BATALLA POR EL TERRITORIO
La Policía condujo ayer ante la Justicia Penal a cuatro personas para declarar sobre por lo menos dos de una decena de muertes generadas por el enfrentamiento.
La guerra entre los Algorta y los Segade tiene por lo menos seis años. Arrancó en 2015 con la muerte de Wellington “el Tato” Rodríguez Segade, uno de los referente de la barra brava de Peñarol, a manos de los Algorta. La Policía condujo ayer ante la Justicia Penal a cuatro personas para declarar sobre por lo menos dos de una decena de muertes generadas por el enfrentamiento. Fuentes de la investigación declinaron hacer comentarios sobre cuáles de los casos que hoy se investigan para que no se identifiquen los testigos. Aquí, sin embargo, El País reconstruyó algunos de los hechos más emblemáticos de esta batalla de narcos.
Todo empezó el mediodía del 13 de octubre de 2015. Preocupado por los continuos robos en el barrio donde vivía su madre, Segade fue a hablar con los Algorta. Supuestamente quería llegar a un acuerdo con ellos. Los Algorta le increparon que iba a buscar enfrentamientos. “El Tato” levantó la remera para mostrar que estaba desarmado. Ese gesto fue su perdición. Poco después, yacía en un charco de sangre con 20 tiros y varias puñaladas. A partir de ahí, cada familia comenzó a llorar sus muertos en el 40 Semanas, la mayoría de ellos jóvenes y con antecedentes penales.
Uno de los casos más paradigmáticos es el de Pablo Porcal Algorta (20), quien fue asesinado a plena luz del día el 29 de marzo de 2017 en la parada de Avenida Italia y Bulevar Batlle y Ordóñez (barrio Buceo). El joven, que carecía de antecedentes penales, había descendido minutos antes de un ómnibus proveniente de Salinas donde vivía con su pareja embarazada. Se quedó charlando unos minutos con otra persona en la parada. Las cámaras de seguridad muestran que, detrás de un segundo ómnibus, se detuvo una moto. El acompañante se bajó del vehículo, disimuló el arma contra su pierna y la levantó a un metro de distancia de Pablo. El disparo dio en la cabeza de la víctima. El sicario giró su cuerpo, regresó a la moto y se subió al asiento del acompañante. Luego la moto arrancó.
El expediente, que se investiga por el Código del Proceso Penal antiguo, tiene cientos de fojas. Según una fuente de la investigación, los dos sicarios que iban en la moto hoy están muertos. Fueron asesinados en el marco de la puja por territorio en la venta de drogas en el barrio 40 Semanas o en enfrentamientos con la Policía.
Fuentes policiales y judiciales dijeron a El País que los muertos de ambos bandos rondan la decena. Los siguientes son dos ejemplos más de esas cortas vidas segadas por la violencia:
En 2018 tres jóvenes fueron hallados dentro de un Chevrolet Onix incendiado. Micaela Saccone y Brian Silveira se conocían de antes. Investigadores consideran que tenían vínculos comunes en los barrios Borro y 40 Semanas. La tercera víctima, Joaquín Laviano Carrasco (17), era conocido de Brian. Saccone trabajaba en una tienda y jugaba al fútbol. Brian no tenía antecedentes. Laviano Carrasco había sido internado por hurto y por rapiña en un hogar. Brian Silveira era sobrino de Claudia, pareja del “Tato”, que también fue asesinada.
Otro caso: el 10 de noviembre de 2018, un BMW se detuvo en una estación de servicio de Reducto. Policías vieron el vehículo, que sabían había sido rapiñado días antes, con dos ocupantes en su interior.
Cuando los efectivos se acercaron a interceptarlos, uno de los hombres descendió del vehículo y esgrimió un arma de fuego.
En el intercambio de balas, William Andrés Vallejo Moreira -poseedor de seis antecedentes penales- terminó herido y Hernán Rodrigo Fregueiro, alias “el Rolo”, poseedor de cuatro antecedentes, falleció. La Policía cree que “el Rolo” estaba vinculado a los Algorta.
El agente que disparó al “Rolo” hoy integra las filas de la Dirección de Hechos Complejos que investiga la guerra entre ambas familias.
Los sicarios prefieren usar motos
En 2018, al ver que los sicarios y los rapiñeros utilizaban motos para cometer crímenes, la Policía de Bogotá (Colombia) prohibió andar de a dos en los vehículos. Según la Policía de esa ciudad, la medida fue positiva. En Uruguay, sicarios usan motos para escapar luego de cometer un crimen. Los rapiñeros también eligen esa modalidad. Ocurrió en la reciente rapiña con muerte de un enfermero en Sayago y en un atraco a una familia de Punta Gorda.
Un investigador policial vinculaba ayer una doble ejecución de Sayago con las muertes en el 40 Semanas. En junio de 2014, un hombre y una mujer fueron acribillados de 25 balazos en el centro de Sayago. Los investigadores señalaron en principio que fue un ajuste de cuentas por temas relacionados con la distribución de cocaína en el barrio Verdisol.
Los casquillos y el plomo de las armas 9 milímetros que los asesinos utilizaron estaban esparcidos por toda la calle. El cuerpo de la mujer asesinada quedó tendido en la vereda de la calle Ariel; el de su pareja estaba en el auto, un Chevrolet Spark de color azul.
En el coche viajaban Fabián Nicolás Morales, de 26 años y Natalia Carolina Manrique de 31, junto a sus dos hijos y un sobrino de la mujer.
Dos individuos detuvieron la moto en la que viajaban, sacaron sus armas y comenzaron a disparar contra los vidrios polarizados de la ventanilla del conductor. Manrique intentó escapar pero fue baleada.