Fobia social: serio problema para 3 de cada mil uruguayos

| Es una estimación media mundial. Este fin de semana hay un encuentro de fóbicos sociales en el Uruguay

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LEONEL GARCIA

A sus 40 años, el hombre era un empresario exitoso en lo suyo, pero no podía decir lo mismo en su vida sentimental. No podía tener pareja, le daba terror solamente pensar en acercarse a una mujer. Se sentía inhibido, incapaz de agradarle al sexo opuesto. Por ese motivo, solo se relacionaba con prostitutas.

Otro caso: después de muchos años, una señora tenía todo listo para cumplir el viejo sueño de abrir su propio negocio. Pero el miedo la invadía, se sentía incapaz de tratar con los clientes. Estaba segura de que iba rumbo al fracaso.

Todas las personas tiene un mayor o menor grado de timidez. Como respuesta natural que es, es imposible no sentir miedo o angustia ante determinadas situaciones. El problema surge cuando esa timidez se transforma en un trastorno llamado fobia social e interfiere en la vida del individuo, imposibilitándole realizar acciones normales para cualquiera: realizar un trámite bancario, atender una llamada telefónica, devolver un artefacto recientemente comprado en mal estado, orinar en un baño público y un largo etcétera.

En Uruguay no hay cifras estadísticas que indiquen cuántas personas sufren este problema. Sin embargo, en el sitio de Internet del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos español ( www.cop.es ) se indica que a nivel mundial entre el 1 y 2 por mil de los hombres, y del 2 al 3 por mil de mujeres padecen fobia social.

DESADAPTATIVA. "Ante situaciones desconocidas o ante un extraño todos nos sentimos inicialmente un poco inhibidos", señala la psicóloga María Esther Lagos. Esa timidez o ansiedad se refleja fisiológicamente en un aumento del ritmo cardíaco, sonrojamiento, sudoración, tensión muscular, dilatación de pupilas y a veces dificultad en mantener la mirada fija.

"Esto es una respuesta adaptativa normal que dispara el organismo como defensa", puntualiza Lagos. Lo normal es que estas sensaciones se atenúen una vez "roto el hielo". El problema surge cuando esta reacción se torna desadaptativa porque no obedece a un peligro real.

¿Qué provoca la extrema timidez en una persona? Según los distintos profesionales consultados por El País hay factores biológicos y hereditarios que actúan, pero sobre todo influye el medio de crianza. "Frases de los padres como ‘si te portás mal te vas a quedar solo’ o ‘si no hacés las cosas bien nadie te va a querer’ ayudan a que desde muy niños el individuo se sienta torpe socialmente", dice el psicólogo Alfredo Sansón.

Al llegar a la vida adulta el individuo puede estar incapacitado para desenvolverse socialmente.

SOY RIDICULO. La timidez se manifiesta a nivel físico, psicológico y conductual. Al aumento en la sudoración y palpitación (sensaciones a las que son especialmente sensibles) les sigue lo que la psicóloga Mariela Goldberg señala como "anticipaciones catastróficas".

"Es común que uno esté en una reunión y sienta terror a decir algo por miedo a quedar en ridículo, que todos se rían de uno; los pensamientos a futuro siempre encuentran al individuo en una situación desventajosa", explica.

Lo peor de este diálogo con uno mismo es que finalmente se cumple en la conducta. Según Lagos, la tensión que les provoca interacutar socialmente provoca que cuando se decidan lo hagan con torpeza. "Entonces la ‘profecía’ se cumple. En una reunión son vistos como anodinos, poco interesantes o pedantes debido a su mutismo".

Ya sea en fobias sociales generalizadas o específicas (la más común es la heterosocial, interactuar con personas del sexo opuesto) cada fracaso en sus intervenciones retroalimenta la inhibición. Esto apareja consecuencias más serias. "La depresión está asociada a casi el 50% de los casos de las fobias sociales", afirma Lagos.

TRATAMIENTO. Para el psicólogo Gustavo Ekroth, cuanto más se practica la comunicación social "más chances hay de ir perdiendo paulatinamente la timidez". Sin embargo, cuando la inhibición social es insostenible es recomendable asistir a un especialista.

Lagos asegura que la mejor manera de combatir la fobia social es combinar un tratamiento farmacológico (ansiolíticos) con terapia cognitiva-conductual.

Muchos profesionales aprueban otras actividades como alternativas, ya sea estudiar teatro o participar en un coro. Como ejemplo, Alfredo Sansón y su esposa —también psicóloga— organizan desde hace diez años talleres para reforzar la interacción social. "No es exactamente psicoterapia. Mediante distintas dinámicas como la discusión de un texto literario o juegos de rol enseñamos a dialogar, a escuchar al otro y a tomar conciencia que lo que uno dice, piensa o siente es válido".

Este profesional descree de los famosos manuales de autoayuda. "La timidez es un tema serio que requiere un trato personal, casi ‘un traje a medida’. El autodidactismo y la improvisación no conduce a nada. En casos extremos, siempre hay que acudir a un profesional".

Hay cinco grupos de "autoayuda"

Hoy se desarrollará en el séptimo piso de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) la segunda charla anual de Fóbicos Anónimos Uruguay — www.dvanderweck.de — a las 9.15. El encuentro durará unas dos horas y en él participaran especialistas en trastornos de ansiedad (tales como fobias, ataques de pánico, trastorno obsesivo compulsivo) como el psiquiatra Guillermo Castro y las psicólogas Ileana e Inés Caputto. La entrada es gratuita.

Según la fundadora de Fóbicos Anónimos, Dagmar Van der Weck (45), actualmente funcionan cinco de estos grupos de autoayuda en todo el país. Tres de ellos en Montevideo, en Pocitos, Jacinto Vera y Paso Molino. Los otros dos están en Salto y la Costa de Oro. A cada reunión semanal asisten entre 12 y 15 personas por grupo. "La salida y entrada de nuevos integrantes es constante", dice.

De cada cinco participantes, Van der Weck indica que dos son fóbicos sociales. "Son gente que está convencida que todas las demas personas los están observando, esperando que cometan un error. Llegan a eso cuando la timidez es tal que les impide realizar su tarea cotidiana".

A finales de la década de 1980, Van der Weck sufrió una agorafobia generalizada. "Todo lo que estuviese fuera de mi ámbito hogareño representaba peligro. Tuve que renunciar a mi trabajo ya que ni siquiera lograba traspasar el portón de mi casa". Ocho años despues de comenzar a sentir los síntomas, un psiquiatra le diagnosticó el trastorno y comenzó un tratamiento. En noviembre de 2000 inauguró los grupos de autoayuda de Fóbicos Anónimos.

Si bien califica a los resultados de los grupos como muy buenos, enfatiza que estos son un complemento "y nunca un sustituto" para un tratamiento. "Sin ayuda profesional, cualquier fobia puede durar por muchos años y aún toda la vida".

Según ella, la fobia social comienza en la niñez o adolescencia y afecta más a las mujeres que a los hombres en una proporción de dos a uno.

"Para quienes no entienden el miedo irracional a realizar cualquier trabajo o hablar con una persona es muy difícil explicar el trastorno. Pero durante estos años en el grupo hemos visto casos impresionantes en jóvenes que se aislan dentro de sus entornos de amigos. También afecta a profesionales. Recuerdo a un escribano que ya no podía siquiera firmar documentos delante de sus clientes", relata Van der Weck.

Claves

Una fobia se manifiesta cuando el miedo que se siente es injustificado por la objetividad del peligro, inoportuno, desmesurado y que interfiere nuestra vida normal de forma innecesaria reduciendo nuestra capacidad de acción y disfrute.

Los elementos más importantes de la fobia social incluyen preocupación por ser el centro de atención, temor a propósito que alguien nos mire y observe lo que estamos haciendo, temor a ser presentados, temor a comer y beber en público, dificultad para manejarse en comercios y relaciones administrativas, terror a dirigirse a un público, adversión a realizar llamadas telefónicas o gestiones, dificultad para reclamar o confrontar aún si se tiene derecho o razón, tendencia a rehuir espacios cerrados donde hay gente, sensación que todos nos miran y desvalorizan, y miedo a "quedarse en blanco".

Físicamente se expresa por la sequedad de boca, palpitaciones, templores de manos, pies o voz, sudor, rubor y falta de concentración.

La timidez es una forma atenuada de fobia social. Aún así, la persona tímida tiende a creer que uno no tiene mucho valor o capacidad, se autosabotea.

La timidez exacerbada o fobia social afecta a la posibilidad de desarrollo profesional e incluso al disfrute del ocio, genera desánimo e irritación descontrolada en el círculo familiar íntimo.

Fuente: psicólogo José Luis Catalán en www.cop.es

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