Buenos Aires | LA NACION/GDA
Los hay rojos, negros, verdes o blancos; de hierbas y con sabor o sin él: jazmín, rosa, naranja, ananá, frutilla o frutos del bosque... A veces son tantos, que hasta suele ser desconcertante pararse frente a las góndolas de supermercado repletas de gran variedad de tés.
En sus cajas abundan listas de propiedades buenas para la salud, aunque estas infusiones provienen de la misma planta, la camelia sinensis, que provee de cuatro tipos de tés (negro, verde, rojo y blanco) y unas 3000 variedades de esta bebida milenaria, que sólo el agua supera en popularidad.
"El té siempre estuvo asociado en la Argentina a las enfermedades: frente a una dolencia o malestar, el consejo es tomar un té. Ahora, vienen saborizados o con hierbas, y esto pasó a ser un valor agregado para el consumidor, que puede apreciar esta infusión de otra manera", señala Luis Alberto De Bernardi, responsable del sector Infusiones de la Dirección Nacional de Alimentación.
Un estudio realizado por el Centro de Estudios del Sistema Alimentario (Ceagro) de la Universidad de Lomas de Zamora, entre estudiantes de 18 a 29 años, coloca al té como la tercera infusión que más toman los jóvenes, en especial las mujeres. "Las infusiones tienen un lugar más que relevante entre ellos y, entre los alimentos líquidos del día, el mate y el té son muy importantes", afirma el ingeniero agrónomo José María Aulicino, director adjunto del Ceagro y autor del trabajo.
Por año, según De Bernardi, cada argentino consume 150 gramos de té, frente a seis kilos y medio de yerba mate y 90 gramos de café. Entre los beneficios que se les reconocen a los tés, están los de frenar el proceso de envejecimiento debido a su poder antioxidante y reducir el riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Estudios realizados en Japón y los EE.UU. les atribuyen la propiedad de reducir hasta en un 44% la probabilidad de infarto.
SALUDABLES. "Todos los tés son cardioprotectores, pero esto no significa que si una persona toma 20 tazas se cura, sino que el conjunto de alimentos saludables es el que aporta beneficios al organismo", señala la doctora Susana Gutt, jefa del Servicio de Alimentación del Hospital Italiano de Buenos Aires y subdirectora de la carrera de especialista en nutrición de la Universidad de Buenos Aires, que se dicta en el hospital.
Pero que los tés sean de distintos colores o tengan diferentes sabores, para la nutricionista, "nada tiene que ver con las propiedades de la infusión; todos tienen el mismo origen: se puede cambiar el sabor o el aroma, pero el objetivo cardiosaludable se obtiene con cualquier té. La saborización cambia lo agradable de la infusión, pero no la valoración del té como alimento".
En cambio, para la doctora Elba Albertinazzi, presidenta de la Asociación Argentina de Médicos Naturistas, entre los tés de colores hay diferencias y el té verde sería el más sano porque no se lo deja fermentar durante su procesamiento como a los otros tés.
"La fermentación aumenta los taninos, las sustancias químicas que impiden que el organismo absorba los minerales naturalmente, por lo que al té se lo considera un ‘robador’ de estas sustancias", explica la especialista, que no recomienda el té común (o negro) por la acidez que produce. Así lo confirma el doctor Eduardo Segal, jefe de Gastroenterología del hospital Durand. "No hay ninguna infusión que no aumente la secreción de ácidos, y por eso siempre digo que lo tomen livianito —señala—. Que el té sea verde, negro o de otro color, no creo que tenga mucha diferencia para el sistema gástrico, siempre y cuando sean productos elaborados por empresas serias."
Al igual que con el mate y el café, el doctor Segal sugiere beber los tés sin concentrarlos mucho, en especial los saborizados. El té de frutilla, por ejemplo, eleva la secreción de ácidos debido a que en una taza se suman la acidez propia del té y la de la fruta. Entre las contraindicaciones, además de la acidez, se le reconoce al té un efecto astringente. "Pero si se mezcla en una dieta con frutas, fibras y verduras, el estreñimiento se puede solucionar", dice la doctora Gutt.
Según la especialista, una persona necesita ingerir por día entre 350 y 500 miligramos de flavonoides. "Se pueden tomar tres tazas de té negro o una de té verde".
Para adelgazar no surte efecto; sí contra colesterol
n "Como método adelgazante, tomar té no es bueno porque lo que se debe perder es grasa y no agua —indica la doctora Gutt—. No será el té el que cambiará nada en el peso de una persona... Ahora, si el té le sirve para lograrlo, adelante, pero no hay que engañarse: el té es agua y nada más; no tiene valor calórico y no saca el apetito. El secreto para adelgazar es hacer actividad física 30 minutos diarios cinco veces a la semana y comer en pocas cantidades." Otra característica que se le atribuye al té verde, a diferencia del té común, es un efecto levemente "despertador": un saquito de 2 gramos en 200 mililitros de agua caliente aporta unos 0,045 gramos de cafeína. Y si tomar mate le produce acidez, la doctora Albertinazzi sugiere mezclar yerba con té verde para aprovechar su efecto antiácido.
Al té negro, en tanto, se le reconoce la propiedad de disminuir el nivel de glucosa y de colesterol malo (LDL) en la sangre, prevenir las enfermedades coronarias y ayudar a mejorar el funcionamiento del sistema inmune. Al fin y al cabo, propiedades similares para una infusión con un único origen.
Apuntes
TE BLANCO. Se obtiene de las yemas nuevas de la camelia sinensis, se le atribuye en China el poder antioxidante de unos 12 vasos de jugo de naranja. De ahí que en ese país, donde se cultiva a unos 6.000 metros de altitud, desde hace siglos se lo considera el "elixir de la juventud". Según estudios en universidades chinas, su infusión alivia el cansancio, evita la retención de líquidos, activa la circulación sanguínea y oxigena la piel.
TE ROJO. No es más que un té verde añejo: se lo llega a conservar en barriles hasta más de 50 años. Entre sus virtudes se le reconoce la de mejorar la digestión y desintoxicar y reducir las grasas del organismo. Aunque a veces se lo suele confundir con el té de rosa mosqueta, rica en vitamina C.
TE VERDE. Su proceso (secado con calor sin fermentar) le hace mantener propiedades que el té negro no retiene. Distintos trabajos le atribuyen un mayor poder antioxidante, inhibir la absorción del colesterol malo, prevenir las caries (en Japón, los chicos lo beben después del almuerzo por el flúor que contiene), reducir la presión, prevenir el crecimiento de células cancerígenas y mejorar el metabolismo. Para acopiar estos beneficios, dicen que dos a tres tazas diarias son suficientes. Se estima que tres tazas diarias aumentan un 4% el gasto energético, unas 70 calorías por día.
VARIEDAD. No importa si el té es rojo, verde, negro o blanco. A todos ellos se les reconoce poder antioxidante, debido a la concentración de flavonoides, sustancias que evitan que los radicales libres (moléculas que producen las células) se combinen con el oxígeno del organismo para oxidar los tejidos y desatar enfermedades. Una taza de té verde equivale a tres tazas de té negro en este efecto rejuvenecedor al aportar 450 miligramos de flavonoides frente a 150 del té negro.