Iom Kipur, Día del Perdón

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Hoy de noche al caer el sol comienza el día más sagrado en el calendario judío, el Día del Perdón.

Durante las siguientes 26 horas los judíos pasarán gran parte de la jornada en la sinagoga absortos en la meditación y buscando elevarse por encima de la mundanidad usual. Es un día de ayuno y abstención durante el cual hay que abstenerse de comer y beber, entre otras cosas.

El origen de la fecha es la historia bíblica del becerro de oro que termina con el perdón divino al final de 80 días de súplicas por parte de Moisés. Desde entonces quedó el día consagrado como el día en el cual Di-s nos perdona por nuestros errores cometidos en el transcurso del año.

Cabe destacar que los únicos pecados por los cuales recibimos el perdón divino en Iom Kipur son aquellos cometidos para con Di-s. Nuestro comportamiento negativo para con el prójimo no lo perdona Di-s hasta que el agredido no nos perdone primero.

El tema del perdón, tanto pedirlo como otorgarlo, es un gran desafío para el hombre. No es nada fácil pedir perdón al prójimo por habernos comportado incorrectamente para con él. El orgullo personal nos impide reconocer que hemos actuado mal y nos impide "bajarnos" a pedir perdón, exponiéndonos a la posibilidad de que no nos perdone.

También el perdonar no es nada fácil. ¿Por qué tendría que perdonarle a alguien que me agredió y me hizo daño? Y ¿acaso es siquiera posible perdonarle a alguien que me hizo daño?

El personaje bíblico que viene a la mente es José. Hijo favorito de su padre, Jacob, había sido odiado por sus hermanos. Lo habían vendido como esclavo. Había pasado veintidós años desterrado en Egipto y desconectado de su amado padre quien vivía en la tierra de Canaan. Pasó años en la cárcel del Faraón a raíz de acusaciones falsas por parte de la esposa de su amo. Eventualmente llegó a ser virrey de Egipto, encargado de toda la economía del reino. Sus hermanos llegan a Egipto en busca de comida a raíz de una hambruna que afligía la región y José está en óptimas condiciones como para vengarse de sus hermanos por todo lo que sufrió como consecuencia de su comportamiento para con él. No se venga de ellos; todo lo contrario, los ayuda de acuerdo a sus posibilidades. Cuando finalmente fallece el patriarca, Jacob, los hermanos temen que ahora sí va a venir la venganza esperada y van a hablarle a José para apaciguarlo. José los tranquiliza y les dice que no tengan miedo, que no guarda ningún rencor contra ellos por lo que le hicieron, porque no fueron ellos sino Di-s quien lo mandó a Egipto para ser una gran salvación.

Hete aquí la llave para entender el tema.

El que cree en Di-s y tiene la convicción de que todo lo que ocurre en el mundo es por Providencia Divina ve a todo lo que sucede que es para bien aunque no se entienda cómo en el momento que suceda. A veces las cosas suceden para ponerlo a uno a prueba, a veces para que aprenda una lección y a veces es para su eventual beneficio.

Así que si todo lo que sucede es por Providencia Divina, no cabe enojarse con los que son meros instrumentos y "mensajeros" por medio de los cuales el diseño divino se cumple.

De hecho, según el judaísmo uno debe bendecir a Di-s tanto cuando le pasa algo positivo como cuando le pasa algo aparentemente negativo. No solo que uno no se enoja con el mensajero sino que agradece a Di-s por la bondad incomprensible que hace para con él.

No es una visión fácil de adoptar; requiere entrenamiento. Iom Kipur es un gran día de entrenamiento en este sentido. Buscamos el perdón, pero a la vez nos elevamos espiritualmente para poder perdonar.

La elevación espiritual que buscamos en Iom Kipur también nos ayuda a realizar un balance más acertado de nuestra vida personal, familiar, laboral y comunitaria y proyectarnos hacia el futuro con más claridad.

RABINO ELIEZER SHEMTOV

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