Confirman condena de 20 años de cárcel a hombre que mató a su tío de 31 puñaladas para comprar droga

Lo atraparon por el recorrido de su tobillera electrónica, que tenía por denuncias de violencia doméstica contra sus padres y expareja; Suprema Corte de Justicia desestimó recurso de la defensa.

Compartir esta noticia
Juicio a Gustavo Penades
Juzgado penal de Montevideo.
Foto: Estefanía Leal.

La Suprema Corte de Justicia dejó firme la condena de un hombre a 20 años de prisión por haber matado de 31 puñaladas a su tío en 2022. La defensa había presentado un recurso de casación argumentando que "no se había valorado bien la prueba", pero los ministros lo desestimaron. El homicidio se dio tras un intento de robo; el asesino pretendía comprar droga con el dinero, según la investigación.

Era el 27 de marzo, cuando Luis Miguel —el ahora condenado— se presentó en la casa de su tío de 69 años pasadas las 09:00 horas. Nadie sospechaba lo que ocurriría. Es que durante esos días estaba realizando arreglos en la casa de su familiar a cambio de dinero. El tío le había dado una "segunda oportunidad" luego de haber tenido un distanciamiento.

El Barba, como le decían a la víctima, "era de los que creían que a las personas había que darles una segunda oportunidad", dijo durante las audiencias la fiscal de Homicidios Adriana Edelman.

Lo que pasó dentro de la casa pudo ser deducido por los investigadores debido a una tobillera electrónica que le habían colocado al agresor por una condena por violencia doméstica, lesiones y privación de libertad. La denuncia en ese caso había sido realizada por su expareja, pero también se comprobó que el hombre golpeaba a sus padres. A través del dispositivo, se pudo hacer un seguimiento de sus movimientos por ubicación.

Ya adentro de la vivienda ubicada en el barrio Cerro, se acercó a su tío, le asestó 31 puñaladas, y le robó varias de sus pertenencias y dinero mientras que este se desangraba en el piso. Entre los objetos sustraídos se encontraba un reloj con el logo de la marca Ferrari, que luego regaló a un adolescente en una feria.

Antes de irse, Luis Miguel cortó las cámaras de seguridad de la casa que habían sido instaladas hacía pocos días. Horas después regresó a la escena del hecho, donde permaneció pocos minutos, y se retiró en bicicleta. Por las cámaras se lo vio con la misma ropa que cuando asesinó a su tío.

Esa misma tarde, la familia notó movimiento extraño en la casa del fallecido, por lo que intentaron contactarse con él, sin éxito. Su hija, prima del ahora condenado, intentó ver las cámaras, pero no pudo conectarse porque habían sido retiradas. Entonces, los familiares se dirigieron a la casa y entraron a la fuerza, encontrándose con el cuerpo tendido en el suelo y desangrado.

Enfrentamiento.
Policía durante un operativo.
Foto: Estefanía Leal/Archivo El País.
Además

Planteo de la defensa

"La prueba se valoró en forma incorrecta", planteó la defensa del victimario en el recurso de casación presentado ante la Suprema Corte de Justicia. También, según su criterio, no se llegó a comprobar su presencia en la escena del crimen.

"No se arribó a la certeza probatoria requerida por la ley penal", dice el documento al que accedió El País, en el que también se asegura que algunos de los puntos de la condena inicial carecieron de sentido.

Finalmente, los ministros de la Suprema Corte de Justicia se mantuvieron firmes en la condena, ratificando tanto al juez de primera instancia, como al Tribunal de Apelaciones.

Elementos clave, pruebas y pena

Algunos de los que se hicieron presentes en la casa del fallecido entraron. Entre los familiares que se acercaron a ver qué había sucedido estaba el autor del crimen, quien prefirió esperar fuera de la vivienda.

Finalmente, esto terminó siendo un dato clave, ya que quienes ingresaron, salieron con manchas de sangre en su ropa por tener contacto con el cuerpo. Al llegar la Policía, los agentes notaron que Luis Miguel también tenía manchas de sangre en su pantalón a pesar de no haber ingresado —era el mismo que al momento del asesinato.

Los exámenes fueron contundentes. 99,9% de coincidencia con la sangre de la víctima. Esta fue solo una de las pruebas presentadas por Edelman durante el juicio.

La ubicación del joven durante el día, brindada por el monitoreo de la tobillera electrónica dejó en evidencia que estuvo presente en la escena del crimen en más de una oportunidad. Cámaras de la zona también lo captaron en su recorrido.

A esto se sumó que en la escena se encontraron huellas del sobrino del fallecido, además de que no se constataron puertas ni rejas forzadas, por lo que se pudo presumir que el matador conocía la vivienda y que había conseguido ingresar sin la sospecha de la víctima.

Debido a que su círculo familiar conocía que el homicida era adicto, desde el primer momento se tuvo la hipótesis de que su intención había sido matar a su tío para robarle, y con ese dinero comprar drogas. Finalmente, tras constatar el faltante de objetos y producto de la investigación, se comprobó que eso fue lo que ocurrió.

La condena fue a 20 años de prisión —lo solicitado por Fiscalía— por el delito de homicidio muy especialmente agravado. Según la versión de Edelman, respaldada por el veredicto del Juez, la intención del homicida no fue solo la de matar, sino que intentó hacer sufrir a su víctima.

Si bien la defensa presentó un recurso de casación, los ministros de la Suprema Corte de Justicia lo desestimó. "Los argumentos no sólo constituyen un desorden sin ningún propósito claro, sino que desatienden elementos probatorios inculpatorios claros y definitivos, que le restan toda razón a la impugnación", expresaron los ministros en la sentencia. También confirma que el ahora condenado "fue el matador", contrario a lo que expresó la defensa.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar