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CANELONES | PATRICIA MANGO

Sobre las 17 horas del sábado pasado, 1.200 chinas y paisanos estaban prontos para comenzar el gigantesco Pericón por las calles de Canelones. Se habían concentrado en el parque Artigas de la ciudad bajo un amenazante cielo gris. Veinte minutos antes del comienzo oficial una lluvia torrencial obligó a tomar una decisión: suspenderlo y hacer retornar a todos los que habían arribado desde varios puntos del país o buscar una alternativa. Desde el principio las versiones indicaban que todos serían trasladados al complejo municipal y que bailarían "en tandas". Esta última opción fue la que ganó. Todos debieron quitarse los zapatos y bailar descalzos para no arruinar el piso del local, que quedó abarrotado de espectadores.

La gente "no se quería ir, querían bailar como fuera. Como en la calle era imposible buscamos esta solución", dijo a El País el director municipal de Cultura Alfredo Fernández. A diferencia de la primera edición este año pudo verse a niños y jóvenes bailando.

El tiempo conspiró para que la fiesta tuviera el despliegue del año anterior, en la que los bailarines coparon varias cuadras de la capital canaria. Pero igual esta segunda edición tuvo gran adhesión. Fernández dijo que sólo en Canelones hubo 60 grupos inscriptos.

El intendente Marcos Carámbula y el secretario general Yamandú Orsi aplaudieron en primera fila. Cerca -vestida acorde a la ocasión- estaba, al igual que el año pasado, la directora de la Comisión del Patrimonio Elena Pareja, esposa del jefe comunal.

En 2008 cerca de 2.000 personas bailaron en el marco de los festejos del 180ª aniversario de la creación del primer pabellón patrio. La idea era batir un récord Guiness que al final obtuvo otro país en cantidad de parejas bailando simultáneamente. Este año el entusiasmo de las delegaciones permitió tener la fiesta bajo techo. El cierre fue con la actuación de Numa Moraes.