Redacción El País.
El hombre que se atrincheró en su casaen Barra de Carrasco tuvo una instancia judicial este miércoles, en la que se comprometió a someterse a tratamiento profesional y a no acercarse a su esposa durante 180 días. La mujer se mostró proclive a ayudarlo para que pueda recuperarse y estuvo afín a que no le impusieran una restricción de comunicación.

Ella lo había denunciado por violencia doméstica por agresiones físicas y fue en ese contexto que la Policía fue a su domicilio a notificarlo de la denuncia y a citarlo a declarar. En ese momento, el hombre decidió atrincherarse durante horas, hasta que pidió comunicarse con Jorge Barrera, que terminó tomando el caso.

El hombre tiene 78 años y está casado con la víctima hace 50. Tras la denuncia de violencia, ella había dejado la casa.

Cuando Barrera, abogado penalista y el expresidente de Peñarol, estaba por llegar al estadio a ver el partido clásico, recibió un llamado telefónico. Habló con el hombre atrincherado que hacía un rato venía protagonizando los informativos. En ese momento le dijo que solo confiaba en él para concretar su entrega. Un buen abogado y expresidente de Peñarol era el único indicado para cuidarle las espaldas.

Del otro lado del teléfono, Barrera le demostró que uno de los motivos por lo que lo había elegido estaba más vigente que nunca: le comunicó que vería el clásico en el estadio y luego iría a ayudarlo a entregarse. Por más de que fuera, sin duda, inusual, el abogado se decidió a asistir al hincha aurinegro. Pero además tenía la tarea de convencer a las autoridades de que era una buena idea esperar al final del duelo clásico para concretar la entrega.

Barrera insistió en que la espera valdría la pena y que el “amor con Peñarol” prevalecería ante todo.

El conjunto aurinegro cayó 3 a 1 ante Nacional y Barrera, inmediatamente salió en su auto hacia Barra de Carrasco donde estaba el hombre atrincherado. Lo acompañó su hijo de 15 años con el que había ido a ver el partido.

En cuestión de días, la misma jurisdicción policial tuvo dos casos en los que referentes del ambiente del fútbol lograron desanudar casos complejos. Semanas antes, Luis Suárez convenció a otro hombre denunciado por violencia doméstica que se bajara del árbol.

Al llegar, Barrera inauguró la conversación con el hombre atrincherado poniendo sobre la mesa lo que los unía.

—Estoy muerto— le gritó Barrera, refiriéndose a la derrota del carbonero.

El hombre decidió dejar su casa después de al menos un día y se fundió en un abrazo por su abogado, al que terminó consolando por el mal resultado. Mientras tanto, los oficiales se aseguraron que no llevara ningún arma consigo. Comentando el partido y el porvenir del campeonato, Barrera lo llevó en su auto a hacerse el examen médico. Atrás lo custodiaba un móvil policial.

Con anuencia del dueño de casa, la Policía se hizo se tres armas legalmente registradas que tenía el hombre. Su esposa había mencionado que él tenía armas.