Por Eduardo Barreneche
El expresidente de Casa de Galicia, Alberto Iglesias, declaró ayer en la Fiscalía de Delitos Económicos que la situación financiera de la mutualista era tan deficiente que precisaba la asistencia de 10 o 12 prestamistas para funcionar. “Ese dinero que ingresaba era firmado en contratos y con escribanos. Luego era utilizado para pagar salarios, medicamentos, tratamientos, etc.”, afirmó.
“Nunca pagué a prestamistas. Eso lo hacían funcionarios. Yo no tenía contraseñas de ninguna cuenta bancaria de Casa de Galicia”, explicó ayer Iglesias al fiscal de Delitos Económicos, Gilberto Rodríguez.
Asesorado por el abogado penalista Enrique Moller, Iglesias testificó durante casi dos horas sobre el manejo del dinero.
Recordó que prácticamente fue empujado a asumir la presidencia de la mutualista en 2016 desconociendo la situación económica y financiera real. Poco después de tomar el cargo, señaló Iglesias, se enteró que la situación deficitaria de la mutualista a corto plazo era de U$$ 6 millones.
Iglesias afirmó que, a partir de ahí, mantuvo contactos “desesperados” con empresarios y logró conseguir ingresos nuevos. Y agregó que Casa de Galicia tenía un fideicomiso con el ingreso de cuotas mutuales y el Fondo Nacional de Salud (Fonasa).
Fiscalía: ¿Cómo se financiaba la mutualista?
Iglesias: Hicimos (con la directiva) un ajuste riguroso en los gastos, racionalización en las compras y dimos de baja a 520 trabajadores de la plantilla.
Fiscalía: ¿Recurrieron a préstamos bancarios para poder salir de la encrucijada?
Iglesias: Los bancos no le dan plata a casi ninguna mutualista. Y menos las que tenían problemas. Hacía 15 años que privados prestaban dinero a Casa de Galicia. Ahí aprendí un mecanismo que no sabía que existía. Me lo explicó el gerente. En el mercado de salud todo el mundo da ingresos por el Fondo Nacional de Salud a futuro y convierte eso en efectivo. Con esos recursos, el centro paga los laboratorios y compra equipamientos. Los privados (prestamistas) hacen colocaciones de dinero (a interés). Así funciona el sistema de salud.
Iglesias reconoció que se realizaron averiguaciones sobre esos privados que prestaban dinero. “Algunos de ellos venían trabajando con Casa de Galicia desde hacía 15 años. Después vinieron nuevos”, explicó el expresidente de la mutualista.
Y recordó que un corredor de Bolsa logró que clientes realizarán colocaciones de dinero en Casa de Galicia durante un año. Lo mismo hizo un despachante de Aduanas.
Iglesias sostuvo que, en Casa de Galicia, había “un listado” de 10 a 12 personas que firmaban un contrato para dar préstamos a la institución.
Ante esta situación, el fiscal relató que cuenta con “testimonios de personas sobre que gerentes recibieron dos ca- jas de zapatos conteniendo US$ 200.000 y US$ 100.000”. Y le preguntó a Iglesias si eso se trataba de “donaciones de socios”.
Iglesias insistió en que había “inventario” con nombres de prestamistas, que fueron contactados por directivos de Casa de Galicia. Y advirtió que no tocó ese dinero.
“Yo, como presidente de Casa de Galicia, me dedicaba a lo comercial. El gerente informó a la Directiva de Casa de Galicia sobre esos ingresos. Yo no traje a ningún particular a realizar colocaciones de dinero en la mutualista”, dijo Iglesias.
Fiscalía: En general los gerentes y directivos declararon que usted venía con resoluciones tomadas y que traía a los prestamistas. Que era usted quien resolvía y les pagaba. ¿Es así?
Iglesias: Otras personas hacían el control. Yo era la última firma de los cheques. Jamás pagué yo los préstamos directamente. Y para que un prestamista cobrara, tenía que firmar un funcionario de Tesorería. Dicen eso de mí porque yo trabajé con cuerpo y alma. Yo siempre estaba dentro de la mutualista trabajando.
Fiscalía: En la denuncia se refiere a un retiro de una suma de $ 7,5 millones en efectivo de un cambio.
Iglesias: Mandan a las interventores a intervenir Casa de Galicia para inventar o crear un hecho irregular. Quiero que quede constancia acá. Que las interventoras no me hayan preguntando a mí vaya y pase. Pero que no hayan pedido a Casa de Galicia ningún informe financiero o contable para saber la realidad de ese dinero, llama la atención. Si me hubieran pedido información a mí, les diría que parte de ese dinero ($ 4 millones) fue a la Clínica Leborgne. Cuando era inminente la intervención de Casa de Galicia, yo pedí licencia en la Clínica Leborgne porque ya estaba previsto en el contrato. Y hago un informe (muestra el documento al fiscal) a los socios detalle por detalle de la plata esa. Está todo avalado por escribano. Acá está toda la plata.
Fiscalía: ¿Por qué sacó el dinero en efectivo?
Iglesias: Porque tenía el negocio cerrado prácticamente de la compra de una emergencia móvil. Ese dinero equivale a unos US$ 100.000. Y nosotros con este negocio íbamos a recibir US$ 1 millón anual por el arrendamiento a la Clínica Leborgne de 33 habitaciones del 4° piso de Casa de Galicia. La emergencia móvil se convirtió en algo clave porque teníamos que traer a gente de todo el país a la Clínica Leborgne. Y luego llevar a esos pacientes al interior y no gastar en terceros. Hicimos un negocio brillante.
Una crisis de más de 10 años
La crisis que Casa de Galicia atravesaba era algo que se sabía desde hacía más de 10 años, sin embargo la centenaria institución siempre lograba resurgir desde las cenizas. Lo hacía a base de préstamos que implicaban el pago de enormes intereses, de cheques sin fondos y de los rescates que le eran suministrados por el Estado.