El Frente Amplio, con la fórmula Vázquez-Sendic, está sometido a una caída por sus propios errores

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DANIEL HERRERA LUSSICH

Tabaré Vázquez será el candidato del Frente Amplio a la presidencia de la República en las próximas elecciones nacionales de 2014. El exmandatario será el hombre de la coalición, acompañado en la fórmula por el actual presidente de Ancap, Raúl Sendic Clara, de 48 años, hijo del líder y fundador del movimiento Tupamaros en la década del 60.

"Me siento muy bien", ha remarcado Vázquez, recordando que durante los últimos meses de su mandato, consultado sobre el futuro, respondió sin dejar dudas de sus intenciones: "Si las condiciones biológicas me lo permiten y el Frente Amplio lo decide".

Físicamente goza de buena salud, y las máximas autoridades, José Mujica, Lucía Topolansky y Danilo Astori, entre otros, han postulado su nombre, algunos a regañadientes, pero apostando al "caballo del comisario" para aspirar nuevamente a la banda presidencial.

Lo curioso es que Mujica y Vázquez contrastan personalidades bien diferentes. El oncólogo exhibe una característica que lo define, sabe manejar sus silencios, sus presencias, y ausencias cuando las "aguas hierven". Y es un experto en no "embarrarse" ante los problemas de gobierno. Durante su presidencia descansaba en la estancia de Anchorena y salía en yate atraído por su afición a la pesca. Esas actividades le permitían una saludable distensión. No fue nunca un mandatario de jornadas agotadoras. Supo ocultar sus grandes disgustos; el ejemplo más claro surgió cuando casi dejó cerrado un Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y aquí sus correligionarios le dieron un portazo a la idea.

Ni que hablar cuando no se le movió un músculo al oír a la presidenta Cristina Kirchner, en Buenos Aires, durante su discurso de asunción, ante numerosos mandatarios latinoamericanos, cuando rompió el protocolo y le lanzó un duro ataque con motivo del conflicto sobre la planta de Botnia.

Se abrazó con Chávez, Kirchner, Ortega y reanudó relaciones con los hermanos Castro. Y fue un cálido huésped de George W. Bush. Siempre miró con la misma sonrisa e igual distancia.

Mujica con su verborrágica personalidad, en cambio, no se detiene un segundo. Inaugura un club de bochas, visita una bodega, o aparece en Tacuarembó, Treinta y Tres o Rocha en escasas horas. No paraliza su andar y tampoco deja de hablar y lanzar ideas, convirtiéndose muchas veces en prisionero de sus propias palabras.

Los enmarañados episodios en torno al proyecto de ley interpretativo de la Caducidad le hicieron tener más de un tropiezo y vio caer abruptamente su popularidad. Los analistas políticos apuntan a que, aunque estaba entre sus planes futuros, lanzó la idea de gravar la tierra con extensiones por encima de las 2.000 hectáreas para tapar la polvareda nacida en torno a la Caducidad.

Solamente la divulgación de la información despertó la bronca en el campo. Y una vez más, tuvo entonces que cambiar el libreto.

La pregunta que se hacen muchos todavía, fundamentalmente inversionistas, es qué peso tendrán los reclamos tradicionales de los sectores más radicales de la izquierda en las decisiones futuras del presidente.

el escenario. Todo este cuadro de crisis y dudas internas en el Frente Amplio, si se repiten con regularidad, y se suma el gran debe que tiene el gobierno en materia de inseguridad ciudadana, podría resquebrajar el tercer mandato.

La mayoría de las personas que siguen de cerca el acontecer político reiteran que no ha existido renovación en blancos y colorados y no han dado el paso para convertirse en amenaza electoral.

En el momento algo distinto surge de la figura del senador Jorge Saravia. El legislador, que tuvo sus comienzos blancos, intenta formar un nuevo sector con fuerzas coloradas, del mismo Frente y nacionalistas. Ha conversado, sin entrar todavía en el "quid" de posibles acuerdos, con el senador blanco Eber da Rosa y con algunas figuras de primeras filas del lacallismo y Larrañaga. El díscolo Saravia, luego de situar sus pasos actuales, fue rápido para aclarar que no irá a las elecciones con ningún sector que tenga a ambos líderes blancos en los primeros planos. En este momento intenta conformar una nueva corriente, de centroizquierda, que agruparía a nacionalistas, colorados y mujiquistas "que no pertenecen al MPP". No ha pensado en ser candidato a la presidencia, pero ante el interrogante deja la duda abierta.

En filas coloradas, por el momento, el único que corre con cierta firmeza es Bordaberry. Ahora senador tomó reciente impulso con su iniciativa de recolectar firmas para bajar la edad de imputabilidad de los menores. En el resto, no se observa nada nuevo.

En el Frente Amplio las relaciones de Mujica y Vázquez son normales, en apariencia. Los analistas estiman que cada uno corre por su senda y buscan evitar roces. Nadie olvida que estando en Nueva York , el entonces presidente Vázquez, ante declaraciones de Mujica, dijo con enojo: "Muchas veces dice estupideces". A las pocas horas el líder del MPP, en la página web, después de un primer arranque de furia, cambió y aclaró: "No sé callar, soy un nabo".

La actual fórmula frentista surgió de una hábil jugada que el exmandatario le hizo al presidente con respecto a Sendic.

Mujica siempre repetía, cuando aludía a Sendic: "Es mi pollo para el año 2014". Vázquez no perdió tiempo y sugirió, ya en febrero, su propia candidatura, si el partido lo quería. Y propuso simultáneamente a Sendic como compañero, cerrando las puertas a un posible competidor. Todos aceptaron, entre ellos Mujica. Había que mantener la unidad partidaria y sabía que oponerse al nombre de Vázquez sería dar un paso muy riesgoso. La mayoría del Frente Amplio lo apoya claramente, como lo han venido marcando las encuestas durante y desde que dejó el mandato.

La carrera electoral ya se largó, reconózcase o no. El Frente Amplio con la espada de Damocles de sus propios errores; y blancos y colorados en una mansa oposición, no ofrecen cambio.

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