Los hostels crecen como opción de hospedaje en Punta del Este. En enero se llenan de público extranjero y joven que busca una opción económica y un clima de fiesta. Además, son parte de un "circuito" para el que recorre el país o el continente.
La rutina en el hostel empieza tarde, casi sobre el mediodía se levantan los primeros huéspedes después de una noche, en general, agitada y con mucho alcohol. Las primeras charlas se dan en la cocina, donde cada grupo de viajeros se prepara la comida por separado, pero todos están dispuestos a colaborar con el otro. Aceite, sal, azúcar: las cosas se comparten entre todos y hay un clima muy familiar. De tarde, los huéspedes van a la playa y recién sobre las nueve de la noche vuelven para dormir un rato y prepararse para la "movida" nocturna.
La noche arranca con charlas y alcohol y después, muchas veces, ni siquiera es necesario salir a bailar, sino que la fiesta se hace ahí mismo. Algunos tienen piscina, otros barras con alcohol, mesas de pool, música y todo tipo de actividad para divertir al viajero. Los lugares comunes del hostel resultan perfectos para conversar con gente de cualquier parte del mundo: hay argentinos, chilenos y colombianos, pero también suecos, dinamarqueses e irlandeses. Las edades van de los 18 a los 30 años, en promedio.
Gran parte del público de los hostels no se instala en Punta del Este por mucho tiempo, sino que viene cuatro o cinco días y luego sigue un circuito. Algunos limitan el viaje a Uruguay: conocen la costa de Rocha, siguen por los principales balnearios de Maldonado y también visitan Montevideo. Otros, ponen a Punta del Este entre uno de los tantos destinos de América del Sur. En un viaje de varias semanas y como mochileros, sólo tienen unos pocos días para recorrer el lugar.
En las opciones más sencillas los hostels cuestan entre US$ 25 y US$ 30 por persona, por noche, aunque también hay cuartos más completos que ascienden a US$ 50 por persona. En una recorrida por la península se puede constatar que hay cerca de diez hospedajes así en esa zona, la gran mayoría surgidos en los últimos meses, aparte de otros tantos que hay hacia el lado de La Barra.
CHILENOS. Este verano los hostels se vieron inundados de chilenos, que optaron por viajar a Uruguay porque los pasajes en avión eran "muy baratos", dicen. Distintos chilenos contaron que por US$ 260 tenían el viaje de ida y vuelta y que muchos querían conocer Punta del Este por "todo lo bueno" que se habla del lugar. Con sus clásicas frases como "al tiro" o el suave "ya" que pronuncian, más el extendido uso que hacen de la palabra "huevón", que usan para referirse a alguien, en tono amistoso y lejos de ser un insulto, es fácil reconocer a los chilenos por el Este uruguayo.
Joaquín, Martín, Felipe y Esteban son cuatro amigos chilenos de 18 y 19 años que vinieron por dos semanas a Punta del Este. Se llevaron una "muy buena impresión de las mujeres y las fiestas" y cuentan que la vida en el hostel es "muy relajada, muy buena onda y no hay ningún rollo (problema)". "Elegimos el hostel por el precio, pero también por la juventud y el movimiento que agrega a las vacaciones", cuenta uno de ellos en el hostel "F&F".
En el "Punta del Este hostel" hay un grupo grande de chilenas que dicen estar fascinadas con todas las playas del balneario y con la amabilidad de la gente. En el hostel "1949" hay, en tanto, un grupo de 11 argentinos para los cuales Punta del Este es la última parada tras un recorrido por la costa que empezó en Santa Teresa. "Todo en el hostel es parecido a una familia, compartís todo con todos y no tenés problemas con nadie. Además, tenés la opción de conocer gente de todos lados y estar con jóvenes de tu edad", expresa Martín, que es de Buenos Aires y está con dos amigos que se llaman Matías y con otro que se llama Alan terminando de limpiar las cosas del almuerzo sobre las cuatro de la tarde.
En el hostel "Tas d´ viaje" están Renan y Ricardo, dos brasileños, de Porto Alegre, hinchas del Inter y fanáticos de Forlán. Cuentan que estuvieron por Montevideo, pero que no encontraron buenos hostels para quedarse. De Punta del Este, en tanto, destacan el buen ambiente y explican que para elegir dónde alojarse miran en Internet los comentarios sobre el lugar. Steven, por su parte, es un colombiano de 24 años que siempre se hospeda en hostels porque hay "gente tranquila y se pasa bien". "Me gusta encontrar gente de todo el mundo y disfruto el clima familiar", dice.