Redacción El País
Tras ocupar los roles de abogada, jueza de paz y fiscal durante 23 años, Gabriela Fossati convivió con el viejo sistema penal inquisitivo y conoció desde adentro el entramado del sistema acusatorio implementado en 2017 por el exfiscal de Corte, Jorge Díaz, y que dirige hoy el fiscal de Corte adjunto, Juan Gómez.
En su libro “La cara oculta del sistema judicial en Uruguay. El poder de ‘La manada’” y subtitulado “Mi experiencia dentro de la Fiscalía General de la Nación y las presiones políticas”, Fossati culpa a Díaz y a Gómez de “destruir” la institución “en unos pocos años”. De esta forma, Fossati alude a un escenario en el que conviven fiscales con sobrecarga de trabajo con otros privilegiados que se favorecen con carreras meteóricas en base a concursos dudosos y donde existen también presiones para aquellos que cuestionan la autoridad.
La exfiscal recuerda, en un pasaje de su libro, que en la dictadura militar de los años setenta, se clasificaba a las personas por letras: A y B. En la actual Fiscalía General de la Nación (FGN) sucede lo mismo, a su entender. “Algunos son exprimidos hasta que se enferman. Susana Rivadavia murió trabajando. Otros siquiera cumplen el rol por el que cobran. Hay colegas, con años de trayectoria, en la puerta de la capital y/o atendiendo la puerta de emergencia, o sea las Fiscalías de Flagrancia y Turno, y otros que imparten clases de Derecho Penal”, insiste.
Fossati reconoce que ganó mucha notoriedad con la investigación al excustodio presidencial Alejandro Astesiano, y sabe que desde filas de la izquierda le adjudicaron la intención de querer proteger al presidente de la República, Luis Lacalle Pou.
La exfiscal explica que investigó al propio primer mandatario y a todo su entorno y no descubrió nada ilegal vinculado a los pasaportes entregados a rusos. Sin embargo, señala, aquellos que la acusaron sin razón de favorecer al presidente de la República saben bien que los fiscales díscolos con la jerarquía “no somos nada” en la Fiscalía General de la Nación, diseñada por Díaz. “Nos cambian como moneditas cuando quieren. A algunos los destratan. A otros, que tenemos suficiente temperamento como para no permitirlo, nos persiguen y tiran cáscaras de banana”, afirma Fossati.
Posteriormente, la exfiscal revela un punto desconocido por la mayoría de la población: cualquiera puede sufrir una investigación fiscal por tiempo indeterminado. Si la Fiscalía General de la Nación no lleva el caso al Poder Judicial, el asunto nunca llegará a ser tratado por el sistema judicial, lo que les da “un poder selectivo inequívoco”, explica.
Recuerda que, con el viejo Código del Proceso Penal, el sistema político y los operadores judiciales se quejaban de la “cifra negra de la criminalidad” y de los delitos que no llegaban a ser trabajados por la Justicia por la selección que hacía la Policía Nacional. “Hoy tenemos una cifra negra de la criminalidad enorme” generada desde la fiscalía, por sobrecarga de trabajo o por las “indicaciones dadas a través de las instrucciones” de la Fiscalía de Corte, dice.
La realidad le da la razón a Fossati en ese punto. La fiscal de Delitos Sexuales de 6° Turno, Alicia Ghione, que investiga el llamado “caso Penadés”, dijo, en una rueda de prensa, que tiene más de 1.000 casos en bandejas. La misma situación se repite en otras fiscalías. Ello significa que miles de víctimas de delitos graves y leves esperan por justicia.
A esa situación se agrega que, mediante las “Instrucciones Generales” impulsadas por Díaz, se prioriza los delitos de violencia de género, narcotráfico, terrorismo, lavado de activos, corrupción pública, copamiento, privación de libertad, entre otros, ante los ilícitos económicos como, por ejemplo, el libramiento de cheques sin fondos y pequeñas estafas que perjudican a miles de comerciantes, recuerda Fossati. Y agrega que, como varias veces señalaron los diputados Gustavo Zubía (Partido Colorado) y Eduardo Lust (Cabildo Abierto) toda la organización de la Fiscalía estuvo pensada para realizar acuerdos abreviados por dinero con los ricos y con cárcel para los pobres.
"La Manada"
El 16 de febrero de este año, el exdirector de Convivencia y Seguridad Pública del Ministerio del Interior, Gustavo Leal, declaró ante Fossati por reunirse con Raúl Astesiano, el padre del excustodio presidencial, en la Barra del Chuy (Brasil). En ámbitos políticos trascendió que Leal habría ido al lugar a buscar información que perjudicara a Lacalle Pou.
Minutos después de que Leal comenzara a declarar como testigo, Fossati le trasmitió que pasaría a la calidad de indagado por una eventual obstaculización de la investigación. Poco después, Fossati fue apartada del llamado “caso Astesiano”. La entonces fiscal declaró a la prensa en ese momento: “Nunca me había pasado que hubiera alguien que no pudiera ser investigado como Leal”.
En su libro, Fossati explica que su apartamiento del “caso Leal” se debió al accionar de “La Manada”, un grupo de fiscales, abogados, periodistas y adherentes radicales del Frente Amplio.
Dentro de ese grupo, Fossati incluye a Díaz, Gómez y a Carlos Negro, entre otros fiscales. “Les asigné ese nombre luego de convencerme de que trabajan en equipo, en forma mancomunada”, expresa en alusión a las estrategias de ataques y de defensa implementadas por los lobos. En otro tramo de su libro, Fossati dice que la “situación caótica” de la Fiscalía no solo la afectó a ella, sino que también “perjudica” a los funcionarios, a los abogados que tienen que trabajar con los fiscales, a las víctimas, a los imputados y a los testigos.
Para la exfiscal, el problema no se origina exclusivamente en la “defectuosa forma” en que se implementó el nuevo Código de Proceso Penal (CPP) en 2017, sino que se adiciona un hecho mucho más grave: “Jorge Díaz transformó a este servicio descentralizado, con autonomía funcional, en una institución absolutamente ideologizada”.
Para Fossati, todo ha sido “contaminado”: los ascensos, los destinos, las compensaciones y los pases en comisión. Y considera que el Ministerio de Educación y Cultura debería auditar el diseño de los concursos de ingresos de la administración Díaz.
El adiós de Fossati a la Fiscalía
En otro tramo del libro, la exfiscal relata cuándo percibió que debía renunciar a su cargo. La certeza de que debía irse, la gota final -cuenta- la tuvo en la mañana del 21 de marzo de 2023 cuando se reunió en el despacho de Juan Gómez donde este le comunicó que la trasladaba de fiscalía.
“No tengo la menor duda de que su decisión la adoptó porque en los días anteriores había comenzado a investigar a un afín de ‘La Manada’, Gustavo Leal”, dice la exfiscal.
Fossati recuerda que “La Manada” y los “violentos” del Frente Amplio lograron algo que no pudieron los criminales: asustarla. Por primera vez pidió custodia. Aunque, aclaró: “No permití que los violentos cambiaran mi esencia ni mi actitud positiva. No les di poder sobre mi vida. No hay mejor victoria”.
La tensa relación con Gómez y Díaz que inició siendo buena en Maldonado
La exfiscal dedica varias partes de su libro para explicar sus vicisitudes para aunar esfuerzos como madre y operadora judicial al mismo tiempo. En su inicio de carrera como magistrada civil en la ciudad de Santa Lucía, Fossati debió realizar casamientos y, en una ocasión, intervino en un caso donde un hombre quiso oponerse a un desalojo. Como antes habían hablado sobre el hecho dispuesto por otra sede, el individuo se atrincheró con un arma y pidió para hablar con Fossati. Después que ella le explicó que el desalojo era una medida ya resuelta, el hombre se disparó en la boca en forma inesperada. El hecho la marcó.
Otro recuerdo imborrable de Fossati es el asesinato que cometió un hombre a cinco niños pequeños, los que murieron carbonizados en su casa. El asesino incendió la vivienda por venganza hacia la madre de las víctimas.
Luego recordó sus dos pasajes, ya como fiscal, en Maldonado. Allí convivió con los entonces fiscales Gustavo Zubía y Juan Gómez. Jorge Díaz era uno de los jueces en ese departamento. Luego de un buen comienzo, la relación entre ellos se deterioró. Al ser la más joven, recuerda, fue trasladada a Rocha. Por ello, su vida familiar se constituía por cientos de kilómetros recorridos en autos, sus hijos más grandes ocupaban su rol en el hogar y sus objetivos eran acercarse a la capital para tener una vida más familiar. Se radicó un tiempo en Punta del Este con su familia y luego en el barrio Carrasco, donde vivió en la niñez y adolescencia.
Fossati también le dedica un buen espacio en el libro a Jorge Díaz, a quien recuerda como una persona amable en sus primeros años como juez. También señala que, en ese momento, ambos tenían largas charlas sobre derecho. Pero, al llegar a la Fiscalía de Corte, Díaz “se enamoró de sí mismo”. Para Fossati, el exfiscal de Corte se olvidó de sus ideales y, “cuando pudo, se mudó a Carrasco”.
Publicación. El libro de Gabriela Fossati está a disposición en coleccionables.elpais.com.uy, llamando al 29004141, o en los quioscos de los canillitas.
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