismos (ex compañeros de sus maridos) que declararon a favor de la empresa a cambio de un arreglo económico. Todos ellos son los responsables de que esto no se resuelva más rápido", dijeron.
Claudia Tripicchio trabaja 14 horas por día como encargada de una panadería. Casi no ve a sus hijos: una niña de tres años y un varón de ocho. A los niños los cuida su abuela. Dice que la más chica empezó de a poco a manifestar la angustia: "tiene amistades imaginarias".
Silvia Martinovich tiene una nena de un año y otra de ocho que es hija de otra relación pero que Eduardo quería como propia. La angustia de la pequeña se manifiesta en un especial apego con "todos los hombres de la casa: su abuelo, sus tíos".
El Sunca entregó a cada familia $30.000 de un fondo destinado a ayudar a las familias de obreros fallecidos o accidentados. Ambas usaron ese dinero para terminar las obras que sus maridos estaban llevando a cabo con sus manos, en sus propios hogares, en los ratos libres. En realidad no les alcanzó, pero avanzaron bastante.
Pintar, revocar, picar... en ese acto las viudas de Juncal (así se presentaron cuando se comunicaron ayer con la redacción del diario) intentan terminar un proyecto de vida que en la realidad quedó trunco el 21 de setiembre de 2006.
Investigaciones y denuncias cruzadas
Ayer se terminó el pedido de extradición sobre Federico Martínez. Se espera que en unos 10 días esté en Uruguay para ser juzgado por el crimen de Munells. Fuentes de la investigación dijeron a El País que casi con seguridad la Justicia instruirá la reconstrucción del crimen. De la misma forma, indicaron que aunque hay tres remitidos y se espera el procesamiento de Martínez, no se descarta que haya otras personas involucradas en el crimen. El golpe fue planeado durante meses y en ese tiempo varias personas siguieron los movimientos de Juan Pablo Munells. Una de ellas era un vendedor callejero que tenía instalado su puesto en la puerta de la juguetería. Increíblemente toda esta tarea de "inteligencia" era coordinada por un recluso desde la cárcel de Tacoma, de mínima seguridad. Martínez incluso ostentaba el privilegio de tener su auto estacionado en la puerta del establecimiento carcelario. Justamente, a nivel judicial se investiga cómo Martínez volvió a salir a la calle cuando había perdido el privilegio de las salidas transitorias que alguna vez tuvo. ¿La razón?. En esas salidas había cometido dos rapiñas.
La jueza Fanny Canessa recibió un informe del Instituto Nacional de Criminología (Inacri) que no objetaba que Martínez saliera en transitoria. Canessa hizo una denuncia penal; la directora del Inacri fue sustituida y está bajo sumario.
"No va a pasar un año", les dijo el juez
Las viudas solicitaron una reunión con el juez de la causa, Daniel Tapié, para saber los motivos de las demoras. El magistrado las recibió cuatro días atrás.
En la reunión Tapié les explicó que estaba a la espera de los peritajes que debía realizar la Facultad de Arquitectura, les aseguró que "el caso nunca quedó archivado" y que necesitaba más información para poder fallar. Según las mujeres, el juez habría afirmado que "no va a pasar un año antes de la resolución".
Sobre el mediodía de ayer se presentaron en la obra derrumbada cuatro técnicos de la Facultad de Arquitectura junto a dos oficiales de Bomberos. Recorrieron la obra, tomaron fotos, analizaron los planos y se fueron. En total estuvieron cuatro horas.
Del otro lado de las vallas que mantienen el edificio cercado estaban Claudia y Silvia, junto a la madre de Federico y el papá de Eduardo. Allí estaban ellas, con los ojos clavados en cada paso de los peritos, también tomando fotos, y exhibiendo el cartel de la fotografía.
"Nos dijeron que en semanas va a quedar pronto el peritaje y que una vez terminado lo elevarían al decano de la Facultad de Arquitectura", cuenta Claudia. "Y además dijeron que el hecho de que se hayan movido pruebas a ellos no les afecta para el trabajo de peritaje", agregó Silvia Martinovich.