ANDRÉS LÓPEZ REILLY
Mientras se estudia una propuesta para hacer un memorial sobre la esclavitud en las ruinas arqueológicas ubicadas en la planta de alcoholes de Ancap, una investigación particular asegura que el "Caserío de los Negros" no se encontraba allí.
Como dio cuenta El País en su edición del 12 de agosto, la Comisión Departamental de Montevideo del Partido Nacional -en el marco de la conmemoración del "Año Internacional de los Afrodescendientes"- inició una ronda de contactos para reivindicar el valor histórico del denominado "Caserío de los Negros" y solicitar la construcción de un memorial de la esclavitud en un conjunto arqueológico que se encuentra en la planta de Ancap de Capurro. Este vestigio ubicado bajo tierra, a metros de la bahía, fue estudiado por la Facultad de Humanidades y Ciencias y declarado Monumento Histórico Nacional por el Poder Ejecutivo hace cuatro años.
Sin embargo, una investigación de varios años realizada por un particular advierte que allí no se encontraba este tristemente célebre paraje de la historia de la esclavitud en el país.
El "Caserío de los Negros" fue construido para albergar, curar y "engordar" a los esclavos que llegaban desde Brasil y África. Entre las empresas que realizaban este tráfico, se destacaba la española Real Compañía de Filipinas, autorizada a transportar hacia América de 5.000 a 6.000 negros por año.
Según el investigador uruguayo Carlos Camino, el "caserío" de la Compañía de Filipinas se encontraba en los terrenos delimitados por las calles Juan María Gutiérrez, Capurro y Rambla Sudamérica. En su momento ocupaba un terreno de forma triangular que se hallaba sobre el barranco encima del actual Parque Capurro. "En la parte más alta, a 18 metros de altura, estaban las construcciones", precisó Camino.
Según el investigador, el caserío se hizo "en altura" ex profeso, por motivos de "sanidad" y seguridad, lo cual se corresponde -siguiendo el pensamiento de la época- a lo escrito por los historiadores Aníbal Barrios Pintos y Washington Reyes Abadie en "Los Barrios de Montevideo": "Soplan generalmente vientos del Este y Sureste (y) estos vientos reinantes defienden a esta población, como opuesta a aquél lugar, de todo contagio en los hálitos".
Camino dispone de tres reproducciones de planos históricos que señalan que el "Caserío de los Negros" -construido hacia 1787- se encontraba sobre la barranca de Capurro: el del agrimensor Minondo (1838), el del agrimensor Minsen (1838) y el del agrimensor Aizpurúa (1839).
El investigador incluso precisó el lugar exacto donde cree que se hallaban las ruinas: los terrenos que ocupa la Escuela N° 47 y su jardín de infantes.
LAS RUINAS. Según Camino, los terrenos donde se encuentran los vestigios arqueológicos de la planta de Ancap estaban antiguamente "cubiertos de arenales e invadidos por los médanos". Por ese mismo motivo, tampoco podrían haberse enterrado allí -como se sostiene- los 344 negros que murieron en los seis viajes de la Compañía de Filipinas durante los cuales el "Caserío de los Negros" se mantuvo "activo".
Durante los dos sitios que sufrió Montevideo, entre 1811 y 1814, el caserío sirvió como asiento de tropas de la guarnición de la ciudad. Se utilizó también -según el cronista Isidoro de María- de alojamiento temporario a las tropas que evacuaron la ciudad en el mes de junio de 1814.
Tras una inspección realizada por el Cabildo en febrero de 1816, se constató que el estado del caserío era lamentablemente: las habitaciones habían sido destechadas, faltaban 40 puertas y ventanas con sus marcos y unas 8 puertas y marcos de las piezas de la azotea.
Camino agrega que entre 1831 y 1844 se vendieron los terrenos de la parte más baja del triángulo de tierra en el que se encontraba el "Caserío de los Negros". Y posee documentos que señalan que en 1831, durante el gobierno de Fructuoso Rivera, fueron destinados a plaza pública. En 1844, en tanto, se hace un abordaje sobre la parte superior, donde se encontraban las ruinas, terrenos que fueron adquiridos por un sobrino del general Augusto Pozzolo.
En un ejemplar de la revista "Rojo y Blanco" de 1902 en poder de El País -en el que incluso se reproduce una imagen de las edificaciones- se señala que para entonces "no queda más que un montón de escombros y ruinas" del "caserío". El artículo, que lleva por título "Cosas del Municipio", añade que "ha cedido a las piquetas de los obreros sin un quejido doloroso, sin una protesta (…), a las necesidades del transporte público". Desde ese año, explica Camino, "se empieza a delinear Capurro", con lo que los vestigios de este tristemente célebre paraje negrero se perdieron -quizás- para siempre.