EN PASO DE LA ARENA
Creen que sospechoso de las muertes en Paso de la Arena es un psicópata.
El taxista Mauricio Leonardo Docampo (46) se sentó ante el juez penal Gonzalo Arzuaga y se mostró displicente. Tenía una tranquilidad pasmosa, pese a que allí se discutía su procesamiento con prisión por dos delitos de homicidio en reiteración real.
Docampo, que estuvo en la Policía durante nueve años y recibió la baja por integrar una de las “Polibandas”, sabría que la condena que lo esperaba tendría dos dígitos. Sin embargo, ni eso lo inmutó. Distraído, escuchó como la fiscal de Delitos Sexuales, Sandra Boragno, hizo el relato de los hechos probados por la Fiscalía durante su investigación. Uno de los episodios mencionados por Boragno fue la desaparición de Ahielén Casavieja, de 16 años.
El 12 de febrero pasado, la adolescente salió de la casa de su abuela ubicada en el Barrio Gori (Paso de la Arena) para dirigirse hacia su hogar ubicado en el pueblo de Santiago Vázquez. Estaba en la parada situada en la Avenida Luis Batlle Berres casi Camino Gori cuando se encontró con dos amigos. Docampo, conocido como “el Pelado”, se acercó al grupo. Dio $ 500 a los dos muchachos para que fueran a comprar pasta base a una “boca” de drogas cercana.
Al rato volvieron los dos jóvenes con la droga. Antes de llevarse a la adolescente, “el Pelado” les dijo a los dos muchachos que más tarde pasaran por su hogar que les iba a entregar algo más de plata.
El taxista se llevó a Ahielén a su casa ubicada a unos 400 metros de la parada de ómnibus, en Ruiseñor y Chingolo. Un rato más tarde, los dos muchachos fueron a la casa de Docampo a retirar dinero. El taxista les entregó $ 120 para que adquieran para sí unas dosis de pasta base.
Lo que ocurrió después entra en el terreno de las hipótesis de la Fiscalía y de los investigadores de la Zona IV. “El Pelado” habría matado a la adolescente como consecuencia de padecer una psicopatía, o por un tema de drogas. Sí se sabe que la pericia forense señaló que el taxista es una persona capaz de distinguir el bien y el mal. También se sabe que carece de cualquier empatía hacia los demás. Un vecino dijo a El País: “Conozco a los dos hermanos Docampo desde chicos. El matador nunca estuvo bien de la cabeza”.
Una opinión coincidente, señalaron a El País operadores judiciales e investigadores policiales, es que Docampo es una persona muy dócil cuando está frente a hombres y alguien iracundo ante las mujeres.
Tras la formalización de la investigación contra el taxista decretada ayer por el juez Arzuaga, la fiscal Boragno dijo que los móviles de los crímenes no estaban aún claros. “Pudo ser por drogas o por odio o desprecio a la mujer”, dijo Boragno en una rueda de prensa.
Y aseguró que si se confirma que los crímenes se basaron en el desprecio a la mujer, ello podría cambiar la tipificación del delito. En lugar de ser dos delitos de homicidio en reiteración real, Docampo podría enfrentar cargos por feminicidio, lo cual es un agravante que aumenta la pena de prisión. “Todavía no tenemos el móvil del crimen”, matizó Boragno.
Docampo no declaró sobre el crímenes. Nada dijo sobre qué lo habría llevado a desmembrar uno de los cuerpos de las víctimas. Un pie fue tirado en un aljibe que oficia de pozo séptico. Ese pie fue encontrado el jueves 3 por el también taxista Jorge Docampo (56), hermano del imputado, que enseguida llamó a la Policía.
Al anochecer de ese día, policías y bomberos comenzaron a rastrillar el predio. Hallaron otras partes del cuerpo dentro de una bolsa de escombros tirada en el fondo de un patio de unos 100 metros de longitud.
En la búsqueda, los efectivos hallaron otro cuerpo dentro de una heladera vieja debajo de la casa. La vivienda de material se eleva unos 70 centímetros gracias unos pilotes. En la tarde de ayer, estudios de ADN confirmaron que los restos encontrados eran de Ahielén y de Karina Sarachu Dávila, de 34 años, indicaron dos fuentes del caso.
Sarachu Dávila era de la zona. Adicta a la pasta base estaba en situación de calle. El último registro de la joven fue un retiro de una canasta del Mides en noviembre. Luego no se había sabido más nada de ella.
El hermano declaró, pero como testigo
A la salida del Juzgado Penal, la fiscal de Delitos Sexuales, Sandra Boragno, señaló que dentro del dormitorio del taxista Mauricio Leonardo Docampo (46) había rastros de sangre que se correspondían con los huesos de una de las víctimas. Esa conclusión surgió de uno de los informes de ADN que el Instituto Técnico Forense (ITF) envió a la fiscal Boragno.
“El imputado fue el último que vio con vida a las víctimas”, explicó la representante del Ministerio Público.
Consultada sobre el vínculo que Docampo tenía con las dos jóvenes ultimadas, Boragno respondió que esa es una de las líneas de la investigación. “No puedo dar muchos detalles porque hay reservas de la investigación a solicitud de las defensas de las víctimas y de los imputados, y también de la Fiscalía”, señaló la fiscal del caso. En la tarde de ayer, el hermano del imputado, Jorge Docampo (56), también taxista, declaró en calidad de testigo en la Fiscalía.
En la rueda de prensa, Boragno recalcó que Jorge Docampo no declaró como indagado. En un principio, investigadores policiales supusieron que el taxista que encontró un pie en un pozo séptico podía estar vinculado con los dos crímenes cometidos por su hermano como cómplice o por estar amenazado. Es que uno de los cuerpos de las víctimas quedó a menos de cinco metros de su casa en el fondo del terreno.
“Debió haber sentido el olor de un cuerpo en descomposición”, dijo una fuente del caso a El País.
El taxista dijo que estaba todo el día fuera de su casa y agregó que no sintió olor alguno.