La “China”, una consumidora de la zona del Arroyo Pantanoso, sabía que era probable que la mataran. Y una vez que a Eduard “Chopo” Salandrú lo sacaron de la cárcel, todavía más. “A mí si me hubiese querido matar, me hubiese matado ya, si lo divide una pared con la pulsera esa de mierda que lo largaron”, declaró ella. Pero ese fue su principal motor. “Todavía (vi a) todo el mundo yéndolo a saludar a esa rata. Como si fuera una gran persona”, acotó. A partir de eso, resolvió que tenía que decirle a la Justicia qué era lo que Salandrú le había hecho a su amiga Bettina a fines de diciembre de 2021. Gracias a eso, ayer la jueza Mercedes Reyes condenó a Salandrú a 30 años de prisión por homicidio muy especialmente agravado por brutal ferocidad y las graves sevicias.
Además de relatar detalladamente lo que le sucedió a su amiga, la “China” relató cuál había sido su calvario. “A mí me decía que no me iba a hacer nada porque conocía de toda la vida a mi padre. Siempre metía a mi padre. Que a mí nunca me iba a hacer nada. Él no quería que yo hablara”, explicó en el juzgado.
Lo que no quería que contara era que fue él quien engañó a Bettina, diciéndole que iban a tener sexo a cambio de dinero o drogas, como solían hacer, cuando en realidad iba a matarla por haberle robado un resto de pasta base de una pipa. La “China” la había alertado, porque “Chopo” ya le había avisado que la pensaba asesinar
Pero Bettina no la escuchó e igual fue. “Ella gritaba... Yo crucé y miré por el agujerito... Cuando la escuchó gritar estaba adentro. Salgo y la escucho gritar más. Los gurises me dijeron, ‘no le des bola’”, contó La “China”, que vio cómo “Chopo” y su amiga se iban desde “el achique” donde consumían pasta base hasta el rancho de él.
“Ningún vecino salió”, lamentó. Pero ella sí fue y por una hendija vio cómo su amiga estaba atada de pies y manos, sangrando y solo con una de las prendas de su ropa interior. También pudo ver cómo Chopo midió el tamaño de su cuerpo contra el de una tarrina azul que tenía allí y amenazaba con cortar a Bettina con una amoladora porque no entraba. En ese momento, ambos descubrieron a la “China” y mientras él la amenazó para que no denunciara, la víctima le pedía: “China, no me dejes morir”.
Él la terminó estrangulando y después de matarla, la metió en un contenedor negro más grande que tiró en el Arroyo Pantanoso. Busquen “todas las tarrinas que no están... que busquen (a los otros) desaparecidos. Yo no voy a hablar, voy a hablar por mi compañera, nada más”, dijo la “China” en otro pasaje que reproduce la sentencia.
La vida delictiva del “Chopo” no arrancó con el femicidio de Bettina -por el que la jueza Reyes lo halló culpable-, él ya había estado preso por un intento de homicidio y uno consumado. “En ambos homicidios actuó a traición”, fue uno de los puntos que argumentó la Fiscalía de Violencia de Género que lidera Schubert Velázquez. Lo hizo “buscando siempre la muerte de una persona actuando sobre seguro y prevaleciéndose de la misma indefensión en la que se encontraban las víctimas en esos casos”.
El homicidio anterior lo había cometido dentro de la cárcel con un arma de fuego y había esperado seis meses desde que se la ingresaron para usarla. Cuando su víctima estaba desprevenida, le dio dos tiros a una distancia corta.
Durante su reclusión en el Penal de Libertad, fue aliado de uno de los líderes de las bandas más pesadas en la cárcel, Néstor Peña Otero, alias “Rambo”.
Aunque ahora “Chopo” resultó condenado, inicialmente se lo había sobreseído porque la “China” no aparecía y así era imposible sustentar en un juicio que él era el culpable. El Consultorio Jurídico de la Udelar, que defiende a la madre de Bettina, pidió el reexamen y otro fiscal tomó el caso. Lograron ubicarla y que declare en forma anticipada. Fue arrestada en un hotel por unas horas para evitar su fuga y aunque casi lo consigue (logró caminar unas cuadras), fue ubicada por la Policía y declaró ante el juez Gonzalo Arsuaga.
La fuga del juzgado y su tiempo en libertad
“La China” se asustó cuando vio que “Chopo” había vuelto al barrio con “la pulsera”. Esto ocurrió durante un mes en el que el fiscal anterior del caso intentó ubicar a la testigo sin éxito. Al no lograrlo, pidió el sobreseimiento. Cuando el nuevo fiscal sí pudo dar con ella, se pidió la orden de detención de Salandrú, quien fue capturado. Pero al retenerlo en el juzgado de Bartolomé Mitre, vio la posibilidad y saltó por el techo del edificio. En seguida fue recapturado, pero de todas formas fue condenado por un delito de tentativa de autoevasión.