El matador de Lola Chomnalez puede enfrentar hasta 30 años de cárcel

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Hombre procesado por crimen de Lola Chomnalez. Foto: Eduardo Barreneche

PASO A PASO, TODA LA TRAMA DEL CASO

Tenía antecedentes por violación; juez le tipificó homicidio muy especialmente agravado.

A las 2 de la tarde del 28 de diciembre de 2014, Lola Chomnalez salió de un rancho de Valizas alquilado por su madrina. Caminó unos 200 metros hasta la playa y luego dobló a la izquierda, en dirección a Aguas Dulces. Lola sabía que le quedaba una buena caminata hasta la tortuga marina que había hallado muerta en una salida realizada el día anterior.

Lola caminó unos tres kilómetros. Dejó atrás el asentamiento Malvinas adonde estaba la tortuga y siguió en dirección a Aguas Dulces. En sentido contrario venía Leonardo David Sena. No se sabe si un cuidacoches de Rivera, Ariel Moreira, alias “el Cachila”, acompañaba a Sena o no. Ese extremo será investigado por agentes de la Policía de Rocha en las próximas horas.

Lo que ocurrió después es objeto de conjeturas por parte de la Policía. La adolescente habría sido atacada por Sena, que la habría obligado a abandonar la playa y a caminar un centenar de metros hacia un terreno cargado de arbustos.

En el expediente judicial del caso, al que tuvo acceso El País, consta que Lola fue llevada hacia el lugar a la fuerza, ya que recibió un golpe y heridas punzantes con un cuchillo con sierra, similar a los de cocina.

Hombre procesado por crimen de Lola Chomnalez. Foto: Eduardo Barreneche
Hombre procesado por crimen de Lola Chomnalez. Foto: Eduardo Barreneche

Poco después, él o los matadores ultimaron a la joven argentina apretando su rostro contra la arena. En los pulmones de la chica, los forenses encontraron arena. Posteriormente, él o los matadores enterraron a Lola. Su cuerpo fue encontrado semienterrado por los hijos de un pescador en un lugar lleno de ramas, de difícil acceso.

La mochila de Lola fue encontrada poco después. Había sido enterrada en la arena. En el intenso trabajo de relevamiento de datos, los especialistas de Policía Técnica encontraron una muestra de ADN. Esta muestra fue cotejada, en un principio, con todos los involucrados en el caso: la madrina, la pareja de esta y un adolescente argentino. Todos los resultados dieron negativos.

La Policía de Rocha continuó con las investigaciones y dio con “el Cachila”, que negó desde un principio haber dado muerte a Lola. Finalmente, la Justicia lo procesó con prisión como coautor de homicidio.

A instancias de los abogados de los padres de Lola Chomnalez, Juan Raúl Williman y Jorge Barrera, se mantuvo la constancia de realizar muestras de ADN a todas las personas privadas de libertad.

Esas pruebas eran almacenadas en un banco de ADN de Policía Científica. Pese a la tenacidad y a la constancia de relevar las muestras, no aparecía un ADN que permitiera acusar al matador. De todas formas, la investigación liderada por el juez de Rocha, Juan Giménez Vera -la indagatoria se instrumenta por el viejo Código de Proceso Penal- continuó.

Una línea de investigación surgió en el triple crimen de los marinos ocurrido en el Cerro. El matador fue el exmarino Jonathan Bragundi, oriundo de Rocha. Esa investigación tuvo un giro. Una muestra, perteneciente a un recluso, que fue derivada al registro de huellas genéticas tenía “mapa” muy similar al encontrado en la toalla y en el DNI de Lola Chomnalez.

La identidad de ese recluso permitió a los investigadores determinar que en la familia había una persona que había sido procesada por una violación realizada en 2009 en el barrio La Aguada de La Paloma, según informaron fuentes del caso a El País.

Se trataba de Leonardo David Sena, de 39 años. El “mapa genético” determinó que Sena era pariente del recluso por línea materna. La madre de Sena había tenido 11 hijos y lo había dado en adopción a una familia. Los padres adoptivos del hoy procesado son parte de una comunidad religiosa de La Paloma.

En 2014, cuando ocurrió la muerte de Lola, Sena vagabundeaba entre La Paloma, Chuy y Castillos, donde residía en forma habitual. Realizaba changas.

En los últimos años se instaló con una pareja en el Chuy. Trabajaba como ayudante de panadero. Cuando fue detenido no aceptó hacerse el ADN. Pero se le incautó un cepillo de dientes y de ahí se extrajo una muestra, expresaron fuentes del caso a El País.

En una improvisada rueda de prensa, la fiscal Jessica Pereyra dijo que la muestra de ADN de Sena era un 99,9 coincidente con la relevada en la toalla y DNI de Lola.

Ante el juez Juan Giménez, Sena reconoció que encontró la mochila de Lola en la playa, extrajo $ 1.000 y luego se limpió la sangre en una toalla porque se había cortado con un trozo de vidrio de una botella de cerveza. Sena negó en todo momento la existencia de otra persona en el lugar del homicidio de la joven argentina.

No obstante, Williman, abogado de la familia, sostuvo ayer que tiene la convicción de que había un tercer involucrado en el crimen. “Las investigaciones continúan”, afirmó.

Por su parte, Barrera señaló que el esclarecimiento del asesinato se debió a tres factores: “Constancia, tenacidad y fe”.

En la noche de ayer, el juez Giménez procesó con prisión a Sena por un delito de homicidio muy especialmente agravado. Puede enfrentar una pena de entre 15 y 30 años.

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