Aunque las caras visibles del conflicto por Conexión Ganadera son las de Pablo Carrasco y su socio, el difunto Gustavo Basso, la Fiscalía que investiga el caso comenzó a tomar declaraciones a personas que eran parte de la empresa y a los que investiga para conocer si formaron parte de la maniobra. Ayer, por ejemplo, fue el turno de Martín Bartol, ex gerente operativo, y Diego Quiroga, que era administrativo en la empresa.

Según reconstruyó El País con fuentes judiciales, en sus declaraciones ambos hicieron hincapié en que las decisiones empresariales estaban concentradas en Basso y en Carrasco. Insistieron en que toda la estructura de la empresa respondía a ambos y que ni ellos ni otros empleados tenían margen de decisión en los grandes temas.

De hecho, cada uno explicó que su tarea era muy específica. La de Bartol era estrictamente productiva. Su tarea era vinculada a los animales, una vez que la parte contractual con los inversores ya estaba más que saldada. De todas formas, sí estuvo presente en algunas reuniones puntuales con inversores para explicar el producto. Esto, generalmente, cuando Carrasco por cuestiones de agenda no podía estar. La de Quiroga, era verificar las guías de ganado y la inscripción en el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG).

Detalló que a él le enviaban las guías con los datos de los dueños del ganado y su misión era trasladar esa información al sistema del Ministerio de Ganadería. Insistió en que su labor está completamente respaldada en el sistema. Esas guías debían tener un correlato con el contrato que la empresa firmaba con el inversor.

Foto: Gabriel Debenedetti/archivo El País.

Hoy declarará otro empleado que estaba encargado del monitoreo relacionado al negocio con los terneros, que no requería inscripción en el SNIG.

En determinado momento de la declaración, uno de los fiscales intervinientes le preguntó a Quiroga si había invertido dinero en Conexión Ganadera y él le contestó que sí, lo había hecho hacía pocos meses. Al consultarle por qué, el exempleado respondió que lo hizo porque fue cuando había podido reunir el dinero.

En ese momento, el fiscal titular, Enrique Rodríguez, le preguntó: “¿Usted no se dio cuenta que la empresa venía mal?”. Su respuesta fue: “Si yo me hubiera dado cuenta, ¿a usted le parece que yo habría puesto ahorros personales?”.

En su declaración, Bartol sostuvo que en poco tiempo la empresa podría generar más activos puesto que hay al menos 10 mil terneros que están por tener cría. A su vez, contestó a las preguntas de los fiscales sobre supuestas cuentas en Andorra que podría haber abierto. Negó que eso sea cierto y aseguró que el único patrimonio que tiene está en Uruguay.

El último en declarar fue Ricardo Giovio, pero lo hizo en calidad de testigo. Se trata del contador que contrató la empresa a comienzos de este año para diseñar una salida de la crisis. Respaldó el relevamiento que había hecho en ese entonces y que estimaba que el pasivo eran unos US$ 250 millones. Aseguró ante el fiscal que a lo largo de los años hubo pérdidas no informadas que se terminaron pagando con capital. Por último, reafirmó que la mejor salida para todos los involucrados hubiera sido el acuerdo privado -como propuso en enero- y como él intentó has-ta último momento previo a culminar su vínculo con la empresa.

Foto: Archivo El País